Revista de Arqueología Histórica Argentina y Latinoamericana
Vol. 10, Núm. 2, julio - diciembre 2016. ISSN 2344-9918
Asociación de Arqueólogos Profesionales de la República Argentina
Reseñas

VIRGINA SALERNO
Trabajo arqueológico y representaciones del pasado en la provincia de Buenos Aires. Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras, UBA. 2014.

Reseñado por Alejandra Pupio
Departamento de Humanidades, Universidad Nacional del Sur
Cómo citar este artículo:
Pupio, A. (2016). Trabajo arqueológico y representaciones del pasado en la provincia de Buenos Aires, de Virginia Salerno. Revista de Arqueología Histórica Argentina y Latinoamericana, 10(2), 65–70. Buenos Aires

El tema central de este libro es el análisis de las prácticas arqueológicas en relación con las comunidades locales en las que aquellas se desarrollan. El punto de partida lo constituye la biografía académica de la autora. Ella se propuso tomar como caso de estudio el grupo de investigación que dirige la Dra. Isabel González, en la localidad bonaerense de Chascomús, donde ella realiza su trabajo desde hace una década. A esta observación inicial y más extensa, se sumó la comparación con otro grupo, dirigido por el Dr. Mariano Ramos en Vuelta de Obligado en el partido de San Pedro, equipo en el que la autora también participó como investigadora. En este sentido es importante tener en cuenta para la lectura del texto, que Virginia Salerno comparte con los investigadores que observa, el sentido de pertenencia profesional, ciertas formas de convivencia relacionadas con los espacios de trabajo y el lugar de vivienda. Por otro lado, el texto, aunque revisado para esta publicación, es el resultado de su tesis de doctorado, por lo que se caracteriza por la vastedad de citas bibliográficas y referencias a fuentes editas e inéditas.

El marco teórico y conceptual que transita es, en líneas generales, el de la arqueología pública, aunque en relación con otros enfoques teóricos. De esta manera, esta investigación se integra a una incipiente aunque sólida perspectiva de investigación en el país, que incluye, producciones teóricas e intervenciones políticas que ponen en tensión la práctica de la arqueología en relación con las representaciones sociales y los usos del pasado para cada comunidad (Endere et al. 2013; Montenegro 2014; Rivolta et al. 2014). Esta perspectiva se enlaza con otras provenientes de la sociología, la filosofía, la historia de la ciencia, generando un sustrato heterogéneo, complejo y a la vez fructífero.

En el punto inicial de su investigación se encuentra la discusión de la actividad científica como una forma de conocer y comunicar lo conocido en el marco concreto de las relaciones de poder, que la sitúan en un lugar privilegiado de enunciación y de producción. Esta organización jerárquica de los conocimientos establece distinciones entre quienes los poseen y los practican, generando asimetrías sobre las que se organizan las relaciones sociales investigadas en este libro. Las preguntas que guiaron el trabajo giraron en torno a la manera en que la arqueología, como actividad productora de conocimiento sobre el pasado, construye argumentos cuyo valor se establece en función de su sentido en el contexto social del que es parte. En este marco, el tema específico de su investigación es analizar los modos en que se producen las relaciones entre los equipos de investigación arqueológica y las comunidades en las que actúan.

Tomando como objeto de estudio los equipos que trabajan en Chascomús y Vuelta de Obligado, comenzó contextualizando históricamente sus prácticas, ubicando su inicio y su posibilidad de desarrollo en el período iniciado con el retorno de la democracia. Los científicos de ambas regiones forman parte de la misma generación de investigadores que comenzaron su tarea académica en la primera mitad de la década de 1980, impulsados por la renovación y ampliación del sistema nacional científico. En este contexto, pudieron consolidarse los estudios arqueológicos en la localidad de Chascomús referidos al poblamiento prehispánico en el curso medio e inferior del río Salado y los estudios de arqueología histórica en Vuelta de Obligado. En ambos casos, la universidad pública posterior a la dictadura permitió la consolidación de equipos de trabajos, que en los últimos años pudieron especializar sus prácticas de investigación: el trabajo de campo y de laboratorio, las gestiones e investigaciones en instituciones locales (archivos, museos) y las acciones destinadas a la socialización del conocimiento.

