Revista de Arqueología Histórica Argentina y Latinoamericana
Vol. 12, Núm. 3, Dossier: Arqueología Histórica Argentina: situaciones y perspectivas (Editores invitados: H. Chiavazza y V. Zorrilla) 2018. ISSN 2344-9918
Asociación de Arqueólogos Profesionales de la República Argentina
Artículos

MATERIALIDAD AL MOMENTO DEL CONTACTO HISPANO INDÍGENA EN LA CUENCA DEL RÍO CACHI. SALTA - VALLE CALCHAQUÍ NORTE

MATERIALITY AT THE INDIAN HISPANIC CONTACT PERIOD IN THE CACHI RIVER BASIN.SALTA - VALLE CALCHAQUÍ NORTE

MATERIALIDADE NA ÉPOCA DO CONTATO INDÍGENA HISPÂNICO NA BACIA DO RIO CACHI. SALTA - VALE CALCHAQUÍ NORTE

Jorge E. Cabral
ICSOH. CONICET. Universidad Nacional de Salta
Cómo citar este artículo:
Cabral, J. E. (2018). Materialidad al momento del contacto hispano indígena en la cuenca del Río Cachi. Salta - Valle Calchaquí norte. Revista ee Arqueología Histórica Argentina y Latinoamericana, 12(3), 1058–1085. Buenos Aires
RESUMEN:

En perspectiva arqueológica, el momento de contacto entre los pobladores del Valle Calchaquí Norte y los grupos europeos fue escasamente identificado. Esta peculiaridad se hace evidente cuando observamos la abundancia de registros arqueológicos asignados a ocupaciones previas en momentos tardíos o de conquista Incaica. En el área de la cuenca del Río Cachi estos tipos de ocupación fueron caracterizados en más de 12 sitios arqueológicos, mientras que en tan sólo cuatro se referenciaron contextos vinculados a la presencia Hispana. Entre estos se destacan los sitios arqueológicos La Aguada (SSalCac9) y La Hoyada (SSalCac144), excavados por Pío Pablo Díaz entre las décadas de 1970 y 1980. En ambos se hallaron 16 entierros del tipo en bota con entrada lateral cercanos a sectores habitacionales, en los que se asociaban algunos objetos europeos a otros de manufactura local. Estas inhumaciones, en las que los objetos foráneos sirvieron como indicadores temporales, cobraron relevancia en vías de definir el período arqueológico de contacto Hispano-Indígena (Núñez Regueiro 1974; Tarragó 1974, 1984). En este marco es que desde el año 2015 decidimos iniciar un proceso de investigación que tiene como uno de sus objetivos caracterizar los objetos de manufactura local provenientes de esos sitios y vinculados al momento del contacto hispano-indígena. Suponiendo que ellos son el resultado de una práctica enmarcada en dispositivos culturales, se presenta el análisis de los objetos cerámicos y elaborados en material óseo animal provenientes de esos sitios, en vías de generar un aporte que contribuya a caracterizar la problemática de contacto acontecida en los siglos XV y XVI en la cuenca del río de Cachi.

Palabras clave:
Hispano-Indígena, materialidad, cerámica, puntas óseas, río de Cachi
ABSTRACT:

From an archaeological perspective, the time of contact between the residents of North Calchaquí Valley and European groups was poorly identified. This peculiarity becomes evident when we look at the plenty archaeological records assigned to previous occupations in Late or Inca conquest times. In the area of Cachi River Basin, these types of occupation were characterized in more than 12 archaeological sites while only 4 were linked to the Spanish presence episodes. Among these the archaeological sites La Aguada (SSalCac9) and La Hoyada (SSalCac144), excavated by Pio Pablo Diaz between the 1970s and 1980s, stand out. In both of them, 16 burials of boot type with side entrance near residential areas were found, in which some European objects were associated with other local manufactures. These inhumations, in which foreign objects served as temporary indicators, gained significance in the process of defining the Hispanic-Indian contact archaeological period (Núñez Regueiro 1974; Tarragó 1974, 1984). Under this framework, is that since 2015 we decided to initiate a research process which seeks to characterize locally manufactured objects from these sites linked to moments of Hispanic-Indian contacts. Assuming that they are the result of a practical framed in cultural devices, analysis of ceramic objects and animal bone from those sites is presented. In the process of generating a contribution that helps to characterize the contact problem occurred in the fifteenth and sixteenth centuries in the Cachi river basin.

Keywords:
Indian Hispanic, materiality, ceramics, bone projectile points, Cachi river
RESUMO:

Em perspectiva arqueológica, o momento do contato entre os moradores do Valle Calchaquí Norte e os grupos europeus foi pouco identificado. Esta particularidade se faz evidente quando olhamos para a abundância de registros arqueológicos atribuídos a trabalhos anteriores em momentos tardio ou conquista Inca. Na Área da Bacia do rio Cachi, estes tipos de ocupação foram caracterizados em mais de 12 sítios arqueológicos, enquanto apenas 4 foram ligados à presença Hispânica. Entre estes se realça os sítios arqueológicos La Aguada (SSalCac9) e La Hoyada (SSalCac144) excavado por Pío Pablo Díaz entre as décadas do 1970 e 1980. Em ambos foram encontrados 16 enterros em boot com entrada lateral perto au setores habitacionais, em que alguns objetos europeus foram associados com outros fabricação local. Esses inumações, nas que os objetos estrangeiros servido como indicadores temporários, adquiriram relevância no processo de definição do período de contato arqueológico hispano-indiano (Núñez Regueiro 1974; Tarragó 1974, 1984). Neste contexto, è que, desde 2015, decidimos um processo de pesquisa que tem como um dos seus objectivos caracterizar objetos feitos localmente desses ligados ao momento do contactos hispanos-Indiana. Assumindo que eles são o resultado de dispositivos práticos enmoldurado em dispositivos culturais, se apresenta o análise dos objetos de cerâmica e em ossos animais desses sites. No processo de gerar uma contribuição que ajuda a caracterizar o problema do contato ocorreu nos séculos XV e XVI, na bacia do rio Cachi.

