Revista de Arqueología Histórica Argentina y Latinoamericana
Vol. 12, Núm. 3, Dossier: Arqueología Histórica Argentina: situaciones y perspectivas (Editores invitados: H. Chiavazza y V. Zorrilla) 2018. ISSN 2344-9918
Asociación de Arqueólogos Profesionales de la República Argentina
Artículos

CONSTRUYENDO UNA ARQUEOLOGÍA DE LA CLASE OBRERA: EL PROYECTO ARQUEOLÓGICO GUERRA DEL CARBÓN EN COLORADO

BUILDING A WORKING CLASS ARCHAEOLOGY: THE COLORADO COAL FIELD WAR PROJECT

CONSTRUINDO UMA ARQUEOLOGIA DA CLASSE TRABALHADORA: O PROJETO ARQUEOLÓGICO DA GUERRA DO CARVÃO NO COLORADO

Randall H. McGuire (en representación del Colectivo Ludlow)
Binghamton University, Binghamton, New York, Estados Unidos
Traducido por Juan B. Leoni
Cómo citar este artículo:
McGuire, R. H., & Leoni, J. B. (2018). Construyendo una arqueología de la clase obrera: el proyecto arqueológico Guerra del Carbón en Colorado. Revista de Arqueología Histórica Argentina y Latinoamericana, 12(3), 266–296. Buenos Aires
RESUMEN:

La Huelga y Guerra del Carbón de 1913-1914 resultó en la Masacre de Ludlow, donde 25 personas, incluyendo dos mujeres y 11 niños, murieron, así como en diez días de guerra de clases abierta en el sur de Colorado. Hoy en día, el sindicato United Mine Workers of America (UMWA) mantiene el sitio de Ludlow como un monumento a la lucha de los trabajadores organizados en los Estados Unidos. El Proyecto Arqueológico Guerra del Carbón en Colorado excavó el sitio para recuperar la memoria de Ludlow y de la lucha de clases en las minas de Colorado. Para hacer esto construimos una praxis arqueológica radical que confronta a la desigualdad y la explotación en el mundo. Clave en este esfuerzo es una arqueología de la clase obrera de los Estados Unidos que vaya más allá de la audiencia tradicional de clase media que tiene la arqueología, para contar a familias de clase trabajadora acerca de la historia de la clase obrera. Este proyecto es una forma de acción política directa, que trae los eventos de 1913-1914 a un diálogo contemporáneo acerca de la lucha de clases y el sindicalismo en los Estados Unidos.

Palabras clave:
Guerra del Carbón en Colorado, memoria, historia del trabajo, lucha de clases
ABSTRACT:

The Colorado Coal Field Strike and War of 1913-1914 resulted in the Ludlow Massacre where 25 people including two women and eleven children died and in ten days of open class war in Southern Colorado. Today the United Mine Workers of America maintain the Ludlow site as a monument to the struggle of organized labor in America. The burning of the Ludlow tent camp created the perfect archaeological site, a short term occupation destroyed by fire. The Archaeology of the Colorado Coal Field War project excavated the site to recover the memory of Ludlow & to exhume class struggle in the coalfields of Colorado. To do this we built a radical praxis of archaeology that confronts inequality & exploitation in the world. Key to this effort is an archaeology of the US working class that speaks beyond the traditional Middle Class audience of archaeology to working families about working class history. This project is a form of direct political action, bringing events of 1913-14 into contemporary dialogues on class struggle & unionism in the U.S.

Keywords:
Colorado Coal War, memory, labor history, class struggle
RESUMO:

A Greve y Guerra do Carvão em 1913-1914 resultou no abate de Ludlow, onde 25 pessoas, incluindo duas mulheres e onze crianças, foram mortos, como também em dez di as de guerra de classes aberta no sul do Colorado. Hoje, o sindicato dos Trabalhadores de Minas Unidos mantém o sítio de Ludlow como um monumento à luta dos trabalhadores organizados nos Estados Unidos. O Projeto Arqueológico Guerra do Carvão no Colorado escavo o sítio para recuperar a memória de Ludlow e da luta de classes nas minas do Colorado. Para fazer isso construímos uma práxis arqueológica radical que confronta a desigualdade e a exploração no mundo. A chave para este esforço é uma arqueologia da classe trabalhadora dos Estados Unidos que vai além do público tradicional de classe média que tem a arqueologia, para contar ás famílias da classe trabalhadora sobre sua própria história . Este projeto é uma forma direta de ação política, que traz os acontecimentos de 1913-1914 a um diálogo contemporâneo sobre a luta de classes e o sindicalismo nos Estados Unidos.

Palavras-chave:
Guerra do Carvão no Colorado, memória, história do trabalho, luta de classes
Recibido:
12 de marzo de 2016
Aceptado:
13 de mayo de 2016

INTRODUCCIÓN

El problema con la arqueología es que con demasiada frecuencia los arqueólogos nos encontramos hablando para nosotros mismos o para una pequeña audiencia de aficionados que comparten nuestros a veces arcanos intereses. Esto es un problema en parte porque en gran medida son dineros públicos los que, en el contexto de la preservación patrimonial, financian la investigación arqueológica en los estados industriales modernos. Muchos arqueólogos han señalado este hecho y han instado a los arqueólogos a salir y alcanzar al público general. La mayoría de estas apelaciones, sin embargo, asumen que los arqueólogos como expertos son quienes deberían definir qué es interesante del pasado y que el problema de llegar al público en general es simplemente una cuestión de popularizar lo que los arqueólogos saben. En el Proyecto Guerra del Carbón en Colorado hemos adoptado una filosofía diferente; hemos tomado un enfoque distinto para ampliar la audiencia de la arqueología. Vemos a la arqueología como un oficio (“craft”) que puede ponerse al servicio de muchas comunidades diferentes. En este abordaje, las preguntas y lo que es importante del pasado se deciden a través del diálogo entre los arqueólogos y las comunidades a las que sirven.

La Guerra del Carbón de Colorado de 1913-1914 fue uno de los eventos más significativos en la historia del trabajo de los Estados Unidos (Saitta 2008; Larkin y McGuire 2009). En la mañana del 20 de abril de 1914, la Guardia Nacional de Colorado se enfrentó en una batalla campal con huelguistas armados en un campamento donde residían 1.200 huelguistas en Ludlow, Colorado. El tiroteo continuó hasta bien entrada la tarde y luego las tropas arrasaron el campamento, saqueándolo e incendiándolo. Cuando el humo desapareció, veinte de los ocupantes del campamento estaban muertos, incluyendo a dos mujeres y doce niños. La masacre de Ludlow es el más violento y mejor conocido de los incidentes de la Guerra del Carbón de Colorado de 1913-1914, pero su significación va mucho más allá de esta lucha. El asesinato de mujeres y niños en Ludlow indignó al público estadounidense y pronto la opinión pública se volcó en contra de las confrontaciones violentas con los huelguistas. Marca un punto bisagra en la historia de los Estados Unidos, en el que las relaciones laborales comenzaron a cambiar dejando de ser una guerra de clases abierta para dirigirse hacia la aplicación de políticas gubernamentales y corporativas de negociación, cooptamiento y huelgas reglamentadas. En la actualidad la United Mine Workers of America (UMWA; Sindicato Unido de Trabajadores Mineros de los Estados Unidos) mantiene el lugar de la masacre como un santuario y los descendientes de los mineros y miembros del sindicato hacen peregrinaciones regulares al lugar.

