En el contexto de la guerra preventiva en el siglo XVIII y bajo los condicionamientos de la estrategia de la Corona española por controlar los territorios de ultramar se consolidó un sistema defensivo que permitió proteger la Bahía de Cartagena de Indias de los constantes ataques. Así fue como uno de las prioridades fue fortificar la zona de Bocachica localizada en la Isla de Tierra Bomba, única entrada para acceder al puerto de Cartagena de Indias. En 1741, dicho sistema fue puesto a prueba durante el ataque naval realizado por tropas inglesas que lograron desembarcar en el área luego de intensos bombardeos. Como parte de la defensa española tres baterías menores y dos fuertes jugaron un rol determinante durante la defensa. Dicho evento bélico representa para la arqueología de los campos de batalla un sitio de interés pues la investigación arroja resultados que permiten comprender la existencia de un registro arqueológico independiente de las tácticas defensivas y de las tácticas ofensivas navales y terrestres en una construcción militar. El artículo presenta los resultados de la investigación arqueológica del evento de 1741 en la Batería de San Felipe (Santiago).
During the preventive war in the 18th century the Spanish Crown constructed a defense system to protect the bay of Cartagena from enemy’s attacks as a part of strategy to control the oversea territories. One of this priorities was to fortify the Bocachica area on the island Tierra Bomba, the only entrance to the port of Cartagena. In 1741 the system was tested during a sea attack by British troops that succeeded to disembark on the coast after the strong bombings. In the defense of the territory 3 forts and 2 castles played an important role. This war represents for the battlefield archaeology a contribution to understand the existence of two independent archaeological records associated with defensive tactics and offensive tactics. The article presents the results of the archaeological research in the Fort of San Felipe during the battle of 1741.
No contexto da guerra preventiva no século XVIII e com os interesses da estratégia para controlar os territórios ultramarinos, a Coroa espanhola construiu um sistema defensivo que permitiu proteger a Baia de Cartagena das Indias do ataques inimigos. Uma das prioridades foi fortificar o área de Bocachica na Ilha de Tierra Bomba, única entrada para ao acesso ao porto de Cartagena. Em 1741, o sistema foi testado durante o ataque naval pela tropa britânica que conseguiu o desembarque nas costas apos a forte bombardeio. Como parte da defensa espanhola três baterias e dois fortes desempenharam um papel muito importante na defensa do território. Este evento do guerra representa para a arqueologia dos campos de batalha, um sitio arqueológico de interes porque a investigação produziu resultados que permitiram compreender a existência de um registro arqueológico independente associado em primeiro lugar a táticas defensivas e táticas ofensivas. Este artigo presentaos resultados das pesquisas arqueológicas realizadas no Forte São Felipe, Isla de Tierra Bomba, durante a batalha de 1741.
Los campos de batalla proporcionan una oportunidad única de estudiar la cultura material, producto del conflicto humano (Dyer 1985, citado en Sutherland 2005:3). Considerar algunos aspectos de la guerra activa y los campos de batalla desde una perspectiva arqueológica representa ciertas dificultades en el ámbito metodológico e interpretativo. Los sitios de confrontación, por su naturaleza, dejan un registro traumático y confuso (Sutherland 2005) y esto, a su vez, se traduce en vacíos de información relacionados con la duración e intensidad del conflicto, si éste ha sido permanente o discontinuo, la extensión en área y el comportamiento de la cultura material en los diversos espacios comprometidos durante un evento bélico. Asimismo, las fuentes documentales que se encuentran referidas a un campo de batalla están dotadas de una intención acorde con la victoria o con la rendición, lo cual de una u otra manera distorsiona el evento bélico con fines persuasivos, disuasivos o justificativos. En las guerras del mundo moderno –en especial desde el Renacimiento1–, las evidencias existentes se basan en su mayoría en la diversidad de documentación escrita e iconográfica de dudosa precisión y ofrecen una versión de los eventos que no se acerca a lo verosímil. En este contexto, el trabajo arqueológico recupera, registra e interpreta datos independientes que pueden ser usados para comparar, corroborar o probar las diversas representaciones de los testimonios escritos e iconográficos de los eventos bélicos pasados. El estudio de la guerra y los campos de batalla permite responder a preguntas relacionadas con patrones de combate a través del tiempo y el espacio, el uso del terreno durante el combate, el desarrollo de tácticas y estrategias, las formas de control y comando, las pérdidas de comando y control, la desintegración de la táctica y la pérdida de la batalla (Sutherland 2005).