Palavras-chave:
Hispânico Indígena, materialidade, cerâmica, dicas ósseo, rio Cachi
Recibido:
20 de mayo de 2016
Aceptado:
1 de julio de 2016

EL MOMENTO DE CONTACTO EN EL ÁREA DE CACHI

En las primeras investigaciones arqueológicas, la llegada del mundo europeo al Valle Calchaquí Norte fue identificada mediante dos vías: una en la que se privilegió el análisis de las fuentes documentales en vista de precisar la ubicación de algunos sitios arqueológicos (González 1982; Lorandi 1988) y otra en la que se priorizó la descripción de aquellos objetos hallados en asociación a piezas europeas en contextos mortuorios locales (Tarragó 1984; Díaz 1986). Sin embargo, estudios actuales imprimen una tercera vía de análisis en la que se busca comprender el momento de contacto hispano indígena haciendo énfasis en los aspectos materiales enmarcado en la Teoría Social (Gamarra 2008, 2010a). Desde esta perspectiva se reconstruye el proceso de contacto y colonización española analizando el impacto que tuvo sobre las prácticas mortuorias y alfareras.

Particularmente, los primeros abordajes referidos a los siglos XVI y XVII hacen marcada referencia a las primeras exploraciones emprendidas por Diego de Almagro y Diego de Rojas ante la posibilidad de poder precisar la ubicación de la provincia incaica de Chicoana. La importancia de esta localidad radica en que no sólo contuvo uno de los centros administrativos más relevantes de la política cuzqueña en el área sino que también fue una de las localidades descriptas en las primeras crónicas referidas al Valle Calchaquí Norte. Esta vinculación en la que convergen en un mismo espacio, como Chicoana, eventos asociados a la política estatal incaica y a las exploraciones españolas permiten suponer que el momento de contacto hispano–indígena, necesariamente debe ser comprendido en el marco de dos conquistas. Una iniciada con el estado cuzqueño en el siglo XV y otra con la llegada del mundo europeo en el siglo XVI, las cuales posiblemente generaron un proceso de transformación y resistencia por parte de los grupos locales que pudo tener manifestaciones en diversos aspectos de su vida material.

En el área fueron mayoritarios los estudios arqueológicos que hacen énfasis en el primer episodio de conquista iniciado con la avanzada del estado cuzqueño (Tarragó y De Lorenzi 1976; González 1982; Díaz 1983; Lorandi 1988; Calderari y Williams 1991; DeMarrais 1997; Acuto 2011; Sprovieri 2013). A través de ellos se problematizaron diferentes aspectos acerca de cómo se tejió ese proceso de dominación mediante el cual se incorporaron los grupos vallistos a la órbita del Tawantisuyu.

Entre los sitios incaicos cercanos al área de estudio se destaca La Paya por su relevancia material. Allí se registró una estructura con características arquitectónicas cuzqueñas realizada con bloques de color morado. Las particularidades de este recinto permitieron plantear la hipótesis de que La Paya podría corresponderse con la antigua sede administrativa de Chicoana (González 1982; Díaz y González 1992).

A partir de los hallazgos provenientes de este sitio se caracterizaron diversos conjuntos materiales. Estos fueron considerados como productos de las políticas incaicas en el ámbito local Calchaquí, por lo que también sirvieron como indicadores temporales. Este podría ser el caso de los estilos alfareros incas-locales denominados casa morada polícromo e incayavi, los cuales sirvieron para dar cuenta de las formas en que se realizaba la producción y distribución de los bienes cerámicos controlados por el estado a través de grupos de locales y mitmaqkunas, quienes dejaron su impronta en la confección de este tipo de vasijas (Lorandi y Boixadós 1987-1988; Calderari y Williams 1991; Sprovieri 2013).

Entre los variados objetos que comenzaron a circular por el Valle Calchaquí bajo la esfera del control cuzqueño también se citan las placas de bronces, los tumis, y puntas de proyectil en hueso (Tarragó y De Lorenzi 1976; DeMarrais 1997; Acuto 2011). Estos fueron analizados en su rol simbólico como ejemplos de las diversas estrategias a través de las cuales el estado cuzqueño materializó y efectivizó su poder en el área (Williams 2004).

En lo que se refiere al segundo proceso de conquista iniciada por los españoles, los estudios arqueológicos referidos al área presentan un marcado contraste. Estos se muestran escasos y refieren principalmente a los hallazgos provenientes de los sitios La Aguada (SSalCac9) y La Hoyada (SSalCac144), los cuales fueron excavados por Pío Pablo Díaz y analizados por Myriam Tarragó entre las décadas de 1970 y 1980. En ambos sitios se reconocieron 16 entierros del tipo en bota con entrada lateral cercanos a sectores habitacionales en los cuales se rescataron 558 vasijas asociadas a diversos objetos como pectorales de bronce, puntas de proyectil óseas y un conjunto de materiales europeos como los cuchillos de hierro, los cascabeles y las cuentas vítreas. En el caso del sitio La Hoyada (SSalCac144), el entierro se hallaba directamente asociado a un poblado ocupado en momentos Tardíos mientras que los 15 entierros restantes provenientes del sitio La Aguada (SSalCac9) fueron hallados en un sector de montículos arqueológicos (Tarragó 1984; Yazlle et al. 2010).

Por otro lado, en estos contextos se observó un nuevo tipo de arquitectura mortuoria, con forma en bota y con entrada lateral, distinta a los entierros en cistas (cámara cilíndrica recubierta en piedra) vinculados a momentos previos (Díaz 1983; Tarragó 1984; Gamarra 2010).