El Proyecto Guerra del Carbón en Colorado se compone de docentes y estudiantes de la Universidad de Denver en Colorado y de la Universidad de Binghamton en Nueva York, y ha incluido también a estudiantes de muchas otras instituciones, tales como la Universidad de Manchester, Inglaterra, y la Universidad Autónoma de Barcelona, España. La Sociedad Histórica de Colorado ha financiado nuestro trabajo empleando dinero público proveniente de los impuestos a los casinos (The Colorado State Historical Fund). Comenzamos la investigación bajo el supuesto de que nuestro trabajo debería servir a múltiples comunidades (Shanks y McGuire 1996). Estas comunidades incluyen a la comunidad académica de arqueólogos e historiadores, así como a la audiencia pública tradicional de clase media de la arqueología. Pero la comunidad principal a la que deseamos acercarnos es la de los trabajadores sindicalizados de los Estados Unidos. Estamos construyendo una arqueología de la clase obrera estadounidense que le habla a una audiencia de clase obrera acerca de la historia y la experiencia de la clase trabajadora.

El proyecto es también una experiencia muy personal para mí. La familia de mi madre trabajó en las minas del sur de Colorado, pero se trasladó a minas en el sur de Wyoming antes de las huelgas que aquí tratamos. Allí, todos mis ancestros masculinos excepto mi abuelo murieron en una masiva explosión en una mina. El padre de mi padre era un miembro del sindicato y nunca pudo entender por qué yo quería ser arqueólogo. Trabajó la mayor parte de su vida en un gasoducto de gas natural y tuvo también algo de ganado en el norte de Colorado. Un verano tuve la oportunidad de participar de una escuela de campo arqueológica no lejos de su hogar. Estaba excavando una profunda trinchera exploratoria, trabajando con un pico. En el caluroso sol, el sudor se deslizaba por mi espalda descubierta y el polvo que se levantaba con cada movimiento del pico se pegoteaba sobre mi piel. Un pequeño deslizamiento de guijarros hizo que dirigiera mi vista hacia arriba y allí, parado en el borde de la trinchera, estaba mi abuelo. Simplemente dijo “Hola Randy”, y desapareció antes de que pudiera salir de la trinchera para hablar con él. Después de eso, sin embargo, él desarrolló un nuevo respeto hacia mi interés por la arqueología porque, obviamente, era un “un trabajo de hombres” que me sacaría callos en las manos. El siguiente verano conseguí mi primer trabajo pago en arqueología y él sacó la conclusión de que la arqueología estaba bien porque era un trabajo honesto y porque alguien estaba dispuesto a pagarme por hacerlo. Pero nunca entendió por qué yo quería hacerlo.

LA ARQUEOLOGÍA Y EL PÚBLICO

La relación entre la arqueología y el público se enmarca generalmente en términos de una oposición entre trasmitir los hallazgos dentro de la disciplina y comunicarlos a un público general. Un modelo consumista yace en el corazón de la mayoría de nuestros esfuerzos para comunicarnos con el público. En este modelo el arqueólogo crea un producto, generalmente una versión simplificada de la edición académica, y lo vende al “público general”. Este enfoque supone que los arqueólogos como expertos tienen la autoridad, el conocimiento, la habilidad y el derecho para determinar qué preguntas deberíamos formular acerca del pasado y cuáles deberían ser las respuestas correctas a esas preguntas. El problema, entonces, pasa a ser cómo comunicar o vender nuestra agenda y nuestra interpretación al “público general”. O, dicho en otras palabras, cómo los convencemos de que vean el mundo de nuestra manera.

Hemos tomado un enfoque diferente para este problema. Comenzamos con el supuesto de que la arqueología es un oficio que puede utilizarse para servir a los intereses de múltiples comunidades (Shanks y McGuire 1996). También reconocemos que la sociedad se compone de variados grupos sociales con intereses distintos y a veces en conflicto, y que la idea de la existencia de un público general indiferenciado es sólo un mito. La arqueología como oficio entra en diálogo con comunidades específicas para definir qué pasados estudiar, qué preguntas formular acerca de esos pasados y qué conclusiones extraer de esas preguntas. Hemos entrado en diálogo con la comunidad académica arqueológica a través de artículos como este y de ponencias presentadas en congresos. Hemos también entrado en diálogo con el público tradicional de la arqueología, de clase media, a través de programas educativos e interpretativos. Sin embargo, la comunidad primaria a la cual el Proyecto Guerra del Carbón en Colorado busca servir es la de los trabajadores sindicalizados en Colorado y otros lugares.

La arqueología como disciplina sirve a intereses de clase y esos intereses son con frecuencia contrarios a los intereses de la clase obrera de los Estados Unidos. En los Estados Unidos tanto los académicos como el público general con frecuencia confunden la clase social con el status económico, y definen a la clase en términos de los niveles de ingreso. Este foco en el ingreso enmascara las realidades estructurales de las clases sociales en los Estados Unidos (Wurst 1999). La estructura de clases de los Estados Unidos modernos incluye mínimamente tres posiciones: 1) una Burguesía que posee o controla los medios de producción, 2) una clase obrera que trabaja por salarios, y 3) una clase media de administradores, profesionales y pequeños comerciantes que media entre las otras dos clases. Estas clases no conforman masas uniformes y podemos definir fracciones de clase basadas en diferencias regionales, raciales y culturales (Patterson 1995).

La arqueología ha servido típicamente a los intereses de la clase media (McGuire 2008). Es parte del aparato intelectual (que comprende cosas tales como escuelas, libros, revistas, organizaciones y artes) que produce capital simbólico (cosas tales como conocimiento esotérico, experiencias compartidas, certificación y habilidades sociales) que los individuos necesitan para ser parte de la clase media. Este aparato, incluyendo a la arqueología, se desarrolló como parte de las luchas históricas que dieron origen a las clases medias capitalistas (Trigger 1989; Patterson 1995). Debido a que está basada en la clase media, la arqueología atrae primariamente a seguidores de clase media y con frecuencia no resulta atractiva para las audiencias de clase obrera (Sennett y Cobb 1972; Frykman 1990; Potter 1994; McGuire y Walker 1999).

Creemos que la arqueología puede ser movilizada para atender a los intereses de más que sólo la clase media (Saitta 2008). Buscamos combinar nuestro trabajo académico con los intereses de la clase obrera. Iniciamos el desarrollo de un diálogo entre el trabajo organizado y los académicos en los Estados Unidos. La elección de John Sweeny como presidente de la American Federation of Labor - Congress of Industrial Organizations; AFL-CIO, Federación Estadounidense del Trabajo - Congreso de las Organizaciones Industriales) en 1995 ha llevado a una revitalización de esa organización como un movimiento de amplia base social. Como parte de este movimiento se desarrolló un seminario conjutno entre trabajo y academia en la Universidad de Columbia los días 3 y 4 de octubre de 1996, con más de 2.500 asistentes (Tomasky 1997). Esta alianza se ha manifestado más recientemente en acciones anti-globalización de amplia base, tales como las que se dieron en Seattle en el año 2000 y la reciente adopción por varios sindicatos de posturas opuestas a la acción militar de los Estados Unidos en Irak. Estamos contribuyendo a estos esfuerzos a través de estudiar una historia que tiene significado para los trabajadores y a través de atender a su interés en esta historia. La Guerra del Carbón en Colorado de 1913-1941 no es una historia exótica o antigua. Es algo familiar, cercano a sus hogares, relevante e involucra problemáticas que todavía hoy confrontan los trabajadores.

