Revista de Arqueología Histórica Argentina y Latinoamericana
Vol. 12, Núm. 3, Dossier: Arqueología Histórica Argentina: situaciones y perspectivas (Editores invitados: H. Chiavazza y V. Zorrilla) 2018. ISSN 2344-9918
Asociación de Arqueólogos Profesionales de la República Argentina
Artículos

LA EXPEDICIÓN BENJAMÍN MUNIZ BARRETO A EL SHINCAL DE QUIMIVIL (LONDRES, CATAMARCA)

THE EXPEDITION OF BENJAMÍN MUNIZ BARRETO TO EL SHINCAL DE QUIMIVIL (LONDRES, CATAMARCA)

A EXPEDIÇÃO BENJAMÍN MUNIZ BARRETO AO EL SHINCAL DE QUIMIVIL (LONDRES, CATAMARCA)

Reinaldo A. Moralejo
División Arqueología, Museo de La Plata – CONICET – FCNyM, UNLP (Paseo del bosque s/nº, CP. 1900), La Plata, Argentina
María G. Couso
División Arqueología, Museo de La Plata – FCNyM, UNLP (Paseo del bosque s/nº, CP. 1900), La Plata, Argentina
María T. Iglesias
División Arqueología, Museo de La Plata – FCNyM, UNLP (Paseo del bosque s/nº, CP. 1900), La Plata, Argentina
Milagros Aventín Moretti
División Arqueología, Museo de La Plata – FCNyM, UNLP (Paseo del bosque s/nº, CP. 1900), La Plata, Argentina
Cómo citar este artículo:
Moralejo, R. A., Couso, M. G., Iglesias, M. T., & Aventín Moretti, M. (2018). La expedición Benjamín Muniz Barreto a el Shincal de Quimivil (Londres, Catamarca). Revista de Arqueología Histórica Argentina y Latinoamericana, 12(3), 1269–1295. Buenos Aires
RESUMEN:

Hacia fines del siglo XIX el Valle de Hualfín (Catamarca) comienza a despertar el interés de viajeros, naturalistas y científicos. Estas primeras descripciones conforman en la actualidad un corpus documental que reúne información valiosa acerca de los primeros descubrimientos arqueológicos del valle. En 1919, Benjamín Muniz Barreto financió expediciones arqueológicas a las provincias del Noroeste argentino contratando para esto a Wladimir Weiser. Como resultado, se reunieron más de 12.000 piezas arqueológicas que desde 1931 permanecen en la División Arqueología del Museo de La Plata. La importancia de esta colección reside, además, en la documentación que incluye diarios de viaje, cuadernos, cartas, fotografías, planos y mapas realizados durante estos viajes. En El Shincal de Quimivil, Weiser detalla diversas estructuras pero, fundamentalmente, describe los paisajes naturales y arqueológicos que nos permitieron analizar la ocupación del espacio e identificar los emplazamientos construidos. Este proceso de construcción de la evidencia arqueológica nos posibilita identificar e interpretar actualmente los contextos descriptos, tomándolo como una línea de evidencia paralela para generar hipótesis sobre el paisaje regional, estableciendo una relación entre lo que relatan los documentos y los resultados de las investigaciones llevadas a cabo en las últimas tres décadas.

Palabras clave:
Inkas, El Shincal de Quimivil, Colección Benjamín Muniz Barreto, Paisaje arqueológico, Noroeste argentino
ABSTRACT:

By the late XIX century, the Hualfin Valley (Catamarca) awoke the interest of travellers, naturalists and scientists alike. They wrote the first descriptions, which currently form a document collection that gathers valuable information on the first archaeological discoveries of the valley. In 1919, Benjamín Muniz Barreto sponsored an archaeological expedition to the provinces of Northern Argentina, hiring Wladimir Weiser to lead. It gathered more than 12.000 archaeological pieces, which are held in the Archaeology Division of the Museum of La Plata since 1931. The importance of this collection lies on the documents it contains, such as travel diaries, notebooks, letters, photographs, charts and maps that were made during those days. In El Shincal de Quimivil, Weiser describes diverse structures in detail and, fundamentally, describes the natural and archaeological landscapes that allowed us to analyze the spatial occupation and identify the structures built. This process of constructing the archaeological evidence makes possible for us to identify and interpret in the present the context described in the past, taking it as a parallel line of evidence to generate hypotheses on the regional landscape, linking the story that documents tell with the results of three decades of research.

Keywords:
Inkas, El Shincal de Quimivil, Benjamín Muniz Barreto Collection, Archaeological landscape, Northwest Argentina
RESUMO:

Para fins do século XIX o Vale de Hualfín (Catamarca) começa a acordar o interesse de viajantes, naturalistas e cientistas. Estas primeiras descrições conformam na actualidade um corpus documentário que reúne informação valiosa a respeito das primeiras descobertas arqueológicas do vale. Em 1919, Benjamín Muniz Barreto financiado expedições arqueológicas para as províncias do Noroeste argentino contratação para que isso Wladimir Weiser. Como resultado, se reuniram mais de 12.000 peças arqueológicas que desde 1931 permanecem na Divisão a Arqueologia do Museu de La Plata. A importância desta colecção reside, ademais, na documentação que inclui diários de viagem, cadernos, cartas, fotografias, planos e mapas realizados durante estas viagens. No El Shincal de Quimivil, Weiser detalha diversas estruturas mas, fundamentalmente, descreve as paisagens naturais e arqueológicos que nos permitiram analisar a ocupação do espaço e identificar as localizações construídas. Este processo de construção da evidência arqueológica possibilita-nos identificar e interpretar actualmente os contextos descriptos, tomando-o como uma linha de evidência paralela para gerar hipótese sobre a paisagem regional, estabelecendo uma relação entre o que relatam os documentos e os resultados das investigações realizadas nas últimas três décadas.

Palavras-chave:
Inkas, El Shincal de Quimivil, Colecção Benjamín Muniz Barreto, Paisagem arqueológica, Noroeste argentino
Recibido:
13 de mayo de 2016
Aceptado:
23 de junio de 2016

INTRODUCCIÓN

Los primeros estudios arqueológicos en las provincias del Noroeste argentino (NOA) conformaron un corpus documental de informes, descripciones, planos y bocetos, que comenzaron a producirse desde fines del siglo XIX.