Es sobre el contexto de la confrontación bélica de 1741 en la zona de Bocachica, Cartagena de Indias (Figura 1) que se desenvuelve el presente artículo cuyo objetivo es mostrar las diversas evidencias arqueológicas relacionadas con las tácticas defensivas y ofensivas durante un evento bélico que incluyó defensas terrestres y ataques navales. Para ello, se parte de una aproximación arqueológica sobre una construcción militar denominada San Felipe (Santiago) localizada en la línea costera de la Isla de Tierra Bomba y cuya participación en el evento bélico fue notoria. De esta manera, se abordan dos tipos de evidencias culturales con el fin de entender dicho evento: los restos de la estructura militar –la batería de San Felipe– y los indicios materiales y documentales del escenario bélico –la batalla de 1741.
Es necesario aclarar que los resultados del estudio muestran la presencia de evidencias materiales provenientes del ataque naval sobre el fuerte y evidencias de la defensa terrestre. Sin lugar a dudas, extender el estudio hacia el entorno subacuático, permitiría caracterizar un escenario relacionado con la intensidad de cañoneo de la defensa española y los impactos sobre las embarcaciones inglesas. En principio, el proyecto de investigación contempló una prospección arqueológica subacuática. Sin embargo, la regulación ambigua sobre el estudio de patrimonio cultural subacuático en Colombia, ha obligado a los organismos estatales de control a suspender toda autorización a intervenciones arqueológicas en entornos marinos desde hace dos décadas. Ello ha supuesto ser una estrategia de blindaje contra la aparición de cazadores de tesoros, pero lamentablemente ha afectado cualquier iniciativa de orden académico e investigativo.
Basándose en la recopilación de fuentes documentales2 del siglo XVIII relacionadas con el fenómeno de la guerra, se estableció un marco de interpretación sobre la política militar adoptada en Cartagena de Indias para consolidar la hegemonía territorial española durante el siglo XVIII. Posteriormente, con el fin de confrontar la información arqueológica con la documental, se tuvieron en cuenta tres tipos de fuentes documentales: a) tratados de fortificación; b) diarios, poemas (Hernández de Alba) representaciones gráficas (cartografía, grabados, etc.) sobre el ataque de 1741; y c) relaciones del estado de la plaza y la artillería de Cartagena de Indias, y relaciones de obras y peticiones escritas por ingenieros militares y gobernadores en Cartagena de Indias durante el siglo XVIII.
Posteriormente el trabajo de campo combinó actividades de reconocimiento y levantamiento planimétrico de la estructura militar con la prospección arqueológica y la realización de tres unidades de excavación en zonas donde se había establecido previamente un mayor potencial de hallazgo de indicios que permitiesen responder a la pregunta de investigación. Como parte de las actividades del levantamiento, se registraron aspectos relacionados con la planta de la batería, los perfiles de las estructuras que se encontraban en pie con el fin de definir las características principales de la estructura en cuanto a su diseño. De esta manera, se comparó esta información con los datos obtenidos en el análisis de los tratados de fortificación logrando identificar si existía algún tipo de ruptura o modificación entre el discurso ilustrado de la teoría de fortificación y su aplicación práctica en la construcción de la batería. Los posibles indicios que pudieron mostrar tal modificación fueron: 1) la selección de materiales de construcción, 2) la ubicación del emplazamiento, 3) el diseño del emplazamiento con base en la ubicación del emplazamiento, 4) el tipo de artillería empleado en estos emplazamientos. De igual manera se tuvieron en cuenta los diversos tipos de materiales que conforman la estructura, además de los efectos sobre éstos producidos por la confrontación. Con el fin de caracterizar la evidencia de destrucción por ataque militar, se evaluó la estructura para determinar la existencia de rasgos físicos que denotaran: 1) marcas de impacto, producto de balas de diversos calibres disparadas por el enemigo y que hayan impactado en la estructura produciendo astillamientos, averías parciales o incrustaciones; 2) rastros de incendio, producto de una explosión generada a partir de disparos realizados por el enemigo y que posiblemente hayan tenido contacto con pólvora de la defensa o también se plantea que estas balas tuviesen contacto con materiales inflamables.