LA GUERRA DEL CARBÓN EN COLORADO, 1913-1914

En 1913 Colorado era el octavo estado productor de carbón en los Estados Unidos (McGovern y Guttridge 1972). La mayor parte de esta producción se concentraba en los campos de carbón bituminoso de los condados de Huerfano y Las Animas, al norte de Trinidad, Colorado. Estas minas producían primariamente carbón de coque para las acerías de Pueblo, Colorado. La empresa minera más grande en esta región era la Colorado Fuel and Iron Company (CF&I), que era controlada por Rockefeller. Esta compañía empleaba a aproximadamente 14.000 mineros en 1913, el 70% de los cuales eran inmigrantes. La mayoría de estos inmigrantes provenían del sur de Europa (principalmente Italia y Grecia) y de Europa del Este (principalmente Austria-Hungría, Polonia y Rusia), junto con algunos galeses, irlandeses, afroamericanos, mexicanos y japoneses. Los organizadores del sindicato estimaban que los mineros hablaban por lo menos 24 idiomas diferentes.

Las aisladas comunidades de mineros se componían uniformemente de familias de clase obrera junto con un puñado de gerentes y profesionales. Los miembros de la clase trabajadora no experimentaban la vida diaria en la comunidad minera del sur de Colorado todos de la misma manera. Las vidas de hombres y mujeres eran bastante diferentes y las relaciones de poder y la explotación existían también dentro de los hogares de la clase obrera. Cada grupo étnico también formaba su propia comunidad, tanto en términos de patrones de residencia como de instituciones sociales, tales como iglesias, asociaciones étnicas y organizaciones fraternales. La discriminación racial existía, con los trabajadores euroamericanos discriminando a los trabajadores afroamericanos y chicanos; asimismo, el puñado de trabajadores japoneses era totalmente excluido de las actividades sindicales. Los angloamericanos de las comunidades rurales locales consideraban a los mineros como extranjeros inferiores, y muchos de los guardias privados contratados por las empresas mineras provenían de las filas de la clase trabajadora rural. La burguesía rural mayormente se alineaba con la gerencia de las mineras en contra de los huelguistas, con la excepción de una reducida pequeña burguesía de comerciantes que se identificaban con los mineros que constituían su clientela.

Las condiciones en las minas y de las vidas de los mineros eran pasmosas (Beshoar 1957; McGovern y Guttridge 1972; Papanikolas 1982). En 1912 la tasa de accidentes en las minas de Colorado era del triple del promedio nacional (Whiteside 1990). Las minas del sur de Colorado operaban en flagrante violación de varias leyes estatales que regulaban la seguridad y la compensación justa de los mineros. Los mineros vivían en campamentos precarios y aislados, propiedad de las empresas. Las empresas controlaban el alojamiento, los almacenes, las instalaciones médicas, la cantina y todas las actividades recreativas. Los guardias de la empresa actuaban como policía y regulaban quién podía entrar o salir de las comunidades. Las empresas también dominaban la mayor parte de la estructura política local e indicaban a sus empleados cómo votar. Relatos contemporáneos describían la situación como feudal (Seligman 1914a, 1914b).

En 1913 la UMWA lanzó una masiva campaña de organización en el sur de Colorado y convocó a un paro en el otoño de ese año (Beshoar 1957; McGovern y Guttridge 1972; Papanikolas 1982; Martelle 2007; Andrews 2008). Los huelguistas demandaban el derecho a sindicalizarse, mejor paga y que se respetara la legislación minera vigente. Simultáneamente, las empresas trajeron a la agencia de detectives Baldwin Feltz para reprimir violentamente los esfuerzos de organización y posteriormente la huelga. Las empresas forzaron a la gente a salir de sus casas, que eran propiedad de las empresas, y varios miles de personas de trasladaron a campamentos de carpas levantados por la UMWA. Ludlow, con aproximadamente 150 carpas y alrededor de 1.200 residentes, era el más grande de estos campamentos, a la vez que servía de cuartel general a la UMWA en el condado de Las Animas (Figura 1 y 2).

Figura 1: Mapa mostrando la ubicación de la masacre de Ludlow; dibujado por Anne Hull.
Figura 1: Mapa mostrando la ubicación de la masacre de Ludlow; dibujado por Anne Hull

Cada uno de estos campamentos contenía una mezcla de nacionalidades, incluyendo italianos, griegos, europeos del este, mexicanos, afroamericanos y galeses.

La violencia caracterizó a la huelga desde su comienzo, con ambos bandos cometiendo ataques, tiroteos y asesinatos (Beshoar 1957; McGovern y Guttridge 1972; Papanikolas 1982; Martelle 2007; Andrews 2008). En octubre, el gobernador del Estado de Colorado convocó a la Guardia Nacional. Durante el invierno de 1913-1914 las relaciones entre los huelguistas y la guardia se deterioraron, especialmente en abril cuando el gobernador retiró a las tropas regulares y las compañías mineras las reemplazaron con sus propios empleados bajo el mando de oficiales de la Guardia Nacional de Colorado. En Ludlow los huelguistas cavaron sótanos bajo sus carpas, para que sirvieran como refugios a las mujeres y niños.

El 20 de abril de 1941, la guardia atacó el campamento de Ludlow. Alrededor de las 9 de la mañana el comandante de la guardia ordenó a Louis Tikas, el líder de la colonia, que se entrevistara con él la estación de ferrocarril de Ludlow. Temiendo que esto fuese un pretexto para un ataque, huelguistas armados tomaron posición en un terraplén del ferrocarril desde donde se dominaba la estación. La Guardia Nacional había situado una ametralladora en una colina a una milla al sur del campamento. Alguien disparó y los guardias comenzaron a hacer fuego de ametralladora hacia el campamento. Con el transcurso del día cerca de 200 guardias se sumaron a la lucha, así como una segunda ametralladora. Después de unas horas de tiroteo, las carpas estaban tan llenas de agujeros que parecían hechas de encaje (Thomas 1971). Los huelguistas armados atacaron a su vez a la guardia, tratando de alejarla del campamento.

El campamento era un pandemónium. Algunas personas buscaron refugio en un pozo de agua y otras se acurrucaron en los sótanos debajo de sus carpas. Los líderes del campamento trabajaron todo el día tratando de llevar a la gente a una cañada seca al norte del campamento. Temprano en la tarde, un niño de 12 años de edad llamado William Snyder salió de un sótano para buscar comida y recibió un disparo que lo mató.

Al atardecer un tren se detuvo frente a la posición de las ametralladoras, bloqueando su línea de tiro. Aprovechando este breve respiro del fuego de ametralladora, la mayoría de los huelguistas que habían estado inmovilizados en la colonia pudieron escapar junto con los huelguistas armados que luchaban para contener a la Guardia Nacional. Los guardias barrieron el campamento, saqueando y quemando las carpas. Cuatro mujeres y once niños se acurrucaban aterrados en el sótano cavado debajo de la carpa número 58, mientras las llamas consumían la carpa encima. Los guardias atraparon a Louis Tikas y a otros dos líderes del campamento, y los ejecutaron sumariamente. Para cuando llegó el amanecer, el campamento era una ruina humeante y en el oscuro hoyo debajo de la carpa número 58 dos de las mujeres y los once niños yacían muertos (Figura 2).