En lo que respecta a los tipos alfareros provenientes del sitio La Aguada (SSalCac 9), pudieron reconocerse ciertas formas y decoraciones similares a las que surgieron con la llegada del estado incaico. Esto fue señalado por algunos autores, quienes también asumen un cambio en el patrón alfarero durante los siglos XVI y XVII que se manifestó en las nuevas siluetas de las ollas y en el descuidado tratamiento de las superficies. Estas similitudes en los estilos cerámicos se condicen también con el hallazgo de pectorales de bronce, la presencia de tumis, de mazas estrelladas y las puntas de proyectil óseas, objetos presentes en entierros en momentos incaicos y que sirvieron también como indicadores temporales y de jerarquías (Ambrosetti 1907; Acuto 2011).

Es a partir de estos hallazgos provenientes del sitio La Aguada (SSalCac 9) que en el área se definió el período de contacto hispanoindígena. Estos fueron interpretados como el resultado de las transformaciones materiales producto de la conquista hispana, suponiendo que el contacto con el europeo devino en una tensión en las relaciones interétnicas las cuales fueron desarticulándose al punto de generar rupturas económicas y sociales, provocando una modificación radical del patrimonio local (Núñez Regueiro 1974; Tarragó 1974, 1984; Gamarra 2008, 2010). En estas perspectivas el énfasis está dado en la presencia de los objetos europeos, que cobraron una mayor relevancia en la identificación y construcción de este periodo arqueológico. Estos fueron interpretados como productos del proceso de aculturación y sirvieron como indicadores de ruptura de la cultura local. En este marco es que las vasijas cerámicas asociadas a esos objetos foráneos sirvieron para caracterizar un estilo alfarero desprolijo en su manufactura, distinto a aquellos que se venían sucediendo a momentos previos (Tarragó 1984). Aquí se resaltan no solo lo desleído y poco preciso en su decoración sino también la poca simetría que presentan las vasijas, muchas de las cuales se hallan desplazadas del eje vertical.

Bajo esta complejidad es que decidimos estudiar algunos conjuntos de objetos provenientes de estos entierros, los cuales tienen como principal característica ser de manufactura local y que pueden ser asignados al momento del contacto hispano- indígena. Entendemos que los mismos son el resultado de una práctica enmarcada en ciertos dispositivos locales y que pudieron jugar un rol social activo en el momento del contacto con el mundo europeo (Shanks y Tilley 1987). Específicamente analizaremos los conjuntos de vasijas y puntas de proyectil óseas provenientes de los sitios La Aguada (SSalCac 9), La Hoyada (SSalCac 144) y Choque (SSalCac 17) haciendo énfasis en ciertos aspectos morfológicos y estilísticos. De esta manera es que buscamos reflexionar acerca de los cambios y continuidades en sus formas de producción, enmarcados entre los siglos XV y XVI por dos episodios de conquista, una incaica y otra europea.

LA CUENCA DEL RÍO CACHI Y LOS SITIOS HISPANOS

Nuestra área de estudio refiere a la cuenca del río Cachi, la cual se conforma por dos ríos, Las Cuevas y Las Arcas, cuyas nacientes se encuentran en la cadena del Nevado de Cachi. Ambos ríos se unen formando el río Cachi, el cual desemboca en la margen derecha del río Calchaquí. De acuerdo a nuestras prospecciones y la información generada por diversos investigadores, en esta área pueden registrarse 14 sitios arqueológicos que se ubican sobre márgenes entre la primera y la segunda terraza de los ríos mencionados y en las nacientes de las quebradas. Estos se caracterizan por presentar un patrón concentrado en el que se observan estructuras del tipo circular, rectangular y monticular, destacándose en algunos casos grandes canchones de cultivos como en los sitios La Pailas y Corral del Algarrobal (Figura 1).

Los sitios Choque, Epifanio Burgos, Borgatta, Loma del Oratorio, y Tero pudieron estar ocupados entre los momentos tardíos e inca entre los siglos X y XV dC. (Díaz 1972, 1983; Tarragó y De Lorenzi 1976; Pollard 1983; DeMarrais 2001; Kergaravat et al. 2014). Mientras que Mariscal y Las Pailas, tanto en sus aspectos materiales como en los fechados logrados, sugieren una ocupación tardía (Gamarnik 2009; Kergaravat et al. 2014). Estas consideraciones se sustentan en la identificación de algunos componentes en el patrón de instalación, en el que se destacan los recintos rectangulares o subcirculares asociados a grandes espacios abiertos considerados patios o plazas, sumados a la presencia de los tipos alfareros santamarianos en sus variantes bicolor o tricolor definidos para momentos tardíos (Díaz 1972; Núñez Regueiro 1974; Tarragó 1974; Yazlle et al. 2010; Kergaravat et al. 2014). A estos rasgos se añaden los hallazgos de entierros en cistas y en urnas funerarias encontradas, por lo general, en el interior o cercanas a los recintos habitacionales.

Podríamos decir que una de las particularidades del conjunto de sitios registrados radica en una marcada recurrencia de los mismos componentes arquitectónicos. No pudiéndose establecer diferencias significativas en cuanto a los tipos de estructuras habitacionales y a los tipos de entierros en los cuales tampoco se registran contrastes respecto a los acompañamientos mortuorios. Esto se suma a la imposibilidad de distinguir en el paisaje la presencia de pukaras o sitios defensivos. Esta combinación de elementos llevó a que algunos autores discutan las formas de jerarquías que suponen al periodo tardío, como un momento de conflicto y rivalidades entre las etnias locales (Acuto 2007). Según Acuto, en la cuenca del río Cachi, dada cierta homogeneidad en lo material no podría establecerse la presencia de señoríos con jerarquías verticales (Acuto 2007).