En la década de 1920, el hacendado y coleccionista Benjamín Muniz Barreto financió y patrocinó una serie de expediciones arqueológicas a las provincias de Jujuy, Tucumán y Catamarca. La colección generada producto de dichas exploraciones fue de tal magnitud, que hasta hoy se la considera como una de las más importantes a nivel nacional e internacional. La misma se encuentra preservada en la División Arqueología del Museo de La Plata y cuenta con más de 12.000 piezas que incluye objetos de cerámica, elementos líticos, óseos, textiles y malacológicos, entre otros. Su importancia reside, además, en la minuciosa documentación gráfica y escrita que la acompaña, que incluye diarios de viaje, cuadernos, cartas, fotografías, planos y mapas topográficos que dan cuenta en detalle de las condiciones de hallazgo y excavación, y de todas las labores realizadas durante el desarrollo de los viajes. Así por ejemplo, esta colección ha permitido la reconstrucción de contextos culturales, constituyendo la base sobre la que, por ejemplo, el Dr. Alberto Rex González elaborara la secuencia relativa para el Valle de Hualfín en la década del 50´ (González 1955).

Muniz Barreto contrató al ingeniero Wladimir Weiser para realizar, entre 1920 y 1926, los relevamientos topográficos de las antiguas poblaciones indígenas en combinación con las excavaciones de las mismas. Con la colección resultante y bajo la supervisión de Salvador Debenedetti, se organizó un museo privado en la ciudad de Buenos Aires, que contaba con salas de exposición y laboratorios de investigación. Posteriormente ingresó en guarda al Museo de la Plata en 1931 y dos años después se concreta su compra por parte del Gobierno Nacional.

En noviembre de 1925, Weiser llega al sitio de El Shincal de Quimivil, ubicado en el departamento de Belén, provincia de Catamarca (Figura1).

Figura 1. Plano del sitio El Shincal de Quimivil (CAOcc.= Cerro Aterrazado Occidental; CAOr.= Cerro Aterrazado Oriental; K= kallanka) (Tomado y modificado de Raffino et al. 1982, lámina 4 y Farrington 1999:62)
Figura 1. Plano del sitio El Shincal de Quimivil (CAOcc.= Cerro Aterrazado Occidental; CAOr.= Cerro Aterrazado Oriental; K= kallanka) (Tomado y modificado de Raffino <em>et al</em>. 1982, lámina 4 y Farrington 1999:62)

En su diario de viaje consigna detalladamente diversas estructuras pero, fundamentalmente, describe los paisajes naturales y arqueológicos, lo cual nos permite realizar el análisis de la ocupación del espacio y la identificación de los distintos emplazamientos construidos. Este corpus documental contribuirá al proceso de construcción de la evidencia arqueológica, permitiendo la identificación de diversas estructuras, a la vez que podremos inferir los cambios ocurridos en el paisaje arqueológico del sitio, mediante los contextos descriptos en los documentos y como se observan en la actualidad. Con el fin de caracterizar el paisaje pretérito de la región de El Shincal, nos proponemos analizar los diarios de viaje de la VIII° Expedición a la provincia de Catamarca en lo que refiere a la zona de Londres de Quimivil. De este modo, nuestro objetivo es interpretar el registro actual en base a las descripciones de Weiser, tomándolo como una línea de evidencia paralela para generar hipótesis sobre el paisaje arqueológico.

LOS ORÍGENES DE LA COLECCIÓN MUNIZ BARRETO Y LAS EXPEDICIONES ARQUEOLÓGICAS AL NOA

Benjamín Muniz Barreto pertenecía a una familia acaudalada de estancieros; aficionado a las antigüedades indígenas, se dedicaría a coleccionar estos objetos aconsejado por el director del Museo de La Plata, Samuel Lafone Quevedo. Entre los primeros conjuntos importantes que reunió se encontraban objetos de cerámica, oro, plata, cobre, piedra, madera y textiles procedentes de Perú y de Bolivia, adquiridos a coleccionistas y comerciantes. Los materiales que iba reuniendo fueron ocupando varios salones de una propiedad en la calle Florida de la ciudad de Buenos Aires y que llegó a conocerse como el Museo Barreto, el cual alcanzaría renombre a nivel nacional y entre los círculos de americanistas y anticuarios. También estaba a disposición de los especialistas; durante la década de 1920, el principal visitante y estudioso de las colecciones sería el director del Museo Etnográfico, Salvador Debenedetti. Esto daría impulso al creciente interés de Muniz Barreto por la arqueología del Noroeste argentino que se materializaría en la subvención de exploraciones y excavaciones de diversos sitios en esa región (Torres 1932; Sempé 1987; Balesta y Zagorodny 2000; Farro et al. 2012).

En 1919, Muniz Barreto conoce al ingeniero austríaco Wladimir Weiser por recomendación del entomólogo Carlos Bruch. Un año después de este encuentro, Weiser comienza a dirigir las expediciones en la región de Tilcara en Jujuy.1.

Weiser introducirá en las expediciones una forma de registro que incluía libretas de campo, un registro de mediciones para el levantamiento de planos, un diario de viaje y un cuaderno con las fechas y lugares de las fotografías.

Debenedetti se hizo cargo de la supervisión y organización de los trabajos de campo a partir de 1920. Este arqueólogo había explorado la zona y asesoró a Muniz Barreto sobre los lugares apropiados para trabajar, iniciando así una relación de cooperación mutua que se traducirá en el apoyo económico de Muniz Barreto a algunas de las expediciones que el Museo Etnográfico de la Universidad de Buenos Aires realizará en el NOA, en la revisión en el campo de los trabajos y en la clasificación de las piezas obtenidas.

El trabajo con las colecciones y registros resultantes de las expediciones continuaba en el museo privado en Buenos Aires. Allí, Debenedetti clasificaba las colecciones a la par que iba elaborando un catálogo2 y los objetos eran reparados en el taller del Museo para ser colocados en depósito o en las vitrinas.

En los años siguientes, las expediciones se realizaron en el valle del río Hualfín, por el trayecto entre Santa María (Catamarca) y San Antonio de los Cobres (Salta), atravesando Antofagasta y Antofalla. Pero paulatinamente los trabajos se centrarán en el departamento catamarqueño de Belén, debido a la creciente cantidad de hallazgos en los cementerios prehispánicos que revelaron algunos objetos de oro y cobre, y piezas cerámicas de tipo Ciénaga y Aguada, de gran valor estético para exhibir en un museo. Por ese motivo, la octava expedición desarrollada entre noviembre de 1925 y abril de 1926, se focalizó en los cementerios de la localidad de La Ciénaga. Luego de la muerte de Weiser, ocurrida en junio de 1926, Wolters dirigirá en aquellos puntos los trabajos de las tres expediciones siguientes, entre 1927 y 1929, excavando en los sitios que el ingeniero austríaco había dejado señalados en un gran plano que había levantado de toda aquella región (Farro et al. 2012).