A continuación del ataque, huelguistas en todo el sur de Colorado empuñaron las armas y tomaron control del distrito minero. Los huelguistas destruyeron varios pueblos de la empresa y mataron a varios de sus empleados. Finalmente, después de diez días de guerra abierta, el presidente Wilson envió tropas federales a Trinidad para restablecer el orden. La huelga continuó hasta diciembre de 1914, cuando una UMWA en bancarrota tuvo que levantar el paro.

Figura 2: El campamento de Ludlow antes de la masacre (foto cortesía de la Biblioteca Pública de Denver).
Figura 2: El campamento de Ludlow antes de la masacre (foto cortesía de la Biblioteca Pública de Denver)

La matanza de mujeres y niños en Ludlow sacudió a la nación (Gitelman 1988). Progresistas prominentes como Upton Sinclair y John Reed usaron los eventos para demonizar a John D. Rockefeller Jr. La Comisión de Relaciones Industriales de los Estados Unidos investigó los eventos de la huelga y emitió un informe de 1.200 páginas (U.S. Congress, Senate 1916). En respuesta a esta atención nacional, Rockefeller contrató a la firma de relaciones públicas corporativas más importante, e instituyó una serie de reformas en las minas del sur de Colorado. No está claro qué impactos prácticos tuvieron estas reformas en las vidas de los mineros y sus familias pero durante los años 20 el distrito continuó complicado por huelgas. El reconocimiento a los sindicatos en el sur de Colorado sólo llegó con las reformas del New Deal de los años 30 (McGovern y Guttridge 1972).

¿CÓMO PUEDE LA ARQUEOLOGÍA MEJORAR EL CONOCIMIENTO DE LA GUERRA DEL CARBÓN DE COLORADO?

El registro documental de textos primarios, fotografías e historias orales de la Guerra del Carbón de Colorado es increíblemente sólido y deja pocas cuestiones sin tratar. Como arqueólogos, contribuimos con una actividad que nos permite apreciar las condiciones materiales de la vida cotidiana en los campamentos del carbón y en las colonias de carpas del sur de Colorado. Estas condiciones moldearon las vidas de los mineros y sus familias, así como el curso de la huelga de 1913-1914, pero son precisamente estos aspectos mundanos de la vida los que, en el registro documental, son dejados de lado en favor de las respuestas a gran escala y de alto perfil a la situación de conflicto.

Varios trabajos históricos importantes acerca de la huelga han aprovechado el rico registro archivístico de documentos y fotos relacionados con la Guerra del Carbón en Colorado (Beshoar 1957; McGovern y Guttridge 1972; Papanikolas 1982; Martelle 2007; Andrews 2008). Estos estudios se han enfocado sobre todo en los eventos, los líderes de la huelga y el trabajo organizativo de la UMWA. Han tendido a enfatizar al minero hombre y a los aspectos comunes de la experiencia laboral como la fuente de conciencia social que unía a mineros que eran étnica y racialmente distintos. Las historias usualmente sugieren, y a veces lo afirman categóricamente, que los mineros compartían una experiencia de vida común en el trabajo, pero que cuando retornaban a sus hogares experimentaban una vida caracterizada por la pertenencia étnica. De esta manera, aceptan una hipótesis muy tradicional sobre la acción laboral que enfatiza la agencia de los hombres y minimiza el rol de las mujeres. Esta hipótesis tiende a igualar clase y lucha de clases con hombres activos en el lugar de trabajo, y etnicidad y tradición con mujeres pasivas en el ámbito hogareño.

Nosotros, y muchos otros, vemos a esta perspectiva tradicional con escepticismo (Long 1985, 1991; Beaudry y Mrozowski 1988; McGaw 1989; Cameron 1993; Shackel 1994, 1996; Mrozowski et al. 1996). Coincidimos en que las identidades étnicas atravesaban a las clases sociales en el sur de Colorado y que dificultaban la formación de una conciencia de clase, pero cuestionamos la ecuación simplista de clase=lugar de trabajo=masculino y etnicidad=hogar=femenino. Alternativamente, proponemos que la clase y la etnicidad atraviesan tanto al lugar de trabajo como al hogar, tanto a lo masculino y como a lo femenino. Por lo tanto esperamos que los hombres de clase trabajadora en las minas y las mujeres de clase trabajadora en los hogares compartieran una experiencia cotidiana común que resultaba de su posición de clase, y que las diferencias étnicas los dividieran también en ambos contextos.

Podemos demostrar a partir de los análisis existentes que las divisiones étnicas existían también en el lugar de trabajo. En el sur de Colorado los mineros trabajaban como contratistas independientes y formaban sus propios grupos de trabajo. Estos grupos se organizaban rutinariamente sobre líneas étnicas (Long 1991). Los arqueólogos históricos e industriales han demostrado también que muchos otros casos de lugares de trabajo del siglo XIX y XX estaban étnicamente estructurados (Hardesty 1988; Bessett 1994; Wegars 1991). En la hipótesis tradicional, son los aspectos compartidos derivados de la experiencia laboral los que permiten superar las divisiones étnicas tanto en el lugar de trabajo como en la vida doméstica étnicamente determinada, para crear la conciencia de clase.

La idea de que existía una experiencia de vida compartida en el hogar que también contribuyó a la formación de una conciencia de clase común es más difícil de demostrar sobre la base de los análisis existentes. Las historias coinciden todas en que las vidas diarias de las familias de los mineros eran duras, pero dan poca información, más allá de evidencia anecdótica, de la realidad de esas condiciones. La historiadora Priscilla Long (1985), en un análisis que apoya nuestra hipótesis alternativa, ha demostrado que las mujeres en las minas de Colorado compartían una experiencia común de explotación sexual, pero también carece de información detallada acerca de las realidades de la experiencia diaria en el hogar.

Nuestra hipótesis alternativa enfatiza la importancia del hogar en la creación de la conciencia de clase. Buscamos probar que las condiciones materiales diarias de la vida doméstica atravesaban a las divisiones étnicas, antes, durante y después de la huelga. Si este es el caso, entonces podremos argumentar que las mujeres y niños eran agentes activos, junto con los mineros hombres, en la formulación de una conciencia social que los uniera para la huelga. Alternativamente, si nuestro análisis mostrara que cada grupo étnico tenía unas condiciones materiales de vida cotidiana distintas, entonces aceptaremos la noción tradicional de que las familias obedecían al liderazgo de los hombres mineros, quienes adquirieron su conciencia de clase en los socavones de las minas.

La arqueología histórica ofrece una arena muy productiva para examinar la relación entre conciencia social, experiencia de vida y condiciones materiales del cambio cultural (Orser 1996; Shackel 1996). En los períodos históricos los arqueólogos pueden integrar documentos y cultura material para capturar tanto la conciencia como las condiciones materiales que daban forma a la experiencia de vida (Beaudry 1988; Leone y Potter 1988; Little 1992; Leone 1995; De Cunzo y Herman 1996). En los documentos, la gente nos habla de su conciencia, sus intereses, sus luchas, pero no todas las personan hablan en los documentos con la misma fuerza o presencia. Asimismo, raramente nos hablan en detalle acerca de sus vidas cotidianas. La gente, sin embargo, crea un registro arqueológico a partir de la acumulación de las pequeñas acciones que componen su experiencia de vida. Así, el registro arqueológico consiste primariamente en restos de las vidas mundanas de la gente y toda la gente deja huellas en este registro material.