En segunda medida, para abordar la arqueología de los escenarios bélicos y con el fin de obtener un muestreo arqueológico de la batalla, se inició una fase de recolección superficial que buscó cubrir un área que duplicara el área original del fuerte. Se consideraron, como parte de esta recolección superficial, las evidencias halladas en zonas intervenidas. Ante todo, se tuvo en cuenta que, si bien estas evidencias están descontextualizadas en el área, no lo son en el evento de la confrontación bélica particular del fuerte. Igualmente se realizó un barrido con magnetómetro en corredores de dos metros cubriendo sobre todo el área externa del fuerte3. Por otra parte, en el área del piso de hormigón colonial de la fortificación se realizó el levantamiento y registro de todos los rastros y huellas fácilmente identificables.
El material cultural recolectado fue identificado, registrado, catalogado y analizado de acuerdo con criterios que permitieron clasificarlo dentro del marco de interpretación establecido, es decir, material constructivo relacionado con la estructura bélica y material de guerra relacionado con el escenario bélico.
Las evidencias recolectadas fueron de dos tipos:
Con el fin de articular los diversos tipos de recolección y análisis de información arqueológica, se procedió a generar mapas de distribución de materiales arqueológicos relacionados con aspectos defensivos, ofensivos, intensidad de ataque y defensa en ciertas áreas de la fortificación. Estas observaciones se contrastaron con los resultados del análisis documental. Para ello se realizó una zonificación de la batería teniendo en cuenta el número de troneras (Figura 2).
El siglo XVIII marcó una ruptura en las dimensiones sociales, económicas y políticas con la implementación de preceptos en torno al progreso en Europa que se vieron reflejados en una apertura de fronteras, desarrollo tecnológico y una revolución científica e ideológica (Sabbah et al. 1990). Asimismo, las grandes potencias adoptaron nuevas medidas para desarrollar sus fines políticos, entre los cuales se evidenciaba un afán por expandirse con el fin de obtener una hegemonía territorial. Así la guerra moderna, desarrollada con los inicios del expansionismo colonial, lleva a que en el siglo XVIII, con la instauración de un aparato institucionalizado, se transforme la mentalidad bélica. Esta se traduce en la consolidación de estrategias de larga duración que garantizan la seguridad y soberanía de territorios aislados, como es el caso del Caribe. En esta medida, conceptos como defensa, ataque y prevención cobran especial relevancia. Cartagena de Indias no fue la excepción pues se consideraba como de mayor importancia, como “antemural y llave de todos estos vastos reinos, caja principal de su comercio y el mejor y más acomodado puerto de todo este continente” (Segovia 1987:21). En dicha ciudad y puerto se dispuso un vasto sistema defensivo cuya función principal fue la de proteger intereses económicos, ideológicos o demográficos, además de prevenir el conflicto y mantener la población bajo control y dominación.
La estrategia empleada en la Bahía de Cartagena supuso la implementación de una defensa lineal y una defensa en profundidad. Para el caso específico de la zona de Bocachica, única entrada al puerto de Cartagena, se dispuso de una defensa lineal compuesta por tres baterías a lo largo del litoral oeste de la Isla de Tierra Bomba y una defensa en profundidad4 en el canal de entrada combinando fuertes con funciones de ataque diferente (ataques a las arboladuras de las embarcaciones y ataques a los cascos). Todo el sistema se había desarrollado con base en una guerra preventiva5 (Walzer 2001), que supone un ataque que responde a un peligro lejano, una cuestión de previsión y libre elección allí donde el peligro es una cuestión de previsión respecto del supuesto peligro.