Las expediciones contaron con la presencia de un fotógrafo, Don Segundo Finizzola, dándole así a la fotografía un papel fundamental en el registro de las mismas, otorgando un testimonio del trabajo realizado y el trayecto recorrido, así como de las personas involucradas. Se cuenta con imágenes de los sitios excavados y su entorno geográfico, de las construcciones indígenas, de su arte rupestre, de los campamentos y sus diversas actividades que incluye el acondicionamiento de piezas en cajones; de los poblados y la gente local, e incluso de la flora, fauna y geología de estos lugares: “En resumen, imágenes que dan testimonio de la presencia del explorador y su equipo en el campo, como pruebas de haber estado efectivamente allí, certificando la ‘autenticidad’ de los resultados obtenidos.” (Farro et al. 2012:156).

Con las fotografías se conformaron una serie de álbumes fotográficos, diez de los cuales –con un total de 1181 fotografías– se conservan actualmente en la División Arqueología del Museo de La Plata, con un rasgo asociado importante como es un registro detallado, puesto que con los álbumes se conservan dos cuadernos donde están consignadas cada una de las fotografías. Esto ha permitido correlacionar cada imagen a la expedición y a los sitios donde fue tomada y, al mismo tiempo, verificar esa información con lo que se registraba en las libretas y los diarios de campo.

La Colección Muniz Barreto en el Museo de La Plata

En 1913 es sancionada la ley 9080, que declaraba la propiedad de la Nación sobre las ruinas y yacimientos arqueológicos y paleontológicos de interés científico. Esta ley colocaba los restos de la flora, la fauna y de las comunidades indígenas bajo dominio público, en detrimento del derecho de propiedad de los particulares.

La colección que había formado Benjamín Muniz Barreto, si bien estaba a disposición de los arqueólogos, se había desarrollado paralelamente a la reglamentación de la Ley, la cual incluía la posibilidad de expropiación de los objetos para ponerlos a disposición de los museos nacionales. No obstante, la ley recién fue reglamentada a fines de 1921, cuando se agregó al Museo de la Universidad Nacional de La Plata a la nómina de museos que asesoraban al Ministerio de Justicia e Instrucción Pública. La Ley también preveía constituir un archivo de informes y mapas de sitios, con los cuales gradualmente se iría componiendo una visión global de la distribución de los yacimientos arqueológicos en el territorio argentino (Farro et al. 2012).

En el caso de las expediciones, Debenedetti otorgó a Weiser y a Wolters un certificado de que realizaban sus exploraciones bajo la dirección y autorización del Museo Etnográfico. Es así que la Misión Barreto produjo los registros deseados por la reglamentación de la ley a la par que los objetos se mantuvieron como propiedad privada. Hacia 1930, el Estado propuso la adquisición de esta colección que incluía también la respectiva documentación gráfica y escrita asociada. Precisamente, el valor científico yacía en gran medida en los archivos vinculados a los conjuntos arqueológicos en venta. Sería entonces Luis María Torres, director del Museo de La Plata, quien realiza las gestiones con Muniz Barreto para lograr que en 1931, las colecciones ingresaran en custodia a esta institución para ser exhibidas, mientras se esperaba que fueran adquiridas por el gobierno nacional. Barreto cedió en depósito su colección pero retuvo toda la documentación hasta que fuera comprada, lo cual logró concretarse dos años más tarde, unas semanas después de su muerte. En abril de 1934, el Museo de La Plata comenzó a recibir la documentación asociada a las piezas arqueológicas: 47 cuadernos con los datos que forman el catálogo, 8 libretas escritas a máquina duplicado de los mismos datos, 26 libretas de viaje, 14 diarios de viaje, 8 carpetas con copias de los mismos diarios y los álbumes fotográficos, planos y otros materiales gráficos y cartográficos (Farro et al. 2012).

LA VIIIº EXPEDICIÓN A LA PROVINCIA DE CATAMARCA

El Shincal de Quimivil

La dominación y anexión al Tawantinsuyu del actual territorio del Noroeste argentino (NOA) se produjo por obra del décimo monarca cuzqueño Thopa Inka Yupanki durante la segunda mitad del siglo XV, según consta en las crónicas existentes (Raffino 2004). Tal hecho produjo cambios significativos en el paisaje natural y social de la región con la creación de centros administrativos, pucaras, centros metalúrgicos, agrarios, ceremoniales y santuarios, entrelazados a través de redes viales jalonadas por tambos. En estos sitios se produjeron y reprodujeron las prácticas políticas, sociales, económicas y religiosas impartidas por el incario.

Dentro del grupo de las más destacadas llajtas o ciudades fundadas por el Tawantinsuyu en el NOA sobresale El Shincal de Quimivil, un centro político, administrativo y ceremonial ubicado en el oeste catamarqueño, a 5 km de la localidad de Londres en el departamento de Belén. La instalación fue concebida, planeada y construida por los inkas entre los años 1470 y 1536, siguiendo la política fundacional instaurada por el Estado (Raffino, 2004 op. cit). El sitio está integrado por varias estructuras arquitectónicas de diferente funcionalidad, ordenadas de acuerdo al típico patrón ortogonal cuzqueño, y considerada como una wamani o capital de provincia (Farrington 1999; Raffino 2004; Raffino et al. 2015) (Figura 2).