La investigación arqueológica proporciona un medio para lograr un entendimiento más rico, más detallado y más sistemático de la experiencia cotidiana de las familias mineras de Colorado (Saitta 2008; Larkin y McGuire 2009). Estas familias dejaron sin saberlo un registro de esa experiencia en la tierra. Los arqueólogos pueden recapturarla en los restos quemados de sus carpas, en la organización espacial de sus campamentos, en el contenido de sus letrinas y examinando la basura que dejaron. Conectar esta información con fuentes documentales y fotográficas nos proporciona una útil manera de reconstruir esa experiencia. Aplicando estos métodos a los pueblos de la empresa que estaban ocupados antes de la huelga, a los campamentos de los huelguistas y a los pueblos de la empresa que se reabrieron luego de la huelga, podemos poner a prueba nuestra propuesta.

TRABAJO DE CAMPO ARQUEOLÓGICO

Con la ayuda de los participantes de nuestras escuelas de campo, pudimos completar seis temporadas de excavación en Ludlow y en Berwind, un pueblo perteneciente a la empresa CF&I. El sitio de la masacre representa en sí mismo un contexto arqueológico casi perfecto. Los huelguistas lo ocuparon por un período muy corto y la Guardia Nacional de Colorado lo destruyó con fuego. El uso posterior del área ha tenido muy poco impacto en los restos arqueológicos. En Berwind, las calles, cimientos, letrinas y pozos de basura permanecen visibles en la superficie.

En Ludlow hemos llevado adelante una recolección superficial controlada para obtener una idea de la extensión y el diseño general del campamento. La distribución de los materiales superficiales parece coincidir bastante con la planta del campamento que se observa en fotos de la época. Varios rasgos asociados con el campamento huelguista han sido localizados y excavados, proporcionando mayor evidencia de la vida diaria de los huelguistas. La mayoría de los rasgos son poco profundos, apareciendo a profundidades de entre 10 y 20 cm. Hemos encontrado y excavado dos plataformas de carpas completas y varias parciales, así como varios pozos poco profundos de función no determinada. Hemos también localizado varios rasgos profundos, entre ellos un posible retrete y dos estructuras que casi con certeza corresponden a refugios subterráneos o sótanos de almacenamiento construidos por algunos de los residentes de la comunidad.

Las fotografías han mostrado ser de gran ayuda en nuestras excavaciones, así como una rica fuente de información. Existen varios cientos de fotografías de la huelga, incluyendo docenas del campamento de Ludlow. Una foto tomada desde una torre de agua del ferrocarril cercana muestra al campamento unos pocos días antes de la masacre. Usamos una técnica introducida por Gene Prince (1988) y James Deetz (1993) para definir la posición de las carpas y de otros puntos de la colonia. Conseguimos una transparencia de la foto pre-masacre y la montamos sobre la lente de una cámara similar a la que suponemos se usó para tomar la foto. El punto desde el que fue tomada la foto, la torre de un tanque de agua junto a la línea de ferrocarril cercana a la colonia, fue relocalizado y la cámara se elevó con un elevador hidráulico. Con la cámara en posición pudimos observar a través de su visor y ver la imagen del campamento superpuesta sobre el paisaje actual. Usando rasgos permanentes del paisaje como referencia, fuimos capaces de localizar más de un cuarto de las carpas que formaban la colonia. Estas ubicaciones han sido el objeto de trabajo de campo entre 2000 y 2002.

A partir de las fotos sabemos que las carpas se construyeron cavando primero una depresión poco profunda y luego colocando viguetas de madera directamente en la tierra para sostener una plataforma y marco de madera. Una vez cubierta la estructura con lona, los huelguistas apilaban una pequeña pared de tierra alrededor de la base de la carpa. En 1998 excavamos una plataforma de carpa y pudimos definirla basándonos en las manchas en el suelo y en las trincheras poco profundas (probablemente líneas de goteo causadas por el escurrimiento proveniente del techo de las carpas) y filas de clavos que seguían la línea de donde estaban ubicadas las viguetas (Figura 4).

Un gran número de pequeños artefactos, probablemente perdidos por los habitantes, se halló asociado con el piso de la carpa. Incluían una liga con la inscripción en italiano de la “Sociedad de Alpinistas Tiroleses” y una colección de medallas religiosas católicas, sugiriendo que los ocupantes de la carpa eran católicos italianos. La excavación de una segunda carpa reveló una oxidación del suelo extensiva, resultando del intenso calor de una carpa ardiendo, así como útiles y restos de mobiliario de metal que han sobrevivido al incendio.

Figura 4. Excavación de una plataforma de carpa en el sitio Masacre Ludlow.
Figura 4. Excavación de una plataforma de carpa en el sitio Masacre Ludlow

El trabajo en un rasgo profundo en los márgenes de la colonia (posiblemente un retrete) ha revelado evidencia de los primeros actos de conmemoración en el sitio. Sobre una serie de depósitos ricos en materiales, se halló un trípode de metal y una guirnalda de alambre. El material de los estratos más profundos del rasgo consistía en latas de acero de distintos tamaños, incluyendo una multitud de latas de leche condensada marca “Pet”, botellas de salsa y medicinales, latas de tabaco, fragmentos de muebles y una lámpara de minero.

Hemos localizados y excavado siete rasgos profundos que creemos pueden ser sótanos de tierra, cuya existencia está bien documentada en las fuentes que tratan sobre la colonia de Ludlow. Elegimos dos de esos sótanos para excavarlos completamente y la estratigrafía y los contenidos claramente reflejan la historia del ataque a la colonia (Figura 5).

Figura 5. Excavando un sótano en el sitio Masacre de Ludlow.
Figura 5. Excavando un sótano en el sitio Masacre de Ludlow

Posesiones familiares dañadas por el fuego fueron halladas sobre el piso. Para llegar hasta ellas debimos atravesar un nivel de lona y maderas quemadas y ojales oxidados provenientes de las carpas quemadas. Sobre todo esto había una capa de carbón, escoria de carbón, metal oxidado y posesiones quemadas que los mineros usaron para rellenar los pozos luego de la masacre. Contextos como estos nos proporcionan una información invaluable acerca de la vida doméstica en la colonia de Ludlow, un aspecto de la huelga que apenas puede vislumbrarse en los documentos escritos, pero un aspecto que es crucial para entender las experiencias cotidianas de los huelguistas.

Otro rasgo profundo fue excavado durante la temporada 2000 y resultó carecer completamente de artefactos. Si bien su función permanece incierta, su forma sugiere que podría corresponder a uno de los pozos de tirador cavados por los mineros para proteger la colonia de ataques.