En la mayoría de los sitios de la cuenca del río Cachi, la presencia del estado incaico pudo ser identificada a través de fechados radiocarbónicos y de objetos entre los que se destacan los platos patos, algunos cuellos de aríbalos cuzqueños, alfarería del estilo inca local, la presencia de tumis y mazas estrelladas entre otros (Tarragó y De Lorenzi 1976; DeMarrais 1997). Los rasgos arquitectónicos de estilo cuzqueño son escasos. Además de algunas descripciones referidas a una red vial conectada a otra principal que recorre las márgenes del río Calchaquí (Vitry y Mercado 2006), se encuentra el caso en las estribaciones del Nevado de Cachi. Investigaciones recientes refieren a un complejo ceremonial de altura vinculado a la cadena del Nevado de Cachi (Jacobs y Leibowicz 2014).

Como se ha mencionado, inicialmente los sitios asignados a momentos del contacto fueron La Aguada (SSalCac 9) y la Hoyada (SSalCac 144) (Tarragó 1984; Díaz 1986; Gamarra 2008). A partir de éstos se definieron los rasgos materiales que permitieran evidenciar episodios vinculados a los siglos XVI y XVII (Tarragó 1984). Un ejemplo de ello fue el hallazgo de un fragmento cerámico similar al estilo registrado en el cementerio La Aguada (SSalCac 9) en un recinto circular en el sitio Las Pailas (Tarragó 1974).

En los archivos del Museo Arqueológico de Cachi pudimos dar cuenta de un contexto mortuorio procedente del sitio Choque, el cual muestra estrecha similitud con los mencionados para los sitios La Aguada (SSalCac9) y La Hoyada (SSalCac 144). Inicialmente Choque fue caracterizado como de momentos incaicos ante el hallazgo de vasijas cerámicas del tipo inca-local (Díaz 1972; De Lorenzi y Tarragó 1974). Sin embargo, en el año 1992 Miguel Xamena (director del Museo de Cachi) realizó el rescate de un entierro registrando el hallazgo de un cuchillo de hierro, un cascabel, tres puntas de proyectil óseas, fragmentos de arcos, telas y de una vasija no decorada. Este hallazgo hace suponer que el sitio también contendría un componente Hispano-Indígena.

El cementerio de La Aguada (SSalCac 9) fue registrado y excavado por Pío Pablo Díaz en la década del 1970 y posteriormente analizado por Myriam Tarragó (1984). Este se localiza sobre la margen derecha del río Las Cuevas, unos 10 km al este del actual poblado de Cachi. Al igual que los sitios con componentes hispanos antes mencionados, La Aguada (SSalCac 9) reúne un patrón de instalación recurrente en toda la cuenca del río Cachi. Particularmente en él puede observarse un conjunto de montículos longitudinales dispuestos siguiendo la pendiente, entre los cuales se hallan estructuras circulares o subcirculares construidas por muros de piedras. Este tipo de estructuras también fueron registradas en los sitios Choque y Las Pailas, y se hallan asociadas a los sectores agrícolas caracterizados a momentos Tardíos. En estos montículos se registraron los 15 entierros del tipo en bota con entrada lateral (Tarragó 1984). El conjunto de materiales procedentes de los entierros del sitio La Aguada (SSalCac 9) supera las 700 piezas, siendo significativo el elevado número de objetos por unidad de entierro. Entre los objetos de manufactura local se hallaron algunos diagnósticos, como las cuentas vítreas, entre las que se destacan el tipo veneciana Aggriee Perlew, correspondiente al siglo XVI (Tarragó 1984).

Otro de los sitios en el que se halló una conjunción material similar es La Hoyada (SSalCac 144), el cual se ubica en el recorrido medio de la Quebrada de las Arcas a unos 4 Km al Norte del sitio La Aguada (SSalCac 9). Este presenta un sector habitacional con 48 estructuras del tipo circular, rectangular y monticular, similar a los registrados en los sitios Epifanio Burgos y Borgatta. En el año 1989, Pío Pablo Díaz emprendió el rescate de un entierro que se hallaba en el borde la terraza cercana al río Las Arcas sobre el perímetro sudoeste. El mismo contenía un conjunto de 460 piezas: 31 piezas de cerámica, 314 cuentas de vidrio, cinco piezas de metal, 27 objetos líticos, dos objetos en madera, 79 cuentas de collar de hueso y dos cuentas de collar en tiza así como lana de camélido. Según las notas de campo realizadas por Díaz, el entierro correspondía al tipo arquitectónico en bota con entrada lateral, en el que se identificó un individuo asociado a un conjunto de cuentas de collar vítreas Nueva Cádiz y Aggriee Perlew (Díaz 1986).

De acuerdo a las investigaciones mencionadas, en el área de la cuenca del río Cachi, la identificación del momento de contacto hispanoindígena ha sido significativamente menor que aquella que refiere a otros intervalos temporales. Este fue registrado en 4 sitios arqueológicos, La Hoyada (SSalCac 144), La Aguada (SSalCac 9); Choque (SSalCac 17), y Las Pailas (SSalCac 18) (Figura 1). Lo cual plantea un interrogante respecto al abordaje arqueológico y el tipo de evidencia material que debiera hallarse en vías de identificar ese período histórico, que para los siglos XVI y XVII, ante la escasez de fechados radiocarbónicos, pareciera estar sujeto a la presencia o ausencia de objetos europeos.

Figura 1. Sitios arqueológicos en la cuenca del río Cachi.
Figura 1. Sitios arqueológicos en la cuenca del río Cachi

LA CERÁMICA PROVENIENTE DE LOS ENTIERROS LA AGUADA (SSALCAC 9) Y LA HOYADA (SSALCAC 144)

Los objetos cerámicos pueden ser considerados como el resultado de un proceso de producción estrechamente vinculado con las prácticas de los individuos desarrolladas en un espacio y tiempo determinado (Shanks y Tilley 1987; Sillar y Tite 2000). En este sentido, los conjuntos alfareros provenientes de los sitios La Aguada (SsalCac 9) y La Hoyada (SSalCac 144) sirven como una vía para comprender la práctica alfarera a través de la cual se formula y reformula el orden social, político y económico de los grupos humanos que habitaron la cuenca del río Cachi (Páez y De La Fuente 2002).