De esta manera un aparato defensivo se instauró luego de replantear los errores sucedidos durante el último ataque realizado por Pointis en 1697 en la zona de Bocachica. Así durante las primeras décadas del siglo XVIII esta zona fue reforzada con el fin de prevenir desembarcos enemigos y bloquear la entrada por el único canal que daba acceso a la Ciudad de Cartagena de Indias. Se erigieron entonces sobre la línea costera bajo la actuación del Ingeniero Herrera y Sotomayor, las baterías colaterales de Chamba, San Felipe y Santiago como apoyo al Castillo de San Luis de Bocachica, imponente construcción localizada en la punta de la Isla Tierra Bomba y flanco norte del canal.
Por de fuera de estte Castillo /San Luis (…). Estta ottra puntta de Piedra en distancia de Un tiro de Mosquette de la d[ic]ha Batteria, se Construyo otra de diez Cañones, bastantementte Capaz y Grande con su Alojam[ien] to para Abrigo de la Ynfantería municiones, y Perttrechos, todo obra de Tapias de Tierra y Ladrillo, que sirve p[a]ra Embarazar el Desembarco en la playa que Ynmediattam[en]te le sigue y es la misma donde las tropas del Rey Christianíssimo lo hizieron quando se Ymbadio esta plaza como tambien la ottra que estta flanqueada de las dos Vatterias, y ambas se defienden la una a la otra (AGI Santa Fe 472).
La Batería de San Felipe (Figura 3), construida probablemente entre 1707 y 1720, tenía como función tener el primer contacto con los enemigos en el litoral oeste, justo antes de la entrada del Canal de Bocachica, además de dar aviso al fuerte principal denominado Castillo de San Luis. La batería de San Felipe fue constituida en forma semicircular en un área de 40 m x 20 m (800 m2), con capacidad para utilizar 11 cañones, cada uno dispuesto en 11 troneras, 9 de las cuales tienen un ángulo de tiro que cubre las zonas que dan a mar abierto del noroeste al suroeste, y dos troneras con ángulo de tiro que cubre un pequeño sector de retaguardia con dirección al noreste (Figura 4).
La construcción consta de parapetos, merlones, banquetas y de un pequeño recinto en ruinas de 11 x 7 m (77 m2), con una altura de 2,5 m, ubicado en la parte posterior central de las defensas. Está dividido por un muro de 0,5 m de espesor en dos áreas, una de ellas de 49 m2 y la otra de 28 m2. Un espacio estaba destinado al alojamiento de los soldados y el otro al almacenamiento de la artillería y la pólvora. En la punta noroeste de la batería se encuentran los restos de una pequeña garita. La entrada a la construcción se ubica en la parte posterior sureste. Sobre ese mismo sector, al parecer, se localiza un pequeño foso que en la parte externa rodea la fortificación, en donde se presume debían utilizar un puente levadizo para la entrada y salida de los soldados (ver Figura 4).
Los eventos que emergen del documento escrito resultan ser, entonces, prácticas discursivas que pueden ser susceptibles de una aproximación arqueológica. Teniendo en cuenta lo anterior, se buscó articular fragmentos de los diarios y poemas de las versiones inglesas con las evidencias arqueológicas asociadas al campo de batalla de 1741. La confrontación bélica en la batería de San Felipe desencadena así dos momentos simultáneos: la actividad ofensiva y la actividad defensiva.
Dado que la literatura y la cartografía militar en contextos de guerra tienden a idealizar situaciones para engañar al enemigo, la arqueología se convierte en una fuente de documentación de contraste y significación de la implementación de las estrategias y tácticas militares. Son múltiples las versiones que existen en torno a la toma de Cartagena en el año de 1741. Alrededor de ello se ha emitido un sinnúmero de diarios, cartas, noticias, poemas y propagandas describiendo las características del enfrentamiento entre la flota española y la flota inglesa.
El almirante E. Vernon había dispuesto un plan táctico para tomar el puerto. Este plan, como lo indica Zapatero (1990), es referenciado por el “paisano”, un espía que salió de Jamaica y llegó a La Habana donde dio a conocer el plan ofensivo inglés. Sin embargo, cuando Vernon se enfrentó a la realidad del paisaje del puerto de Cartagena, se dio cuenta de que su plan preliminar de desembarcar en La Boquilla, localizada en la zona noroeste de la bahía, era casi imposible de realizar, debido a la baja profundidad y a las inclemencias del tiempo: “Esta bahía no puede considerarse buena para el anclaje, porque su agua es turbia y fangosa. La costa q la rodea es tan plana que los buques no encuentran allí un buen refugio contra los temporales. La brisa sopla generalmente con violencia” (Mollet 1743, citado en Arrázola 1961:23).