Berwind era un pueblo de la empresa CF&I, ubicado en el cañón de Berwind, cerca de Ludlow, que fue ocupado antes y después de la huelga. Muchos de los huelguistas provenían de allí. CF&I construyó el pueblo en 1892 y lo abandonó en 1931. En 1998 levantamos un plano detallado de la comunidad y pudimos definir numerosos barrios residenciales. Las excavaciones de prueba revelaron depósitos estratificados de hasta 50 cm de profundidad en los patios de las casas. En este sitio hemos excavado en basurales, letrinas y patios. Hemos podido identificas depósitos que datan de antes, durante y después de la huelga. Nuestro examen preliminar de los artefactos de estas excavaciones, de las fotografías de la comunidad en diferentes momentos y de los registros de la compañía indica que algunos de los barrios son previos a la huelga mientras que otros se construyeron como parte del programa de mejoras de los pueblos que se instituyó luego de la huelga. También contactamos y comenzamos a registrar historias orales de antiguos residentes de Berwind.

Las excavaciones en lo que parece haber sido un basurero del pueblo han revelado un sorprendente surtido de objetos, desde mobiliario hogareño hasta basura doméstica, así como fragmentos de calzado, ropa y otros efectos personales. Esperamos también aprender más acerca de cómo se transportaba la basura a los basurales y de cómo se gestionaba el basural, a través del análisis estratigráfico de grano fino. Un gran retrete asociado con un área residencial ocupada antes de la huelga fue también localizado y muestreado. Los varios episodios de rellenado y los artefactos contenidos en él reflejan el uso regular y el mantenimiento del retrete, así como su eventual tapado, en algún momento de la década de 1910, con restos de la destrucción del barrio residencial. En combinación con las historias orales y los datos de los censos, el material de esta sección pre-huelga de Berwind nos proporciona una ventana hacia las condiciones materiales de vida que en parte motivaron la lucha colectiva de 1912-1913.

El estudio de los materiales de Berwind por parte de Margaret Wood (2002a) muestra cómo las mujeres de clase trabajadora en los pueblos de la empresa eran capaces de sostener a sus familias en base a salarios de mineros que no podrían servir para alimentar ni a dos personas. En la basura previa a la huelga, Wood encontró muchas latas, grandes ollas de cocinar y grandes recipientes para servir. Las familias recibían a mineros solteros como pensionistas para obtener un ingreso extra y las mujeres usaban comida enlatada para hacer guisos y sopas para alimentarlos. Luego de la huelga, las empresas desalentaron esta práctica, pero los salarios de los mineros seguían siendo demasiado bajos como para mantener una familia. Las latas de comida y las grandes ollas desaparecen de la basura, para ser reemplazadas por frascos de conservas y tapas, huesos de conejos y pollos. Las mujeres y los niños que ya no podían ganar dinero de los pensionistas, ahora producían comida en sus casas para alimentar a sus familias.

La UMW mantuvo el sitio de Ludlow como un santuario para honrar a los trabajadores que murieron allí. Hay en la actualidad un monumento en el sitio pero poca o ninguna información interpretativa (Figura 6). En este contexto, nuestro trabajo arqueológico también se transforma en una poderosa forma de memoria y de acción.

ARQUEOLOGÍA COMO MEMORIA

La naturaleza altamente emotiva de los eventos históricos en torno a la Guerra del Carbón choca con las narrativas más aceptadas acerca de las relaciones de clases en los Estados Unidos, particularmente en el oeste (McGuire y Reckner 2002). Creemos que la historia sumergida de Ludlow representa una divisoria de aguas en la historia estadounidense, que demanda ser recuperada para una amplia gama de grupos sociales Muchos visitantes de clase media al monumento conmemorativo ignoran lo que ocurrió aquí y se sienten incómodos por las implicancias de la historia. Otros ven a la historia de Ludlow como una cuestión perteneciente a un pasado desafortunado que ha sido ya dejado atrás –siendo la noción subyacente que hoy somos todos de clase media en los Estados Unidos y que por lo tanto el conflicto de clases es algo que pertenece a la historia. No necesitamos resaltar el poder ideológico que tiene esta línea de pensamiento. Por otro lado, luego de escuchar una propuesta para hacer trabajo de campo arqueológico en los terrenos del Memorial de la Masacre de Ludlow, un minero del carbón sugirió que “todo lo que necesitan saber de Ludlow puede resumirse en dos palabras: los jodieron” (Duke y Saitta 1998). La profunda alienación e incluso hostilidad evidente en esta afirmación fue un llamado de atención acerca de las realidades de la vida y el pensamiento de la clase obrera, y también planteó la cuestión del valor social más amplio de una práctica como la arqueología, una cuestión a la que retornaremos más abajo.

Figura 6. Monumento conmemorativo de la masacre de Ludlow erigido por la UMWA restaurado.
Figura 6. Monumento conmemorativo de la masacre de Ludlow erigido por la UMWA restaurado

La historia de Guerra del Carbón de 1913-1914 y la masacre de Ludlow es una historia que ha estado oculta, perdida o por lo menos sólo selectivamente recordada fuera de los círculos sindicales. Por el contrario, dentro del movimiento sindical Ludlow es un santuario y un símbolo poderoso para alzar la conciencia de clase y para movilizar a los miembros de los sindicatos. Los nuevos carteles indicadores en la autopista interestatal que identifican la salida hacia el Memorial de la Masacre de Ludlow atraen un pequeño pero constante flujo de turistas de verano al sitio. La mayoría de estos individuos llegan esperando encontrar un monumento a una masacre relacionada con la guerra contra los indios. En este contexto, nuestras excavaciones se convierten en una forma de memoria, trayendo a la existencia para estos visitantes lo que ocurrió en Ludlow, los sacrificios de los huelguistas y mostrándoles que los derechos de los trabajadores se ganaron a través de una lucha terrible. La memoria conduce a la acción, al ver los trabajadores sus luchas contemporáneas como una continuación de la lucha en Ludlow.

La historia de Ludlow tiene gran atractivo popular. La violencia de los eventos y la muerte de mujeres y niños la convierten en una historia apremiante. No es una historia de un pasado distante o exótico. Los descendientes de los huelguistas todavía visitan regularmente el sitio y la UMWA realiza un acto conmemorativo en el monumento cada año.

Nuestro foco en la vida cotidiana humaniza a los huelguistas porque habla de ellos en términos de relaciones y actividades que nuestras audiencias modernas también experimentan; por ejemplo, relaciones entre maridos y esposas, padres e hijos, y actividades tales como cocinar para una familia o lavar la ropa. El paralelo ente las realidades modernas de estas experiencias y las vidas de los mineros proporciona a nuestras audiencias modernas un punto de comparación que les permite entender la dureza de la experiencia de los mineros.

En los Estados Unidos, las excavaciones arqueológicas son consideradas como algo digno de aparecer en las noticias. Nuestras primeras dos temporadas de excavación resultaron en artículos en los principales diarios del Estado de Colorado. Eric Zorn, un columnista del Chicago Tribune habló de nuestras excavaciones en su columna del Día del Trabajo en 1997. Tituló la columna “Los derechos de los trabajadores se ganaron con sangre”. Nuestra excavación dio a los eventos de 19131914 una realidad actual; vuelven a vivir y se transforman en noticia de nuevo.

Nos hemos enfocado también en desarrollar programas interpretativos en el sitio de la masacre. La UMWA ha hecho de Ludlow y la masacre un símbolo de sus luchas continuas, pero muchos de los turistas que regularmente salen de la autopista para visitar el sitio necesitan una información más específica de la huelga de 1913-1914 para poder entender la significación de Ludlow en el presente. Durante el verano de 1998, más de 500 personas visitaron nuestra excavación y, a través de visitas guiadas por nuestro personal, aprendieron la historia de lo que allí ocurrió. En el acto conmemorativo de junio de 1999 inauguramos un stand interpretativo. El mismo incluía tres paneles; uno es la historia de la huelga y de la masacre, un segundo acerca de nuestra investigación arqueológica, y un tercero acerca de la relación de Ludlow con las luchas laborales actuales. Más de 700 trabajadores visitaron el stand y nuestra exhibición itinerante, y escucharon entusiasmados una exposición breve sobre nuestro trabajo. En los próximos dos años instalaremos un sendero interpretativo más detallado en el sitio.