Esta colección fue estudiada en trabajos actuales desde una perspectiva estilística, en la que se considera a estos objetos como una expresión material de la sociedad que surge como parte de un fenómeno socio-cultural situado históricamente (Gamarra 2010). En esta perspectiva, las vasijas son analizadas en términos estilísticos a partir de un análisis de la imagen considerada como expresiones surgidas de la práctica social. A partir de aquí se propone que los trazos y ciertas maneras en las que se segmentan los campos decorativos sugieren una interacción sensorial resultante de una estructura subyacente en crisis (Gamarra 2010).

En nuestro caso, consideramos valiosos estos aspectos referidos a la práctica y con ella a la manera en que un artesano logra formular un orden social y político mediante la confección de las vasijas. Y por ello es que decidimos internarnos en el análisis en vías de comprender la continuidad de ciertas prácticas alfareras, las cuales podrían haberse iniciado en el Valle Calchaquí Norte con la llegada del estado incaico.

Bajo este marco es que emprendimos el estudio de las colecciones provenientes de ambos sitios a fin de poder especificar algunos aspectos materiales referidos a los siglos XVI y XVII.

Se analizaron un total de 358 vasijas cerámicas de las cuales 325 corresponden a los entierros de La Aguada (SSalCac 9) y 33 del entierro hispano de La Hoyada. Esta colección se aloja en el Museo Arqueológico de Cachi y para el análisis se usaron los lineamientos provistos por la convención cerámica (Primera Convención Nacional de Antropología 1966).

Considerando que una de las variables principales para avanzar en la clasificación de la cerámica lo constituye su silueta y contorno, en el análisis pudieron definirse tres grupos: uno formado por vasijas no restringidas de contornos simples e inflexionados, otro por vasijas restringidas de contornos simples y un tercer grupo formado por vasijas restringidas de contornos compuestos e inflexionados (Figura 2).

Figura 2. Repertorios de vasijas.
Figura 2. Repertorios de vasijas.

El primer grupo corresponde a formas abiertas y se conforma por 154 escudillas, en las cuales pueden distinguirse dos tipos de contornos de sección elipsoide, esferoide u ovoide. En este grupo son frecuentes los labios convexos y doble biselado, mientras que las asas son escasas registrándose tan solo en tres objetos. Estas responden a aplicaciones en pastillajes adheridas al borde de manera decorativa.

El segundo grupo se conforma por 14 escudillas de sección ovoide o elipsoide. Aquí las bases pueden ser cóncavas-planas o cóncavas-convexas, los bordes tienden a ser cóncavos y suelen estar asociados a un labio recto o convexo. En este grupo se registra un solo tipo de asa troncocónica que remata en una figura antropomorfa.

Finalmente el tercer grupo corresponde a vasijas restringidas de contorno simple, compuestos e inflexionados y silueta esferoide, elipsoide y ovoide. Aquí se registran 190 objetos que representan ollas y jarras en su totalidad. Entre estos se destacan las ollitas con pie de sección elipsoide u ovoide y que presentan un asa labio remachada en posición vertical u horizontal. El total de las ollas, ya sea de contornos compuestos o inflexionados, exhiben una recurrencia de dos asas asociadas siempre a la zona del diámetro máximo, mientras que en los tipos de jarras son recurrentes los tipo de asas labios adheridas. En este grupo de vasijas se registran ciertas particularidades, entre las que se destaca la presencia de un talón que puede variar entre 1 a 2 cm, que puede estar asociado a un bubón formado por una base cóncava convexa exagerada.

Por otro lado en los tipos de vasijas restringidas puede observase un orificio que suele estar ubicado por debajo del diámetro máximo. Esto pudo ser registrado en seis ollas en las que se observa una perforación de entre 1 y 1,5 cm de diámetro, al parecer provocado por el degaste intencional de las paredes.

Del conjunto total de piezas analizadas tan sólo se hallan decoradas un 41%, las cuales representan dos tipos de técnicas, el tipo modelado en pastillaje y el tipo pintado. La técnica de modelado en pastillaje presenta una menor frecuencia registrada en tan solo cinco casos, y siempre circunscripta a las asas del tipo troncocónicas que rematan en una figura zoomorfa o antropomorfa. Mientras que la técnica del pintado se halla presente sólo en 131 vasijas (60 escudillas y 71 ollas). En estos casos la pintura se presenta muy desleída, siendo a veces imposible identificar el repertorio decorativo lo que constituye una de las características principales de la muestra.

En el grupo de vasijas restringidas, el pintado se realiza con líneas negras sobre natural o líneas negras sobre blanco. Aquí pueden distinguirse cuatro maneras en que se segmentan los campos decorativos a través de guardas, que muchas veces responden a una línea negra la cual recorre el diámetro de la vasijas (Figura 3): 1) los motivos se distribuyen desde el labio a la cintura en un solo campo decorativo; 2) los motivos se distribuyen desde el labio a la cintura en un campo decorativo asociado a una guarda a la altura de la cintura; 3) los motivos se distribuyen desde el labio a la cintura en un campo decorativo contenido por dos guardas, una a la altura del cuello y la otra a la altura de la cintura y 4) la decoración se distribuye desde el labio a la cintura, y de la cintura a la base, conformando dos campos decorativos distinguidos por una guarda en la cintura. En todas estas configuraciones los labios en su lado interno y las asas pueden hallarse decoradas con diferentes tipos de guardas.

Figura 3. Maneras en que se segmentan los campos decorativos en ollas.
Figura 3. Maneras en que se segmentan los campos decorativos en ollas

Respecto a las formas abiertas, éstas se presentan pintadas sólo en líneas negras sobre natural. En estos grupos, cuando las escudillas se hallan decoradas, las paredes externas presentan una guarda de espiralados concéntricos que rodea el diámetro de la pieza. Mientras que la decoración interna puede presentarse de tres maneras: 1) segmentada en dos partes a través de una guarda divisoria; 2) segmentada en cuatro partes a través de dos guardas que se unen en el centro, y 3) de manera informe, ya sea que los motivos se encuentren distribuidos desde el centro a los bordes o de manera aleatoria por todo su interior. En cualquiera de estos casos es posible distinguir los labios decorados por líneas negras que rodean el lado interno de la vasija (Figura 4).