De esta manera, bajo las órdenes del almirante inglés, se envió una pequeña flota a investigar el litoral oeste de la isla de Tierrabomba y así planear la táctica ofensiva “El Princess Amelia bajo las órdenes del Capitán Hamilton, debía concentrar su fuego contra la batería Falsine y al mismo tiempo, Didfield, (...) disparando contra la pequeña vatería de la Chamba… Y mas allá, media milla mas adelante, se encontraba una batería falsine de doce cañones (Mollet 1743, citado en Arrázola 1961:25).
El ataque a las baterías se realizó el 20 de marzo de 1741 al mando del capitán Ogle, quien dos horas después de haber levado ancla y siendo las doce del día.
Cerca de mediodía era cuando el Norforlk, el Russel y el Shrewsbury dejaron caer el ancla muy próximo á los fuertes de Santiago y San Felipe, abriendo desde luego contra ambos tan vigoroso fuego, que, no sólo les apagaron los suyos, sino que en el espacio de una hora quedaron tan completamente desmantelados, que sus defensores se vieron obligados á abandonarlos, y entonces, hecha la señal para el desembarco, el teniente coronel Cochrane se dirigió á tierra con cerca de 500 granaderos, desembarcó bajo los muros de los dos fuertes y tomó posesión de ellos sin sufrir ni un solo disparo (Beatson 1804)6.
Posteriormente, “...a las ocho de la noche se efectuó el desembarco por parte de los ingleses tomando las baterías de San Felipe y Santiago. A las 9 se bajaron algunos cañones y el lazabombas que en seguida comenzó a trabajar contra Bocachica” (Mollet 1743, citado en Arrázola 1961:26).
En efecto y como lo muestra el tratado de fortificación de De Lucuze (1772), la táctica inglesa para redimir las baterías de la isla se basó en el cañoneo o bombardeo que “es un modo de expugnar las fortalezas marítimas cuando para atacarlas por tierra al mismo tiempo no puede hacerse desembarco; en esta acción conviene tener cantidad de cañones morteros y municiones para tirar y municiones para tirar incesantemente de noche y de día arruinando las defensas y edificios hasta obligar a someterle la guarnición” (De Lucuze 1772:106).
En el contexto arqueológico dichos indicios sobre el ataque inglés pudieron corroborarse a través de la recolección y análisis de 6.123 fragmentos ferrosos (Figura 5) correspondientes a esquirlas de bombas, fragmentos de balas de diversos calibres, además de pedernales o chispas de fusil. También se recolectó y analizó material cerámico del cual se presume que algunos fragmentos corresponden a vasijas utilizadas para el almacenamiento de la pólvora. Posteriormente se revisaron las estructuras pertenecientes a la batería con el fin de identificar trazos o huellas producto del impacto de los disparos enemigos. Luego de realizar esta recolección en áreas no alteradas, se procedió a realizar un mapa de distribución con las densidades de esquirlas recuperadas. La gran mayoría de esquirlas recolectadas estaban localizadas en los parapetos y en la parte delantera de la fortificación (Tabla 1). La mayoría de las esquirlas se encontraron en el sector sur de la batería, concretamente cerca de los parapetos 2, 3, 4 y 5. Igualmente, existe una disminución progresiva de la densidad de material férreo hacia el norte de la construcción.
Asimismo, se articuló la información del material recolectado con el registro realizado mediante el magnetómetro en la parte posterior, en un área que se encuentra fuera de la batería. Los resultados del registro mostraron una mayor concentración de material ferroso en las zonas sur y centro, y una disminución progresiva en la zona norte.
Esto indica que posiblemente el ataque que sufrió la batería fue mucho mayor en la zona de los parapetos 2 al 5. El indicador arqueológico de la ofensiva se refleja por el tipo de fragmentos de munición de balas y esquirlas, mientras que la intensidad de ataque se traduce en el número de fragmentos. Esta densidad de fragmentos se midió con base en los rangos de 0 a 99 esquirlas considerado como bajo, 100 a 500 esquirlas como medio, 500 a 1.999 como alto y 2.000 o más como muy alto.