Los trabajadores del sur de Colorado todavía luchan por dignidad y derechos básicos. Muchos de los derechos por los que los huelguistas de Ludlow lucharon y murieron, tal como la jornada laboral de 8 horas, están amenazados en los Estados Unidos de hoy. Asimismo, la animosidad hacia los sindicatos y sus luchas también continúa hoy en el sur de Colorado.

Varios cientos de los participantes del acto conmemorativo de los últimos cuatro años eran trabajadores siderúrgicos en huelga de Pueblo, Colorado (Figura 7). Han estado en huelga contra la CF&I por forzar horas extra obligatorias y así recuperar uno de los derechos básicos por el murieron los huelguistas de Ludlow, la jornada de 8 horas. Han usado la masacre de Ludlow como un potente símbolo en su lucha. Es un símbolo tan poderoso, que la empresa madre (Oregon Steel) cambió el nombre de su subsidiaria en Pueblo de CF&I a Rocky Mountain Steel para distanciarse de los eventos de 1914. La empresa ahora parece determinada a romper el sindicato y privar a los trabajadores siderúrgicos de otro de los derechos básicos por los que los huelguistas de Ludlow lucharon, el derecho a negociar colectivamente. En junio de 1999 nos dirigimos en dos ocasiones a los siderúrgicos de Pueblo y luego varios individuos insistieron [NdT: en cursivas en el original] en que aceptáramos pequeñas donaciones de dinero para profundizar nuestra investigación. Se hizo evidente inmediatamente que era algo importante para ellos que aceptáramos este apoyo no solicitado, y nuestra respuesta de que los fondos deberían mejor entregarse al fondo de alivio para la huelga no fue tenida en cuenta.

Figura 7. Trabajores siderúrgicos en huelga asistiendo al acto conmemorativo en memoria de Ludlow en 2001.
Figura 7. Trabajores siderúrgicos en huelga asistiendo al acto conmemorativo en memoria de Ludlow en 2001

En mayo de 2003 vándalos atacaron el monumento de Ludlow. Usando una masa, rompieron la cabeza de la figura masculina y la cabeza y el brazo de la figura femenina. Se llevaron las cabezas y nunca fueron recuperadas. Las donaciones de sindicatos locales e individuos privados llovieron al local 9856 de la UMWA en Trinidad. El 5 de junio de 2005, el consejo directivo de la UMWA junto con más de 1.000 miembros del sindicato se reunieron para reinaugurar el monumento restaurado.

LOS DESCENDIENTES Y LAS COMUNIDADES DESCENDIENTES

En la última década muchos arqueólogos históricos han propuesto que deberíamos trabajar con las comunidades descendientes de los sitios históricos que investigamos (Spector 1993; Blakey y LaRoche 1997; Wilkie y Bartoy 2000). Un énfasis en la agencia individual en este contexto ha llevado a algunos de estos investigadores a confundir a los descendientes de comunidades históricas con una comunidad descendiente. En el caso de Ludlow, hemos intentado servir a ambos grupos (descendientes y comunidad descendiente) pero con el reconocimiento que en este caso sólo la comunidad descendiente es una comunidad de lucha.

Los descendientes de la colonia de Ludlow que asisten al acto conmemorativo cada año son principalmente anglos de clase media. Pocos de ellos son aún mineros, o incluso de clase obrera. Sus padres y/o ellos mismos fueron parte de la gran movilidad social de los años 50 y 60, y son en la actualidad maestros, abogados, empresarios, gerentes y administradores. Están dispersos por todo Estados Unidos. Comparten una identidad de descendientes de la masacre pero no forman una comunidad, ni en el sentido de vivir unos cerca de otros, ni en formar parte de algún tipo de organización o asociación. La conmemoración de los descendientes es familiar y personal. Su preocupación es establecer una conexión con este pasado familiar y/o asegurarse de que el rol de su familia en el pasado sea correctamente honrado. Hemos ayudado a los descendientes a localizar las tumbas para que pudieran erigirse lápidas para los miembros de sus familias que murieron en la masacre, y también corrigiendo errores en la documentación o en las etiquetas de las fotos en los archivos históricos.

La comunidad descendiente de la huelga del carbón de 1913-1914, por su parte, se compone de los trabajadores sindicalizados del sur de Colorado. Incluye a muchos descendientes de personas que participaron en la huelga, pero la vasta mayoría de ellos no tiene conexiones familiares directas con los eventos de 1913-1914. Una minoría de ellos son étnicamente blancos (italianos y europeos del este) pero la mayoría son chicanos. Son ellos los que mantienen el monumento, organizan el acto conmemorativo y hacen de los eventos de 1913-1914 parte de sus luchas activas.

Cuando planificamos nuestro proyecto a mediados de los 90, una mina de carbón donde había un sindicato todavía operaba cerca de Trinidad. Cuando empezamos con el trabajo de campo nos desilusionamos al enterarnos que la mina había cerrado. Temimos que este evento transformaría el proyecto, de ser un compromiso activo con una comunidad sindical para transformarse en un proyecto de memoria post-industrial, pero no fue así como resultó. Ludlow sigue siendo un lugar sagrado para la UMWA; la Oficina de Distrito en Utah asumió la responsabilidad de continuar con el acto conmemorativo, que continúa siendo un evento nacional para el sindicato. Desde que nuestro proyecto comenzó, tanto los trabajadores de Las Animas como los del Hospital de Trinidad se han sindicalizado. Ambos eligieron el sindicato de sus padres y tíos, la UMWA. Ambos se identifican con los eventos de Ludlow. Finalmente, los siderúrgicos huelguistas de Pueblo, Colorado, han convertido a la Masacre de Ludlow en un poderoso símbolo de su lucha. Participamos en esta lucha uniéndonos a ellos en la conmemoración y dando charlas en los salones del sindicato.

También participamos a través de usar nuestro conocimiento del mundo para criticar al mundo y para enseñar a otras comunidades cómo los derechos laborales fueron conseguidos con sangre. No fueron entregados gratuitamente sino que se ganaron con las vidas de trabajadores como los que murieron en Ludlow.

ENSEÑANDO EL TRABAJO Y EL TRABAJO DE ENSEÑAR

La poderosa ideología que describe a una sociedad estadounidense como sin clases sociales, y el silenciamiento sistemático de la historia de la lucha de clases en las narrativas populares acerca de la historia estadounidense hacen que la educación sea una parte extraordinariamente importante del Proyecto Arqueológico Guerra del Carbón (Walker y Saitta 2002; Wood 2002b). Además de las tareas en que participamos junto con la comunidad obrera local y los visitantes al sitio, también nos dedicamos a introducir a nuestros propios estudiantes de las escuelas de campo a los aspectos del trabajo en los Estados Unidos, pasados y presentes, y a ayudar a otros docentes a incorporar problemáticas relacionadas con el trabajo en sus programas de enseñanza.