Figura 4. Maneras en que se segmentan los campos decorativos en escudillas.
Figura 4. Maneras en que se segmentan los campos decorativos en escudillas

LAS PUNTAS ÓSEAS

Para el análisis de los instrumentos en hueso se decidió conformar una muestra compuesta por 24 objetos procedentes de los entierros de La Aguada (SSalCac 9) y Choque (SSalCac 17). El criterio de selección para la misma se debe a que este conjunto material corresponde a la totalidad de artefactos en óseo rescatados en los entierros hispanos registrados en la cuenca del río Cachi.

De acuerdo a su morfología, estos instrumentos pueden definirse como puntas de proyectil entendidas como el extremo o cabeza de un arma ofensiva, con la presencia de un extremo penetrante formado por dos bordes convergentes opuestos y que posiblemente estuvo unido a un astil (Aschero 1975). En este caso el análisis atendió a identificar el soporte anatómico y taxonómico de cada instrumento considerando los parámetros sugeridos por Mengoni Goñalons (1988 y 1999). Por otro lado, se buscó distinguir de manera macroscópica las huellas producto de la técnica de manufactura empleada en la confección de cada instrumento (Mannoni y Giannichedda 2004; Pérez Roldan 2005). Y finalmente se buscó caracterizar la morfología de cada objeto. Para ello se decidió aprovechar algunos de los lineamientos propuestos por Carlos Aschero (1975). Si bien es cierto que en su origen este informe fue ideado para el análisis de objetos líticos, en él encontramos ciertas variables que podrían ser aplicadas a la muestra estudiada. Dado que en cada objeto puede distinguirse tres partes: base en la que se contempla las variantes con o sin pedúnculo; limbo pudiendo ser de tipo lanceolado (o mandorla), triangular o pentagonal; y ápice, pudiendo ser del tipo convexo, triangular o aguzado (Figura 5).

Figura 5. Secciones para la descripción morfológica.
Figura 5. Secciones para la descripción morfológica

Para el caso de estudio, pudimos determinar que un 44,8 % de total de las puntas se realizaron sobre metapodios de camélidos y que un 37,9 % se realizaron sobre un soporte de artiodáctilo, mientras que un 17,2 % fueron clasificadas como indeterminadas debido al elevado estado de alteración del soporte1. Cabe destacar que el grado de modificación que presenta el soporte de algunos instrumentos dificultó una correcta identificación anatómica. Por ello cuando no pudo distinguirse entre las variantes camélidos o cérvidos, estos instrumentos fueron incluidos en una categoría más amplia como es la de artiodáctilo. Aquellos instrumentos en los que no pudo realizarse una identificación taxonómica y\o anatómica fueron contabilizados y clasificados como NID (no identificable).

La presencia de instrumentos realizados sobre las partes anteriores o posteriores de los huesos nos hace pensar que la obtención de los bloques soportes fue lograda mediante la técnica de fractura y bipartición. La fractura consistente en romper de manera directa o indirecta el hueso de tal forma en que se pueda obtener una lasca de determinadas proporciones. Mientras que la bipartición consiste en dividir el hueso siguiendo su eje longitudinal en dos mitades determinadas (Gordo y Calvo 2011).

Una vez obtenido el hueso soporte, la confección de los instrumentos se realizó utilizando una combinación de distintas técnicas. Pudiéndose registrar con una mayor frecuencia la técnica de abrasión, la cual consiste en desgastar las paredes del hueso por medio de un elemento de grano grueso. Esta acción deja como resultado la presencia de líneas gruesas profundas, algunas de ellas casi paralelas, oblicuas y perpendiculares al eje del cuerpo del instrumento.

En algunos instrumentos puede notarse la presencia de pequeños lascados, regulares y simétricos en la sección del ápice, que posiblemente correspondan a micro retoques con el objeto de obtener una sección aguda y cortante. Hay un caso que presenta una variable llamativa ya que corresponde a una punta lanceolada que en la sección del limbo presenta tres pequeñas barbas similares a un arpón a unos 3,5 cm de la base. Este instrumento fue realizado sobre un soporte de hueso largo (artiodáctila), con rastros de alteración térmica.

Respecto a la morfología, el conjunto analizado presenta cierta homogeneidad y su tamaño oscila entre los 6 y 8 cm de largo, siendo característico el limbo lanceolado o mandorla. Los ápices corresponden al tipo cóncavo o convergente y las bases se presentan sin pedúnculos, pudiendo ser escotadas o cóncavas.

MATERIALIDADES AL MOMENTO DEL CONTACTO

La cultura material puede ser comprendida como un discurso silencioso, articulado y estructurado, una expresión materializada de las prácticas sociales y de las estrategias implicadas en las relaciones de poder (Shanks y Tilley 1987). En este sentido los objetos no sólo son entendidos como resultado de un cúmulo de acciones transcurridas en el pasado sino que también son considerados interlocutores, implicados en las relaciones de comunicación entre los sujetos como ejes de múltiples transformaciones. En esta perspectiva, las formas en que se produce un objeto da cuenta de una práctica que imprime una manera de mirar, una práctica estrechamente relacionada a los procesos históricos (Páez y De La Fuente 2002). Aquí cobran relevancia los aportes para el área de estudio, en los que se consideran a los aspectos materiales y sus formas espaciales como partícipes que interactúan a través de la acción y fijan un orden social en el tiempo y en el espacio (Acuto y Salvi 2015). En estas perspectivas resulta difícil entender la vida social sin tener en cuenta el orden material, el cual pude ser significado y comprendido desde diferentes saberes (Corimayo y Acuto 2015). De esta manera es que la materialidad y su espacialidad institucionalizan prácticas, relaciones, identidades, ideologías y modos de categorizar y clasificar al mundo (Acuto y Salvi 2015). Que para nuestro caso de estudio, se encuentra enmarcada por dos procesos de conquista, una incaica y posteriormente otra hispana.