Figura 2. Panorámica del sitio El Shincal de Quimivil visto desde el Cerro Aterrazado Occidental
Figura 2. Panorámica del sitio El Shincal de Quimivil visto desde el Cerro Aterrazado Occidental

Las primeras noticias acerca de la región se remontan hacia fines del siglo XIX y estaban vinculadas con la antigua Londres de Quinmivil (Lafone Quevedo 1888; Quiroga [1897] 1992). En el año 1900, Hilarión Furque realiza la primera descripción del sitio que consistía en un croquis e interpretación funcional de las diversas estructuras arquitectónicas que lo componían. En cuanto a su origen, si bien creía que se trataba de una ciudad colonial, sostenía que podía ser obra de hombres cuyos conocimientos superaban a los de las comunidades locales (Furque 1900). En el año 1901, Adán Quiroga envió un telegrama al Instituto Geográfico Argentino contando que había encontrado en el occidente de Catamarca los restos de un sitio que igualaba en importancia a la fortaleza incaica del Paramonga peruano (Gobbo et al. 2015). Posteriormente, Carlos Bruch visitó el sitio entre 1907 y 1908, describiéndolo en su libro Exploraciones Arqueológicas en las Provincias de Tucumán y Catamarca. Bruch realizó un relevamiento rápido del sitio, al que denominó como antiguo pueblo de Londres o ruinas del caserío de Londres, discutiendo las descripciones de Furque y afirmando que no le había sido posible identificar restos que pudieran ser atribuidos a dinteles, aberturas de ventanas o restos de techumbres, declarando que no podía decidir si se trataba de las ruinas de una instalación indígena o de las de un poblado colonial (Bruch 1911). Años más tarde, comienzan las expediciones patrocinadas y financiadas por Benjamín Muniz Barreto.

La ruta de Weiser

La VIIIº expedición comenzó en noviembre de 1925, teniendo por primer destino la localidad de Tinogasta, en Catamarca. Luego de visitar diferentes sitios arqueológicos, se emprende el viaje hacia Belén, en el oeste de la provincia, para arribar al pueblo de Londres. La travesía se realizaba por un antiguo camino en proceso de restauración que unía ambos departamentos, conocido entonces como Ruta Nacional N° 40 y hoy renombrado como Ruta Provincial Nº 3. Este camino alcanza Londres luego de atravesar la Sierra de Zapata y el Campo de Belén en dirección suroeste - noreste.

Una vez allí, instalan el campamento próximo a la confluencia del camino con el río de Londres o Quimivil. Al día siguiente recorren lo que conocemos como el cono aluvial del río Quimivil: “Restablecidos de las fatigas del viaje del día anterior recorremos por la tarde el viejo pueblo Shincal [también lo llama pueblo viejo Chincal] en la quebrada Shincal, casi una legua hacia Oeste del actual pueblo Londres, también conocido bajo el nombre de pueblo viejo de Londres.” (Archivo de la División Arqueología del Museo de La Plata [MLP-Ar] Diario de Viaje VIII° Expedición Arqueológica Benjamín Muniz Barreto a la Provincia de Catamarca, 1925/1926:23).

En primera instancia se realiza una descripción geográfica del lugar diferenciando la cadena de cerros noreste-suroeste que delimitan la orilla occidental del Campo de Belén, o lo que ellos llaman gran campo de Pomán de la Salina. Luego, dentro de la quebrada del Shincal –actual cono aluvial del río Quimivil– identifican un conjunto de cerritos dispuestos de manera alineada al que denominan fila Paderita. Esta fila de cerros constituye la orilla oeste de la quebrada del Shincal dividiéndola en dos sectores topográficamente bien diferenciados: “… Por filas y cerritos está dividida en dos partes, la parte Este con un llano bastante extendido, es la mas grande; y la parte Oeste, mas rellenada por filitos y cerritos de contrafuertes bajos de los cerros altos del Norte y Oeste.” (MLP-Ar. Diario de Viaje VIII° Expedición Arqueológica Benjamín Muniz Barreto a la Provincia de Catamarca, 1925/1926:23) (Figura 3).

Figura 3. Ubicación de la fila Paderita y el cerro Loma Larga en relación al sitio El Shincal de Quimivil
Figura 3. Ubicación de la fila Paderita y el cerro Loma Larga en relación al sitio El Shincal de Quimivil

La densa vegetación de arbustos espinosos, grandes algarrobos y chañares, obstaculiza la visibilidad en ambos sectores y no les permite efectuar una recorrida a caballo: “Con dificultad se penetra a pié, siempre agachado, torciendose de un lado al otro, perdiendo así todo rumbo y sin embargo no tener noción de mas que algunos metros de terreno del alrededor. Sin un buen baqueano, nos hubiéramos perdido, Pero don Bartolomé Delgado, un joven de unos 30 años a quien encontramos delante de su rancho en la desembocadura de la quebrada, voluntariamente, se ofreció a acompañarnos.” (MLP-Ar. Diario de Viaje VIII° Expedición Arqueológica Benjamín Muniz Barreto a la Provincia de Catamarca, 1925/1926:24). Gracias a este baqueano, identifican un conjunto de cerros fortificados con murallas, denominado Loma Grande. No es otro que el conjunto de cerros también conocidos actualmente como Loma Larga o Cerro de la Cruz (véase Figura 3). Desde allí, siguiendo quebrada arriba, en dirección norte, alcanzan la fila Paderita y la atraviesan por una pequeña quebrada hasta toparse con un conjunto habitacional rodeado por una muralla de circunvalación:

“A continuación de esta loma [Loma Grande o Loma Larga] y mas quebrada arriba, formando la orilla Oeste de ella la fila de cerritos se conoce bajo el nombre de ‘Paderita’. Guiado por él [Bartolomé Delgado], entramos en una de las quebraditas de la fila Paderita, donde hallamos sobre la cuesta Oeste de la fila, y casi al pié de ella, un pueblo viejo de una extensión un poco mas grande. Llama la atención las altas murallas de circunvalación, dentro de las cuales se halla siempre un núcleo pequeño de viviendas. (… ) LLama la atención que la mayoría de las murallas están construidas con piedras puestas en barro.” (MLP-Ar. Diario de Viaje VIII° Expedición Arqueológica Benjamín Muniz Barreto a la Provincia de Catamarca, 1925/1926:24)

De acuerdo a la descripción, este primer conjunto de viviendas correspondería al sector denominado actualmente Casa del Curaca y que constituye una de las kancha incaica de El Shincal.3 Desde allí toman dirección este y cruzan a través de una senda angosta por el denso monte hasta alcanzar el pié oriental de la fila Paderita, es decir mirando hacia el campo del Shincal. Allí, “En medio del monte encontramos, dentro de una gran muralla de circunvalación, paralelo con ella otras murallas, trozos de viviendas, que muestran nichos en su interior. También aquí las murallas son de piedras puestas en barro.” (MLP-Ar. Diario de Viaje VIII° Expedición Arqueológica Benjamín Muniz Barreto a la Provincia de Catamarca, 1925/1926:24). En este lugar, Weiser toma dos fotografías con una cámara fotográfica Ica modelo Ingo con mala luz debido a la hora ya avanzada, por lo tanto debió sorprenderlo el atardecer en medio del sitio (Figura 4).