No es una sorpresa, dada la composición de clase de la mayoría de los estudiantes de pregrado, que muchos de los estudiantes que asisten a la escuela de campo del Proyecto Arqueológico Guerra del Carbón provengan de medios de “sólida clase media” con muy poco conexión directa con las experiencias e instituciones de la clase obrera. Muchos de estos estudiantes viven en América del Norte y han adquirido su conocimiento acerca de los sindicatos a partir de la educación oficial y de los medios. Si bien algunos tienen algún conocimiento de la historia del trabajo en los Estados Unidos y de la estructura de clases de la sociedad estadounidense, la mayoría han tenido muy pocas experiencias que les hayan hecho darse cuenta de que las clases sociales realmente existen, y más específicamente, de su propia posición de clase en esta estructura.

La naturaleza del sitio de la masacre de Ludlow destaca la realidad de las clases sociales y la lucha de clases a los estudiantes. Como se mencionó arriba, sin embargo, la toma de conciencia de que existían clases sociales en el pasado no evita que se niegue su existencia en el propio presente. Las interacciones con la comunidad obrera local ponen esta última noción en cuestión. El acto conmemorativo anual de la UMWA en el monumento de Ludlow confronta de una manera poderosa a los estudiantes con el fenómeno del trabajo, los sindicatos y la solidaridad de clase. Cada verano, el personal y estudiantes del Proyecto Arqueológico Guerra del Carbón asisten a estas reuniones junto con entre 300 y 1.000 miembros de los sindicatos provenientes de todas partes de los Estados Unidos, que representan diferentes tipos de actividades laborales. Los siderúrgicos huelguistas de Pueblo, Colorado, han jugado un rol central en los actos conmemorativos recientes, conectando su lucha actual contra la Oregon Steel (antes CF&I) con aquella de 1913-1914. En estos y otros eventos, los estudiantes tienen la oportunidad de presentar sus trabajos de arqueología sobre Ludlow y discutir su significado con los obreros.

El Proyecto Arqueológico Guerra del Carbón ha desarrollado también una relación con el programa Union Summer de la AFL-CIO del área de Denver, que reúne a pasantes (generalmente, aunque no exclusivamente, activistas de edad universitaria) para apoyar los esfuerzos organizativos de los trabajadores del área metropolitana. Los grupos del programa Union Summer han hecho varias visitas al monumento de Ludlow, y los estudiantes del proyecto compartieron sus nuevas perspectivas acerca de la historia del trabajo con gente de su propia edad comprometida con el activismo sindical en el presente. Creemos que estas interacciones sociales constituyen algunas de las experiencias más importantes que proporciona la escuela de campo.

Otro componente de nuestro programa educativo es la preparación de programas escolares y paquetes educativos para las escuelas públicas de Colorado. Estamos escribiendo actualmente un programa de enseñanza para alumnos de escuelas medias acerca de la historia del trabajo en Colorado, con la huelga de 1913-1914 como su foco central. Durante los veranos de 1999 y 2000 tuvimos una beca del Colorado Endowment for the Humanities para financiar la formación de maestros en el Trinidad State Junior College. El propósito de esto era educar a los maestros acerca de la historia del trabajo y desarrollar materiales de clase para usar en la enseñanza de la historia laboral de Colorado. También preparamos un “cofre de la historia” que circula en el distrito escolar de Denver, Colorado. Se trata de una caja que contiene artefactos, fotos y textos que los maestros pueden llevar a sus clases.

En el Proyecto Arqueológico Guerra del Carbón en Colorado, construimos una arqueología con la que la gente de clase obrera puede relacionarse tanto emocional como intelectualmente. Es uno de los pocos proyectos arqueológicos desarrollados en los Estados Unidos que habla de las luchas de la clase obrera, en el pasado y el presente. Habla a su experiencia, en un lenguaje que pueden entender, acerca de eventos que les interesan y que sienten directamente conectados con ellos. Si bien sentimos que nuestro trabajo ha logrado hasta el momento ganar considerable atención y aprobación de la gente más cercana a la historia de Ludlow, no nos hacemos ilusiones de que podamos superar todas las barreras –creemos que cierto grado de incomodidad y desconfianza de su parte es saludable. Igualmente importante para nuestro proyecto, también trabajamos para alcanzar a una audiencia más amplia que nunca ha escuchado acerca de la masacre de Ludlow y desconoce o ha malentendido la historia de los conflictos laborales en los Estados Unidos y el legado que representan. Al hacerlo, intentamos crear un espacio para la praxis en nuestro trabajo, buscando conocer el mundo, criticar el mundo, y lo que es más importante, accionar en el mundo.

Casi 25 años después de que mi abuelo visitara mi trinchera, me paré nervioso en un podio en Pueblo, Colorado. Las delegaciones 2102 y 3267 del sindicato United Steelworkers (Siderúrgicos Unidos) en huelga habían programado un fin de semana de actividades de solidaridad con su lucha. Explícitamente veían a su lucha como una continuación de la lucha comenzada contra la CF&I en 1913-1914. Éramos parte de ese programa. Hablé durante 40 minutos para un salón lleno de trabajadores y sus familias, y respondí preguntas durante otros 15 minutos. Me preguntaron acerca de las penurias que las familias habían sufrido en la huelga y las comparaban con los sacrificios que sus propias familias estaban haciendo en ese momento. Luego, los trabajadores siderúrgicos me dieron la mano y me agradecieron por nuestros esfuerzos. Algunos me dieron dinero, billetes de 10 o 20 dólares, para continuar nuestra investigación. Traté de devolvérselos pero no lo aceptaron. Deseé que mi abuelo hubiera podido estar allí.

AGRADECIMIENTOS

El Colectivo Ludlow está actualmente integrado por Philip Duke, Dean Saitta, Mark Walker, Margaret Wood, Randall McGuire, Karin Burd, Amie Gray, Paul Reckner, Michael Jacobson, Sarah Chicone, Summer Moore y Claire Horn. Nos gustaría agradecer a mucha gente que ha contribuido al éxito de nuestro proyecto y a la escritura de este artículo. La planificación del proyecto se hizo gracias a una beca de desarrollo para profesores de la State University of New York en Binghamton durante el verano de 1996. La Sociedad Histórica de Colorado ha financiado el proyecto desde 1997 hasta el presente. El Distrito 22 de la United Mine Workers of America (UMWA) nos otorgó el permiso para hacer nuestra investigación en Ludlow. El local 9856 de la UMWA Women’s Auxiliary mantiene el monumento de Ludlow y organiza el acto conmemorativo anual. Destacamos a Yolanda Romero y Carol Blatnick-Barros por su asistencia a nuestro proyecto. Michael Romero, ex-presidente del local 9856 de la UMWA nos ha ayudado también de muchas maneras. Hemos recibido gran ayuda y apoyo de numerosos individuos pertenecientes a la Sociedad Histórica de Colorado, incluyendo a Paula Manini y Susan Collins. El Trinidad State Junior College nos ha proporcionado alojamiento y otras formas de asistencia. Larry Conyers, de la University of Denver, realizó estudios con radar subterráneo en partes del sitio de Ludlow para nuestro proyecto. Agradecemos a los muchos estudiantes y voluntarios que han sudado en nuestras escuelas de campo de verano. Este proyecto no podría continuar sin sus esfuerzos y significaría mucho menos sin su presencia,

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