El libro está compuesto por siete capítulos y un apéndice documental. Mantiene la estructura de un trabajo de tesis, con una introducción teórica, la presentación y discusión de las investigaciones que realizó en la localidad de Chascomús (capítulos 2 al 5) y en Vuelta de Obligado (capítulo 6), y un último capítulo donde se despliegan las discusiones y líneas de trabajo. Por último, se incluye una sección donde se ofrece al lector un listado de fuentes editas e inéditas existentes en los repositorios de las localidades en estudio (Apéndice) y una bibliografía que permite acceder a las lecturas teóricas y trabajos de estudios en el área (Bibliografía).

Los capítulos 2 al 5 se centran en el análisis de la conformación de colecciones y circulación del conocimiento arqueológico en la localidad de Chascomús. Aunque el objeto principal de su estudio fue la observación de las relaciones establecidas entre el equipo de investigación y la comunidad, la autora no se restringió a un estudio de los vínculos observados en el presente, asumiendo una perspectiva diacrónica. Esto la obligó a recurrir a un número importante de fuentes, lo que le dio densidad al libro y es quizá lo que constituye el aspecto más original de la obra. A la observación participante en los equipos, sumó entrevistas en profundidad a pobladores locales y funcionarios municipales, y un trabajo de archivo que incluyó el análisis de la prensa, los documentos de las burocracias municipales, las publicaciones locales, las propias colecciones arqueológicas y el estudio del paisaje constituido por la práctica de la arqueología.

En el capítulo 2 indagó sobre la historia de la práctica de la arqueología en Chascomús, recuperando la acción de los coleccionistas Ceferino Girado y Emilio Greslebin a fines del siglo XIX, la interpretación que de estos materiales realizó en el siglo XX Héctor Greslebin, arquitecto hijo del coleccionista y su incorporación como colecciones fundantes del Museo Pampeano de Chascomús. Merece especial atención la historia de esta institución, que es analizada en el capítulo 4. Este museo fue creado a fines de la década de 1930 durante la gobernación de Manuel José Fresco quien desarrolló un programa de políticas culturales en el que se planificaron museos y parques recreativos en las localidades de San Antonio de Areco, Dolores y Chascomús en la provincia de Buenos Aires, tomando como ejemplo el ya existente de Luján. Completa esta historia institucional, el análisis de la escritura de la historia local por parte de los historiadores aficionados (capítulo 3).

A través de esos capítulos la autora propone un recorrido por la obra de historiadores y coleccionistas aficionados, quienes al mismo tiempo desempeñaron un papel relevante como promotores culturales, diseñando las prácticas culturales y científicas en los espacios locales. La información mostrada se suma a una serie de investigaciones que permiten profundizar las prácticas de la ciencia, la conformación de fondos patrimoniales y la escritura de las historias locales en el territorio bonaerense de la primera mitad del siglo XX (Pupio 2005; Brischetti 2009; Blasco 2011). Lo que constituye, sin dudas, una perspectiva novedosa, se refiere a la presencia de estos aficionados en el presente de la localidad y la tensión alrededor de estas figuras, que aunque condicionadas desde los aspectos legales vigentes (ley 25743/03), mantienen cierto prestigio en el espacio rural y urbano de pequeña escala. Por otro lado, propone analizar las interacciones entre el conocimiento local de estos aficionados y el académico, a través del establecimiento de relaciones institucionales y personales que permiten, por ejemplo, obtener información sobre la localización de nuevos sitios arqueológicos, la colaboración en la logística de campo y en la comunicación pública de los resultados a través del museo local.

Un tema específico que desarrolla en los capítulos 3 y 4 se refiere al análisis de las estrategias de comunicación que los miembros del equipo de arqueología establecieron y las acciones realizadas a partir de la relación institucional con el museo local. Presenta de forma detallada las tareas planificadas conjuntamente, que incluyeron la organización de jornadas de arqueología, la realización de exposiciones temporarias, el diseño de materiales didácticos, la elaboración de gacetillas, actividades de perfeccionamiento docente y participación en las jornadas de historia local. Este trabajo se realizó a partir de entrevistas, libretas de campo, registros de actividades y noticias periodísticas para completar su investigación con un estudio de público en el museo, con metodologías de observación en sala y del libro de firmas. Pero el estudio no se limitó a la relación entre el equipo de investigación y el museo, sino que amplió la observación a otras organizaciones civiles de la comunidad que participaron en acciones que tenían al pasado como protagonista, interviniendo en el espacio público a través de exposiciones, debates, talleres y propuestas de cambio de nombres.