En los grupos cerámicos analizados podrían indicarse ciertas regularidades en sus aspectos morfológicos y decorativos que podrían dar cuenta de estos procesos de conquista. En ellos pueden distinguirse similitudes a estilos alfareros introducidos por el inca y los cuales fueron perdurando durante la llegada de los grupos españoles.

Esto podría indicarse para las ollitas con pedestal identificadas en los grupos cerámicos analizados y las cuales se presentan análogas a aquellas formas introducidas por el estado incaico. Este tipo de silueta pudo ser registrada en los sitios La Paya y Borgatta (Tarragó y De Lorenzi 1974; Calderari y Williams 1991) y también se hallan presentes en los contextos hispanos de los sitios La Aguada (SSalCac 9) y La Hoyada (SSalCac 144). Por otro lado, estos objetos fueron descriptos por Debenedetti y definidos como tipo Caspinchango para los sitios del valle homónimo y dada su asociación a objetos europeos fueron asignados al momento de contacto Hispano Indígena (Debenedetti 1921).

En cuanto a los aspectos decorativos, también pudieron registrarse ciertos motivos y configuraciones que remiten a un tipo de cerámica introducida en la avanzada incaica. Algunos autores destacaron una falta de sistematicidad en los diseños del conjunto de vasijas analizadas siendo que los motivos se resuelven de manera irregular asociados a un tipo de trazo que varía en grosor (Gamarra 2010). Sin embargo, estos trazos que imprimieron los artesanos en la confección de cada vasija se conectan -aunque dubitativamente- a una red de conocimiento en los que participan otros pares moldeando un sentido estético (Gamarra 2010).

En las formas abiertas, la similitud a los tipos inca-yavi se manifiesta en los motivos de espiralado concéntrico que forman una guarda que rodea las paredes externas, asociada en su interior a configuraciones bipartitas o cuatripartitas, logradas por la división de una guarda de rombos. Aquí se halla presente una combinación de elementos como los triángulos, signos con forma de «E», espirales, reticulados, cruces y círculos asociados a labios pintados por una sucesión de líneas verticales. Todas estas configuraciones y motivos presentan similitudes con los tipos inca-local y en especial el inca-yavi definidos a partir de los hallazgos procedentes del sitio La Paya (Ambrosetti 1907; Boman 1908; Calderari 1991; Calderari y Williams 1991; Williams 2004; Sprovieri 2013).

Sin embargo, a la presencia de motivos pintados también se asocian siluetas novedosas que parecen no tener correspondencia con esos estilos locales. Por ejemplo, aquellas vasijas restringidas de contornos compuestos de siluetas elipsoides y esferoides en las que se observa la presencia de un bubón que puede estar asociado a un pequeño talón. En estos casos se registran motivos pintados de helechos, espiralado concéntrico y líneas con triángulos negros, similares a las decoraciones en aribaloides del tipo yavi (Sprovieri 2013).

De acuerdo a las investigaciones, el estilo inca-yavi refiere a grupos introducidos al valle como mitmaqkunas, destinados a preservar los intereses del estado incaico en el área. Posiblemente estos colonos hayan estado produciendo cerámica que habría circulado entre los asentamientos inkas del Noroeste Argentino (Williams 2004; Lorandi y Boixadós 1987-1988).

Un punto de comparación similar podríamos establecer con las puntas de proyectil óseas. Para el área, estos instrumentos fueron asignados a momentos incaicos (De Lorenzi y Tarragó 1976, registrándose principalmente en sitios como La Paya en las que se vinculan a contextos de inhumación y al recinto conocido como Casa Morada (Ambrosetti 1907; Boman 1908; Díaz y González 1992).

En las colecciones del Museo de Cachi pudimos registrar un conjunto de 17 puntas de proyectil óseas proveniente del sitio El Tero, el cual se ubica en la cuenca del río Cachi y presenta una ocupación entre momentos Tardíos e Inca (Tarragó et al. 1979; Sprovieri 2013). Estas puntas fueron rescatadas en un entierro tipo cista en el que se registraron tres individuos asociados a ocre rojo y a vasijas de cerámica con pedestal.

Si tomamos las publicaciones en las que se mencionan los hallazgos de puntas óseas procedentes del sitio la Paya, podríamos indicar ciertas correspondencias con los conjuntos procedentes del sitio El Tero; que, a fines comparativos, permiten establecer diferencias y similitudes con aquellas procedentes de los contextos hispanos (Figura 6).

Figura 6. Diversidad morfológica de puntas óseas según su procedencia.
Figura 6. Diversidad morfológica de puntas óseas según su procedencia

Respecto a la morfología pueden notarse ciertos agrupamientos atendiendo al tipo de ápice, cuerpo y base. Por ejemplo el conjunto proveniente del sitio El Tero presenta una mayor variabilidad morfológica pudiéndose distinguir cuerpos lanceolados (o en mandorlas), pentagonales, bases apedunculadas convexas, pedunculadas con aletas y ápices triangulares, convexos y aguzados. Aquí también se hallan bordes escotados asociados mayoritariamente a cuerpos pentagonales.

En cambio, los conjuntos provenientes de los contextos hispanos de La Aguada (SSalCac 9) y Choque (SSalCac 17) presentan una menor variabilidad morfológica. Siempre exhiben un cuerpo lanceolado, siendo únicas las bases apedunculadas y pudiéndose destacar solo la presencia de ápices del tipo cóncavos o convergentes. Algunos estudios en el Valle de Yocavil definen este tipo de instrumentos como “cola de golondrina”. Estos objetos fueron registrados en entierros hispanos asociados a un conjunto de cuentas de vidrio y a ollitas con pie de manufactura local (Gonzalez y Tarragó 2005).