De igual manera, se identificaron materiales ferrosos incrustados en los muros de la estructuras de la fortificación (Figura 6). Este tipo de evidencias aparece en las rocas coralinas cerca de los parapetos y en los muros del almacén. En la unidad de excavación UE1, localizada en la parte posterior del almacén, se registraron esquirlas, fragmentos de balas, elementos asociados a la estructura defensiva y varios fragmentos de ladrillos y tejas con rastros de incendio. La profundidad máxima de la unidad fue de 90 cm y de un solo estrato cultural. En la unidad de excavación UE3, en el centro posterior del almacén, se hallaron recipientes cerámicos de origen inglés. Luego de que los españoles abandonaron la batería, los ingleses desembarcaron y ocuparon San Felipe con el fin de construir una barrera dirigida a atacar San Luis. Se podría suponer que la existencia de algunos recipientes de dicho origen se asocie con esta corta ocupación de las tropas de Vernon en la batería.
La versión española se basa en los diversos diarios escritos por el comandante español Blas de Lezo dirigidos al rey de España. En ellos se describen las estrategias adoptadas para defender la Isla de Tierra Bomba. Después de haber realizado una inspección de la artillería, Blas de Lezo ordena: “Enviar valas, pólvora y otros pertrechos a los castillos y asimismo cien hombres a Sn Phelipe y Sntiago lo cinquenta de infantería y los restantes de mar, al comando de DN. Lorenzo de Alderete” (De Lezo 1741, citado en Arrázola 1961:27)7.
El domingo 19 de marzo, se conoce la noticia de que las tropas inglesas se encuentran hacia el norte de Tierra Bomba y han enviado una flotilla para tomar la costa de la isla. El día 20 de marzo, Blas de Lezo es avisado sobre el ataque a las baterías del litoral oeste describiendo cómo: “Los navíos de guerra bajaban para abajo con efecto a las onze prolongadas por toda la costa empezaron a vatir con el cañon desde Chamba hasta Sn Phelipe y Sntiago y duro el fuego hasta las dos y media de la tarde (De Lezo 1741, citado en Arrázola 1961:27)8.
Según uno de los diarios titulado “Diario y relación de todo lo ocurrido en la expugnación de los fuertes de Bocachica y sitio de la ciudad de Cartagena de Yndias. Año de 1741”:
“...en el 20 todo su arrivam[ien]to con el designio de parecer de/ provinar/su desembarco en Playa de Samba: Para facilitarle sin los Riesgos de la resistencia se dividieron los 7 Navios que estaban anclados pasando los 4 a batir el Castillo de San Luis de Bocachica que estaba a cargo del Yngeniero en Gefe D[on] Carlos/Dinaus/, y los 3 a executar lo propio con las Baterias de San Felipe y Santhiago mandadas por D[on] Lorenso de Alderete Capitan de los Batallones de Marina lo que executaron con tan obstinado fuego que consiguieron demolerlos enteram[en]te y presisar a nuestra tropa que quedo al descubierto a retirarse por no perecer sin arvitrio ni utilidad (AGN, Fondo República, Archivo Restrepo, caja 1, fol. 1-47).
Así, en la confrontación bélica surgen evidencias asociadas a la defensa de la batería cuando ésta se encuentra en la etapa de defensa activa, es decir, respondiendo ante un ataque enemigo. En ese sentido la evidencia que muestra una táctica defensiva se encontraba en el piso de hormigón del fuerte sobre todo en la zona de las troneras y en las zonas contiguas al almacén. Las distintas marcas de uso sobre el suelo permitieron suponer la utilización de los cañones sobre las cureñas además de huellas cerca de los parapetos que denotaban el almacenamiento de balas. Las huellas de uso de las cureñas (Figura 7 ) fueron identificadas, registradas y analizadas espacialmente en un plano según su intensidad de uso, que se midió de acuerdo con el efecto de las marcas sobre el piso, de donde se establecieron tres niveles (alto, medio y bajo) de desgaste del piso de hormigón colonial. En este caso se consideró que a mayor desintegración del piso, mayor uso se le dio a las cureñas y, por lo tanto, hubo mayor intensidad de disparos. De esta manera, se realizó un mapa de la intensidad defensiva, donde se constató que las troneras con mayor uso fueron la 2, 3, 4, 5 y 6.