En el caso de Vuelta de Obligado (capítulo 6), el equipo dirigido por Mariano Ramos, comenzó sus investigaciones en el año 1999 como parte de los trabajos de arqueología histórica. En este lugar se conmemoran los eventos de una batalla ocurrida durante la guerra del Paraná (18451846) cuando el gobierno de la confederación argentina se enfrentó con un frente aliado anglo-francés. El grupo de arqueólogos realiza las excavaciones en el pueblo desde hace once años, lo que les otorga una visibilidad relevante que requiere su intervención en un espacio conflictivo por las características de los eventos que se conmemoran.

Salerno analizó las prácticas conmemorativas que se han ensayado desde el primer homenaje que tuvo lugar el 20 de noviembre de 1939, en el que se inauguró un monumento en el área del campo de batalla y se colocó una cruz de ñandubay, ambos elementos financiados por miembros de la familia Obligado. A esto la autora sumó la observación de las acciones que tuvieron lugar en los últimos diez años, que deben situarse en la convergencia de procesos de carácter nacional, provincial y local y que transformaron nuevamente ese paisaje: el establecimiento del feriado nacional del 20 de noviembre, como resultado de la revisión historiográfica impulsada en las vísperas del bicentenario de la llamada revolución de mayo; la inauguración de un nuevo monumento y la constitución de un espacio recreativo. Salerno estudió estas acciones conmemorativas en relación con el desarrollo del plan de manejo impulsado por la Secretaría de turismo y producción de San Pedro, que reconceptualizó el espacio del campo de batalla en términos patrimoniales. De este modo, todo el capítulo indaga y discute las acciones que llevaron a la zonificación de un área de nueve hectáreas de propiedad municipal bajo el nombre de Reserva Natural Histórica y Refugio de Vida Silvestre. También incluye un conjunto de reflexiones en torno a los procesos de memoria que se activaron y que llevaron, entre otras cosas, a la inauguración del museo de sitio en el año 2008 así como las tensiones establecidas entre los arqueólogos y los funcionarios municipales vinculados a la administración del mismo y a la posesión y al uso de los objetos arqueológicos.

Para terminar, volvemos al inicio de esta reseña, señalando que esta obra propone al lector, a lo largo de sus 423 páginas, un profundo análisis que fundamenta su perspectiva de la investigación y la acción como modos indisolubles para tratar los temas referidos a los usos del pasado y las activaciones patrimoniales en contextos locales. En este trabajo no se pueden disociar los resultados de la investigación del diseño de intervenciones locales, por el contrario, la autora propone construir el conocimiento en esta doble vertiente. En este sentido, su lectura es ineludible para discutir y reformular los alcances de la arqueología pública en la Argentina.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Blasco, M. É. 2011. Un museo para la colonia. El Museo Histórico y Colonial de Luján 1918-1930. Prohistoria. Rosario.

Brichetti, I. E. 2009. Museos regionales en el Sudeste de la Provincia de Buenos Aires. Una aproximación a la problemática del patrimonio arqueológico. Intersecciones en Antropología 10 (1): 17-25.

Endere, M.L, Chaparro G. y C. Mariano –editores2013. Tema de patrimonio cultural. Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. Olavarría.

Montenegro, M. 2014. Una experiencia de arqueología pública y colaboración intercultural en el sector septentrional de Argentina. Revista de Arqueología Pública 10: 26-43.

Pupio, A. 2005. Coleccionistas de objetos históricos, arqueológicos y de ciencias naturales en museos municipales de la provincia de Buenos Aires (Argentina) en la década de 1950. História Ciências Saúde Manghinos 12: 205-229.

Rivolta, M.C., Montenegro M., L. Menezes Ferreira y J. Nastri –editores2014. Multivocalidad y activaciones patrimoniales en arqueología: perspectivas desde Sudamérica. Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Fundación de Historia Natural Félix de Azara. Buenos Aires.

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