Figura 4. Fotografías tomadas por Weiser hacia el oriente de la fila Paderita (MLP-Ar. Fotografías VIII° Expedición Arqueológica Benjamín Muniz Barreto a la Provincia de Catamarca, 1925/1926); a: esta imagen corresponde a un segmento de la pared frontal de la kallanka 5; b: esta imagen ha sido difícil identificar debido a las tareas de reconstrucción por anastilosis efectuadas en el sitio durante la década del 90 del siglo XX. Igualmente, no descartamos que se trate de una de las paredes de la kallanka 1
Figura 4. Fotografías tomadas por Weiser hacia el oriente de la fila Paderita (MLP-Ar. Fotografías VIII° Expedición Arqueológica Benjamín Muniz Barreto a la Provincia de Catamarca, 1925/1926); a: esta imagen corresponde a un segmento de la pared frontal de la kallanka 5; b: esta imagen ha sido difícil identificar debido a las tareas de reconstrucción por anastilosis efectuadas en el sitio durante la década del 90 del siglo XX. Igualmente, no descartamos que se trate de una de las paredes de la kallanka 1

Teniendo en consideración el camino que viene describiendo Weiser, consideramos que estas primeras fotografías de murallas paralelas construidas en piedra y barro con presencia de nichos (hornacinas) corresponden a las kallanka4 1 y 5 ubicadas al occidente de la aukaipata de El Shincal (véase Figura 1).

Al salir de esa zona ingresaron en el llano de la ancha quebrada hasta encontrar “... casi en el medio del campo entre la fila Paderita y el cerrito solitario del campo [Cerro Aterrazado Oriental], una muralla de piedras en barro, de casi dos metros de alta que circunvale angularmente una elevación de terreno de bien 15 x 20 pasos de extensión.” (MLP-Ar. Diario de Viaje VIII° Expedición Arqueológica Benjamín Muniz Barreto a la Provincia de Catamarca, 1925/1926:25) (Figura 5).

Figura 5.a: dibujo en planta y perfil de la estructura observada por Weiser sobre una elevación de terreno (MLP-Ar. Diario de Viaje VIII° Expedición Arqueológica Benjamín Muniz Barreto a la Provincia de Catamarca, 1925/1926:25); b: fotografía de dicha estructura tomada por Weiser. La persona que aparece en la fotografía es el dibujante Friedrich Wolters (MLP-Ar. Fotografías VIII° Expedición Arqueológica Benjamín Muniz Barreto a la Provincia de Catamarca, 1925/1926)
Figura 5.a: dibujo en planta y perfil de la estructura observada por Weiser sobre una elevación de terreno (MLP-Ar. Diario de Viaje VIII° Expedición Arqueológica Benjamín Muniz Barreto a la Provincia de Catamarca, 1925/1926:25); b: fotografía de dicha estructura tomada por Weiser. La persona que aparece en la fotografía es el dibujante Friedrich Wolters (MLP-Ar. Fotografías VIII° Expedición Arqueológica Benjamín Muniz Barreto a la Provincia de Catamarca, 1925/1926)

Teniendo en cuenta las características mencionadas, dibujadas y fotografiadas por Weiser, así como la ubicación relativa de esta estructura, consideramos que se trata del ushnu de El Shincal. En cuanto a la fotografía, ésta correspondería como veremos más adelante a la pared oriental del ushnu.5

De aquí continuaron caminando hacia el este con la intención de alcanzar el cerro solitario del campo, conocido actualmente como Cerro Aterrazado Oriental o Huaca del Sol. Durante ese camino se cruzaron con “…una larga fila de viviendas que siguen continuamente desde Norte hacia Sud, pero también estas viviendas se elevan con sus murallas y su interior más de un metro sobre el nivel del alrededor. No es un núcleo de viviendas sino una fila de viviendas, con murallas de hasta un metro de espesor y también construidas con piedras puestas en barro.” (MLP-Ar. Diario de Viaje VIII° Expedición Arqueológica Benjamín Muniz Barreto a la Provincia de Catamarca, 1925/1926:25). Con esta descripción se estaría refiriendo a un conjunto de recintos que se encuentran adosados a la pared oriental de la aukaipata y que corresponden a dos antiguas kallanka incaicas que fueron tabicadas durante la ocupación española del sitio en el siglo XVI (Igareta y González Lens 2007; Igareta 2008, 2009).6

Los expedicionarios ascienden el cerro solitario desde donde comienzan a tener una visión un poco más amplia del campo de El Shincal. “El cerrito mismo tendrá una elevación de unos 25-30 mts. sobre el valle; es de muy poca extensión y tiene solamente una muralla de circunvalación muy cerca de plana cumbre. El llano de la cumbre no lleva indicios de viviendas y en muchos lugares mira la peña crecida afuera. Parece que este cerrito servía solamente de torre de vigilancia.” (MLP-Ar. Diario de Viaje VIII° Expedición Arqueológica Benjamín Muniz Barreto a la Provincia de Catamarca, 1925/1926:26).

Ya entrada la noche se vuelven hacia la fila Paderita siguiendo la misma senda que los había conducido hasta el cerrito solitario. En su libreta, Weiser manifiesta la dificultad de hacer excavaciones y tomar un plano de las ruinas debido a la exuberante vegetación. Si a esto le sumamos el poco tiempo de recorrido (tan solo tres horas) se puede comprender por qué no llegó a obtener una idea más acabada del sitio (Figura 6).

Figura 6. Ruta de la expedición realizada dentro del sitio El Shincal de Quimivil (CAOcc.= Cerro Aterrazado Occidental; CAOr.= Cerro Aterrazado Oriental; K= kallanka)
Figura 6. Ruta de la expedición realizada dentro del sitio El Shincal de Quimivil (CAOcc.= Cerro Aterrazado Occidental; CAOr.= Cerro Aterrazado Oriental; K= kallanka)

Hacia el final de su relato, Weiser realiza una sugestiva comparación entre lo que han visto en el Shincal y otros lugares como La Troya y el Pucara de Andalgalá previamente visitados y que actualmente sabemos que se trata de antiguos relictos de los pasos del Inka por este territorio:

“(…) comparando lo que hemos visto en Shincal con lo de La Troya, después con lo de años antes en Pucara de Andalgalá, se puede decir, que aquí se trata de minas de una época no muy remota y que Londres es mas bien de un tiempo nuevo. Para afirmar esta impresión será necesario un relevamiento del pueblo mismo o al menos de algunos núcleos de viviendas y después excavaciones minuciosas que seguramente darán la mayor posibilidad a mi opinión dictaminada. (…) En total, Londres es una región que merece un detenido estudio, pero que no será tan fácil por el tupido monte que todo lo dificulta, orientación, movimiento y excavación.” (MLP-Ar. Diario de Viaje VIII° Expedición Arqueológica Benjamín Muniz Barreto a la Provincia de Catamarca, 1925/1926:26).