Estas diferencias en las morfologías podrían sugerir una variación temporal entre los momentos de ocupación incaica y del contacto hispano indígena. Aunque dado el bajo número de la muestra consideramos que esta hipótesis debe testearse en futuras investigaciones.

APORTES FINALES

En el Valle Calchaquí los siglos XV y XVI, se caracterizan por estar vinculados a dos procesos de conquista: una incaica y otra española. La diferencia entre estas dos conquistas revela maneras opuestas del uso del poder (Decoster 2005). Para los incas era relevante el control indirecto de los grupos locales, basado en su capacidad de negociación y en el establecimiento de alianzas. Y en estas diversas estrategias de control político, los objetos pudieron jugar un rol activo a nivel simbólico e ideológico. Esto fue indicado para la alfarería inca-local, la cual sirvió como mecanismo en las alianzas con grupos locales en la búsqueda de efectivizar una ideología que procuraba consolidar la dominación cuzqueña en el área (Williams 2004).

Luego de la entrada de Diego de Almagro (1536) y Diego de Rojas (1543), se inició un proceso social en el que se destaca la autonomía de los grupos étnicos hasta el siglo XVII. En este proceso, las etnias locales y los grupos que llegaron al Valle Calchaquí por mandato del estado incaico establecieron diferentes estrategias de vinculación con los españoles, entre las que se encontraban las negociaciones y la resistencia (Lorandi y Boixadós 1987-1988).

Indudablemente que en el transcurso de estos avances colonizadores se complejizaron las relaciones sociales y con ella las materialidades locales. Bajo este panorama complejo de relaciones políticas es viable suponer que la cultura material de cada pueblo, implicada en las relaciones entre los sujetos, fue transformándose de manera disímil. Por lo que nuevos objetos ya sean de estilo cuzqueño o de manufactura europea no fueron necesariamente incorporados de manera unívoca por cada grupo étnico local.

En este marco de complejidades, el análisis de los conjuntos presentados podría estar indicando continuidades y cambios respecto a las maneras en que se produjeron las puntas óseas y los objetos cerámicos entre los momentos de conquista incaica y de contacto hispano indígena.

Algunos autores, en una perspectiva en que la imagen puede referir a una narrativa, interpretaron a los conjuntos de vasijas hispanas estudiadas como el resultado de una estructura subyacente en crisis (Gamarra 2010). Estas ideas se corresponden con aquellas provistas por Tarragó y Debenedetti en las que, desde un marco teórico distinto, se concibe a la cerámica hispana como desprolija en su decoración y desproporcionada en sus siluetas, siendo esto una consecuencia directa del proceso de desarticulación iniciado con la conquista española (Debenedetti 1921; Tarragó 1986). Por otro lado, en el análisis de las fuentes documentales provenientes desde la etnohistoria, la avanzada española en el Valle Calchaquí inicia un proceso de resistencia ante la eminente ruptura y crisis total del sistema social y cultural previo (Lorandi y Boxaidós 1987-1988; Gamarra 2008).

Sin embargo, es posible que lo material nos permita comprender ciertas continuidades referidas a la práctica, posiblemente manifiesta en algunas siluetas de las vasijas y en el uso de ciertos instrumentos en huesos. Particularmente llama la atención la estrecha similitud de las vasijas analizadas a los tipos alfareros inca-yavi. Algunos autores destacaron que en la política cuzqueña la expresión de la identidad cultural por parte de los grupos étnicos subyugados era permitida. Y en este marco “…hasta los mitimaes se esperaba que siguiesen usando el traje de su tierra de origen, aunque estos nunca hayan regresado.” (Decoster 2005: 164). Esta idea podría ser trasladada a los mitmaqkunas yavis, quienes en su traslado al Valle Calchaquí dejaron su marcada impronta en la alfarería. La cual presenta una estrecha similitud con la cerámica proveniente de los contextos hispanos de los sitios La Aguada (SSalCac9) y La Hoyada (SSalCac144). Sugiriendo la posibilidad de considerar una persistencia de los antiguos mitmaqkunas Yavis en el área del Valle Calchaquí Norte durante el momento de la conquista española.

Finalmente, esta combinación de nuevas y viejas formas de los objetos se hallan asociadas a contextos mortuorios únicos. Particularmente se destaca el tipo arquitectónico en bota con entrada lateral, en el cual se depositaba un solo individuo, presentando una marcada diferencia con respecto a las formas en cistas características de momentos anteriores al contacto (Tarragó 1986; Gamarra 2010). Al igual que las vasijas, éstos fueron comprendidos como producto de aquella desarticulación iniciada con la llegada del español, en la que se otorga primacía a lo individual sobre lo colectivo (Gamarra 2010).

Rasgos arquitectónicos similares fueron mencionados en áreas cercanas como en la Quebrada de Humahuaca. Y de acuerdo a las investigaciones estos tipos de entierros estarían indicando la presencia de grupos foráneos que ingresaron a la quebrada en momentos del contacto Hispano- Indígena (Mendonça et al. 2003). Lo mismo podría suceder para el caso de los 16 entierros analizados de los sitios La Aguada (SSalCac9) y La Hoyada (SSalCac144), los cuales contenían un tipo particular de alfarería similar al tipo Inca-Yavi. Queda por analizar en futuras investigaciones si en la cuenca del río Cachi este tipo de entierros sólo se presentan en momentos del contacto hispano-indígena o si es posible considerarlos en momentos previos.

AGRADECIMIENTOS

A Victoria Pedrotta y Silvana Buscaglia por los aportes. Y a los evaluadores anónimos, cuyas sugerencias aumentaron en gran medida la contribución de este trabajo.

NOTAS

1. Los análisis fueron realizados por el Lic. Pablo Valda.

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