RESULTADOS Y DISCUSIONES: LA BÚSQUEDA DEL PAISAJE ARQUEOLÓGICO

En el caso de estudio, la ruta de Wladimir Weiser en El Shincal de Quimivil, partimos del examen de un paisaje natural para intentar arribar al análisis de un paisaje cultural.

Utilizamos el concepto de Paisaje Cultural, entendiéndolo como las obras que combinan el trabajo del hombre y la naturaleza, es decir un paisaje donde se manifiesta de forma singular la interacción entre los grupos humanos y su ambiente natural (UNESCO 2002). Si bien consideramos que un paisaje es cultural cuando existe evidencia de la interacción humana, es decir que ha sido pensado por el hombre, o influido por la sociedad que dejó huellas en él, muchas veces el límite con el concepto de paisaje natural es difícil de discernir. Al mismo tiempo, el estudio morfológico es posible porque la actividad humana deja en el paisaje una impronta visible, es decir que en el paisaje actual han quedado elementos del pasado.

Las ruinas descriptas se encuentran dentro de la quebrada del Shincal a una legua del actual pueblo de Londres. Weiser se refiere a ellas como viejo pueblo Shincal, pueblo viejo Chincal o pueblo viejo de Londres. Su localización pudo efectuarse de acuerdo a la comparación entre la antigua toponimia presente en su relato y la toponimia actual registrada por nosotros.

La quebrada del Shincal se encuentra dividida en dos partes. Por un lado, el sector occidental formado por la Loma Grande, la fila Paderita y las estribaciones más bajas de la serranía del Shincal (al norte) y de la Sierra de Zapata (al oeste); por otro lado, el sector oriental formado por un llano bastante extendido conocido como campo del Shincal y que corresponde a la bajada del pie de monte de la serranía homónima (véase Figura 3).

Dentro de esta quebrada fue necesario en primera instancia localizar la fila de cerros Paderita, ya que correspondía a un topónimo desconocido para nosotros. Sin embargo, en las entrevistas realizadas a los pobladores que habitan cerca del sitio no se obtuvo una referencia de ello, por lo que hubo que seguir las descripciones de Weiser apelando a nuestro conocimiento de la topografía local.

Un punto geográfico que ayudó a localizar la fila Paderita es el cerro Loma Grande, también conocido como Loma Larga. Las murallas de fortificación indígena a las que hace referencia Weiser, corresponden a los muros de contención o retención que rodean dicha lomada y que corresponden a un sitio ceremonial Aguada ocupado durante el Período Medio del NOA (400-900 D.C.) (Sempé y Baldini 2011; Couso et al. 2013). De acuerdo con el relato de Weiser, esta lomada estaría marcando el principio de la quebrada del Shincal: “Y así recibimos la noticia de que la loma al principio de la quebrada y al sud del arroyo situada se llama Loma Grande y que está fortificada con murallas indígenas” (MLP-Ar. Diario de Viaje op. cit. 1925/1926:24). Avanzando por esta quebrada en dirección norte aparece la fila Paderita formando el borde occidental: “A continuación de esta loma y mas quebrada arriba, formando la orilla Oeste de ella la fila de cerritos se conoce bajo el nombre de Paderita.” (MLP-Ar. Diario de Viaje VIII° Expedición Arqueológica Benjamín Muniz Barreto a la Provincia de Catamarca, 1925/1926:24).

Existe una sola alineación (fila) de cerros ubicados en dirección nornoroeste de la Loma Grande, por lo que consideramos que corresponden a la fila Paderita señalada por Weiser. La misma constituye una de las estribaciones más meridionales de la serranía del Shincal (véase Figura 3). La localización de esta pequeña cadena de cerros condujo a identificar con mayor facilidad los núcleos de viviendas vistos por la expedición hacia el este y el oeste de aquella. Sobre el pie de la ladera occidental aparece el primer conjunto habitacional cuyas características responden a una típica kancha incaica o RPC (Rectángulo Perimetral Compuesto). Se trata de pequeñas viviendas ordenadas en torno a un espacio central rodeadas por una muralla de circunvalación con puertas de acceso (Gasparini y Margolies 1977; Matos Mendieta 1994; Herrera 2005). Como ya se dijo, estaríamos haciendo referencia a la Casa del Curaca (véase Figura 1), uno de los espacios residenciales más significativos de El Shincal, donde pudo residir la elite gobernante del lugar (González 1966; Raffino 2004; Giovannetti et al. 2012).

Hacia el oriente de la fila Paderita y sobre una zona de relieve llano aparecen otros conjuntos de estructuras sumamente interesantes. La primera de ellas consiste en otro conjunto de kancha con nichos u hornacinas en su interior, de las cuales Weiser hace dos fotografías. Estas fotografías fueron recreadas en el terreno obteniendo resultados casi idénticos (Figura 7), lo que permitió corroborar nuestra hipótesis acerca de que este conjunto podría corresponder con el sector donde se encuentran las kallanka K1 y K5 (véase Figura 1).

Figura 7. Segmento de la pared frontal de la kallanka 5; a: fotografía realizada por Weiser el 20 de noviembre de 1925 (MLP-Ar. Fotografías VIII° Expedición Arqueológica Benjamín Muniz Barreto a la Provincia de Catamarca, 1925/1926); b: fotografía realizada por nosotros el 19 de febrero de 2015 de la misma pared de piedra fotografiada por Weiser
Figura 7. Segmento de la pared frontal de la kallanka 5; a: fotografía realizada por Weiser el 20 de noviembre de 1925 (MLP-Ar. Fotografías VIII° Expedición Arqueológica Benjamín Muniz Barreto a la Provincia de Catamarca, 1925/1926); b: fotografía realizada por nosotros el 19 de febrero de 2015 de la misma pared de piedra fotografiada por Weiser

La siguiente estructura identificada, se encuentra hacia el oriente de la anterior y corresponde al ushnu o plataforma ceremonial. En este caso, además de una fotografía, presentan un croquis y resaltan su localización entre la fila Paderita y el cerrito solitario del campo. Este último es el actual Cerro Aterrazado Oriental o Huaca del Sol. De este modo la ubicación del ushnu, estaría coincidiendo de acuerdo a las descripciones de Weiser, con el sector abierto y llano de la aukaipata o plaza incaica.

Con respecto a la fotografía del ushnu, un aspecto interesante para destacar es la presencia de un gran cardón localizado por detrás de Wolters. Ese mismo cardón fue esquematizado en el perfil del croquis (véase Figura 5), dándonos una pauta acerca de la posición en la que fue tomada dicha fotografía. Por otro lado, si observamos la fotografía de lo que dijimos que corresponde a un segmento de la pared occidental de la kallanka 5 (véase Figura 4.a) se puede ver fácilmente que inmediatamente por detrás del muro sobresale la mitad superior de una cactácea –sector central de la fotografía– y un cerro –sector izquierdo de la fotografía–. Ahora bien, si confrontamos la posición de la kallanka 5 y el ushnu en el plano de El Shincal, podemos inferir que el cardón observado en la Figura 4.a es el mismo que aparece dibujado y fotografiado en la Figura 5, y que el cerro de la Figura 4.a corresponde al cerrito solitario del campo descripto por Weiser. Todo esto indicaría que, por un lado, la fotografía de la pared occidental de la kallanka 5 fue tomada en dirección noroestesureste, y por otro, la fotografía del ushnu realizada por la expedición correspondería a la pared oriental del mismo (Figura 8).

Figura 8. Pared oriental del ushnu de El Shincal de Quimivil; a: fotografía tomada por Weiser. La persona que aparece como referencia en la fotografía es Friedrich Wolters (MLP-Ar. Fotografías VIII° Expedición Arqueológica Benjamín Muniz Barreto a la Provincia de Catamarca, 1925/1926); b: fotografía de la misma pared realizada el 20 de junio de 2016 (Fotografía de Reinaldo A. Moralejo
Figura 8. Pared oriental del ushnu de El Shincal de Quimivil; a: fotografía tomada por Weiser. La persona que aparece como referencia en la fotografía es Friedrich Wolters (MLP-Ar. Fotografías VIII° Expedición Arqueológica Benjamín Muniz Barreto a la Provincia de Catamarca, 1925/1926); b: fotografía de la misma pared realizada el 20 de junio de 2016 (Fotografía de Reinaldo A. Moralejo

Hacia el este en dirección al cerrito solitario, aparece una hilera de viviendas (recintos) con murallas de circunvalación que alcanzan un metro de ancho. Al igual que las kallanka K1 y K5, se trataría de dos kallanka que en este caso particular han sido tabicadas en su interior durante la ocupación española en el siglo XVI. Las mismas también forman parte de una unidad mayor tipo kancha dispuestas hacia el oriente de la aukaipata, y en el plano de El Shincal se pueden ver con el nombre de K3 y K4 (véase Figura 1).

En lo que respecta al Cerro Aterrazado Oriental, este constituye otro punto significativo de referencia natural y cultural (Figura 9). Weiser se refiere a este cerro como cerrito solitario del campo y su descripción coincide con lo que se conoce actualmente: tiene una altura de 25 a 30 metros, su cima ha sido aplanada y aterrazada y carece de recintos de vivienda. Posee, además, una amplia visibilidad que le dan el carácter de lugar de vigilancia. Las investigaciones actuales sugieren que en dicho lugar podrían llevarse a cabo actividades relacionadas con el culto solar (Raffino 2004; Farrington 2013; Farrington et al. 2015).

Figura 9. Cerrito solitario del campo al que alude Weiser en su diario. Actualmente se lo conoce como Cerro Aterrazado Oriental o Huaca del Sol
Figura 9. Cerrito solitario del campo al que alude Weiser en su diario. Actualmente se lo conoce como Cerro Aterrazado Oriental o Huaca del Sol

Las descripciones proporcionadas por la expedición Muniz Barreto, con certeza proveen datos que pueden contrastarse con los que aportan las actuales investigaciones del sitio. El propio Weiser compara los conjuntos de El Shincal con La Troya (actualmente conocido como Watungasta) y Pucará de Andalgalá, sitios con un componente incaico muy fuerte. Es por ello que El Shincal llamó su atención y sugirió realizar un estudio más minucioso a posteridad. Es aquí donde consideramos que Weiser vio un paisaje particular, no como una mera yuxtaposición de elementos arqueológicos, sino como una síntesis producto de las relaciones entre esos elementos que daban entidad al paisaje.

El paisaje antiguo de El Shincal muestra así la historia de las relaciones sociales que allí se vivieron, a través de la integración de sus elementos visibles en una trama histórica que hace comprensible ese paisaje, como resultado de las interrelaciones entre los hombres y con el medio ambiente. No se trata de realizar una reconstrucción pura pues la lectura del paisaje es necesariamente diacrónica, ubicando los elementos de análisis en su contexto espacial y temporal, prestando atención a sus posibles vínculos para obtener una representación de la realidad histórica que sintetiza un paisaje.

Para interpretar el paisaje, las herramientas específicas disponibles son las plasmaciones directas actuales: fotografías aéreas y panorámicas, cartografía y el trabajo en el terreno. Todo ello otorga información de diversa índole que permiten análisis cuali-cuantitativos, estudios diacrónicos y temáticos. Tanto la fotografía aérea como el mapa proporcionan una información de partida como de llegada, pues en su reelaboración se expresan una parte importante de los resultados de la investigación. Es decir que el paisaje puede considerarse como un documento –junto con las fuentes externas como las fotografías y los diarios de campo– en donde es posible la lectura de diversos elementos que, conservados en el paisaje actual, contienen información sobre el pasado. Desde el momento en que el hombre interviene en su entorno, surge una diversificación de espacios según el uso que se le otorga a cada uno, por lo que progresivamente se van racionalizando, delimitando y diseñando (Orejas 1991).

El paisaje es algo más que un espacio contemplado por un observador desde un punto. Es una realidad compleja, en la que se manifiestan interrelaciones entre elementos de diversa índole y cuya organización refleja a una sociedad a partir de sus vínculos con el medio.

“Así, en el estudio del paisaje se considera la relación (…) del hombre con su entorno –en términos ecológicos– que es tanto marco (escenario) de su vida, como recurso, obstáculo, forma de comunicación y plasmación de intereses, relaciones, mentalidades, etc. y, por lo tanto, indisociable de las necesidades y capacidades de la comunidad, de forma que se diluye si desaparece alguno de los elementos (…) esta forma de afrontar el paisaje va mucho más allá de una mera reconstrucción de una imagen, de una maqueta, e implica proceder por niveles que van desde lo directamente detectable (elementos morfológico) a la interpretación más compleja de los mismos (simbolización, etc.).” (Orejas 1991:212)

COMENTARIOS FINALES

Los archivos producidos por las expediciones arqueológicas: diarios, libretas de campo, inventarios, dibujos, fotografías, croquis y planos, entre otros, pueden ser analizados relacionándolos con las colecciones de objetos obtenidos en el transcurso de las mismas y con su contexto histórico de producción. Todo este corpus documental que registra minuciosamente los planos generales de las ruinas, las características de las construcciones, la disposición interna de los sepulcros y el inventario de las colecciones armadas, supo cumplir con una de las condiciones que desde comienzos del siglo XX diferenciaba entre las prácticas de saqueo y las científicas, como es la producción de un registro asociado a los objetos y al proceso de obtención de los mismos (Farro et al. 2012).

La información generada por el Wladimir Weiser permite recuperar sus observaciones en el campo y relacionarlo en el proceso de construcción de la evidencia arqueológica. En este sentido, las fotografías son un testimonio visual que ilustran las tareas de excavación, los detalles de las construcciones y las vistas panorámicas. La mayor eficacia descriptiva atribuida por Weiser a la fotografía, otorgó una invaluable fuente de información para el análisis del paisaje. Sin embargo, la búsqueda del paisaje arqueológico nos llevó a una visión estática del mismo, una especie de –precisamente– fotografía del pasado. Por el contrario, la arqueología del paisaje permitió integrar elementos del espacio y en el tiempo, dinamizando ese paisaje actual que valoriza las relaciones del hombre con su entorno, como reflejo de su historia y como patrimonio común (Orejas 2001).

Para finalizar, todo esto nos permitió reflexionar sobre los diversos momentos en la historia reciente del sitio arqueológico El Shincal de Quimivil. El mismo ha pasado por numerosos procesos de estudio, etapas de reconstrucción, conservación y recuperación, desde las primeras excavaciones realizadas por Friedrich Wolters a finales de la década de 1920, siguiendo por los primeros trabajos sistemáticos de investigación en los años ‘50 por Alberto Rex González, hasta los últimos 30 años de investigación del equipo de Rodolfo A. Raffino, que culminaran con la declaración de Monumento Histórico Nacional en el año 1997 y con el Proyecto Integral de Revalorización durante los años 2013 y 2015.

Lo que hicimos es otro tipo de proceso de reconstrucción que nunca se había hecho hasta ahora. Es con Weiser que se obtiene una primera descripción que aún hoy resulta confrontable y consistente, lo que ha sido posible por la minuciosidad y exactitud de sus descripciones. Todo esto con el fin de recuperar a través de los documentos, la evidencia arqueológica que dio origen a casi 100 años de investigaciones.

Creemos completar así una imagen más del conjunto de visiones y reconstrucciones posibles sobre El Shincal de Quimivil, actualizando su pasado para hacerlo accesible, desmitificarlo, contextualizarlo y reconocerlo.

NOTAS

1. Weiser llegó a la Argentina en 1912 para emplearse en el Mapa Geológico de la Provincia de Buenos Aires dirigido por Santiago Roth, geólogo y profesor del Museo de La Plata. Weiser colaboraría con los científicos de esta institución, en especial con los de origen alemán, enviando colecciones mineralógicas y ejemplares zoológicos. Se destacaría en el levantamiento de planos, en el dibujo técnico y en el trazado de vías de comunicación, por lo que también fue empleado en los trabajos de mensura y exploración de las sierras subandinas de Tucumán y Salta para la ampliación de las líneas del Ferrocarril Central Argentino. Durante la Iº Guerra Mundial volvió a Europa como oficial del ejército austriaco. Sin un empleo fijo al regresar a la Argentina en 1919, gracias a la intermediación de Bruch, Weiser fue contratado por Muniz Barreto para participar de los trabajos arqueológicos en Jujuy (Farro et al. 2012:144-145).

2. En invierno, Weiser pasaba en limpio allí los croquis y las observaciones recogidas para la elaboración de los planos y las cartas arqueológicas, según la nomenclatura propuesta por Eric Boman y Luis María Torres para la leyenda uniforme de mapas arqueológicos. Además, revisaba los inventarios asentados en las libretas de campo agregando el número de catálogo que Debenedetti le había asignado a las piezas. Para el depósito y organización de toda esta documentación que registraba la información tanto del catálogo como del campo, se creó un fichero, y los diarios de viaje y catálogos fueron mecanografiados (Farro et al. 2012:151-152).

3. Con el término quechua de kancha se hace referencia a un conjunto de habitaciones rectangulares, ordenadas en torno a un espacio central, encerradas por un muro de planta rectangular o circular, a manera de muralla o muro perimetral, con una o dos puertas de acceso (Gasparini y Margolies 1977; Matos Mendieta 1994; Herrera 2005).

4. Con el término kallanka se hace referencia a un gran espacio rectangular a manera de galpón donde se realizaban diversas actividades de la vida cotidiana, administrativas y ceremoniales. La aukaipata corresponde a una plaza incaica donde se realizaban actividades políticas, religiosas, paradas militares, desfiles, juegos, entre otras.

5. El ushnu es una de las estructuras más emblemáticas del Estado incaico. Se trata de una plataforma ceremonial ubicada en la plaza o aukaipata.

6. Uno de los fechados realizado sobre un resto óseo de Bos taurus arrojó un rango de edad radiocarbónica calibrada al 68% (± 1 sigma) de 1436 - 1627 años cal D.C. (Laboratorio de Tritio y Radiocarbono – LATYR, LP-1749) (Ana Igareta, comunicación personal 2016).

AGRADECIMIENTOS

Al Dr. Rodolfo A. Raffino (†) por su constante apoyo, enseñanzas y amistad en todos estos años de formación académica y profesional. Al Lic. Diego Gobbo y la Lic. Paula Espósito por su desinteresada colaboración en la realización de las imágenes. Al personal de la División Arqueología Jorge Kraydeberg (†) y Gabriel Alarcón por su colaboración para trabajar con la documentación del Archivo de la División Arqueología. A la Lic. Anahí Iácona por sus consejos y sugerencias para leer e interpretar el material de archivo. A la Lic. Amelia Barreiro y Lic. Daniel Munz por la realización de los resúmenes de este artículo.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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