Otras huellas registradas se identificaron en el hormigón colonial, varios sitios donde se almacenaban las “bombas, granadas y balas que se disponen separadas según el calibre en pilas de base triangular, quadrada, quadrolonga por cuyo medio se viene luego en conocimiento del número de balas que contiene cada pila” (De Lucuze 1772:90). En los parapetos 4 y 5 es posible observar las oquedades que atestiguan la existencia de pilas de municiones (Figura 8).
Asimismo, de las excavaciones arqueológicas del almacén se obtuvieron: material de armamento sin utilizar (Figura 9) además de fragmentos cerámicos asociados a las vasijas para almacenamiento de pólvora, un vaso de origen inglés y un hidrocéramo de origen ibérico9 que por sus características se identifican como de la mitad del siglo XVIII.
En la Unidad de excavación UE2, ubicada en la zona interna del almacén, se recolectaron fragmentos de botellas de vidrio, fragmentos de cerámica colonial foránea y local. Se registraron huellas de impacto sobre el piso, presumiblemente de disparos de balas de cañón.
Otras de las evidencias comunes a las actividades bélicas son las piedras de chispa (3 en total), lascas generalmente de sílex o pedernal a las que se aplica percusión secundaria hasta darles la forma que siempre tiende a ser plana, rectangular o cuadrada, con un lado recto y con un lado en ángulo marcadamente agudo. Existe una clasificación tipológica de acuerdo con el origen y la forma de extracción en la cantera, o por su tipología de uso una vez fabricada (Witthoft 1966; Stone 1971, citados en Schávelzon 1991). En este caso se constató que la piedra de chispa se asocia a la producción francesa, cuyo mercado de distribución cubrió, hasta finales del siglo XVIII, gran parte de América y España (Kenmotsu 1991). Las piedras de chispa son un indicador de la utilización de armas de corto alcance.
Entre las evidencias descontextualizadas que fueron extraídas del sitio, se encuentra la culebrina, arma de largo alcance más pequeña que el cañón que actualmente se encuentra en una de las islas, localizada cerca de las baterías (Figura 10). Este artefacto fue extraído del fondo marino justo en frente de la batería de San Felipe10. Al parecer, perteneció a la artillería defensiva pues en algunos casos, cuando los sitiados veían inminente su fracaso, al huir clavaban su artillería y la botaban al mar. Según la información documental, los soldados de la batería, al ver el desembarco de los ingleses, decidieron abandonar las baterías de San Felipe y Santiago y dirigirse al Castillo de San Luis de Bocachica, no sin antes destruir el armamento defensivo.
Con base en la información arqueológica recolectada y que hacía referencia al ataque (esquirlas) y a la defensa (huellas de uso de cureñas y huellas de almacenamiento de balas) se procedió a la combinación de los dos planos de distribución de material arqueológico (Figura 11). La superposición de los mapas de densidad y distribución de material ferroso asociado a actividades ofensivas con la intensidad de uso de las troneras asociada a actividades defensivas, dio como resultado que la confrontación bélica se concentró en una parte de la fortificación: concretamente, en el costado sur, entre los parapetos 2, 3, 4, 5 y 6. De esto se deduce que la línea ofensiva buscó anular la artillería defensiva con el fin de poder ocupar el área. Es evidente que la intensidad de ataque fue mayor que la de defensa, lo que llevó a que gran parte de la fortificación fuera destruida totalmente. Los merlones, troneras y parapetos fueron destruidos íntegramente; esto estuvo posiblemente ayudado por la ya evidenciada fragilidad de la estructura de la batería. El almacén y el cuerpo de guardia se encuentran con un 40 % de integridad.
Con base en el contraste de las evidencias documentales y las evidencias arqueológicas, se pudieron constatar las condiciones de la confrontación bélica, cuyo principal indicador fue la existencia de fragmentos ferrosos dispersos dentro y fuera de la batería, tanto en el piso como incrustados en los muros del almacén. Otro indicador se relaciona con la integridad de la batería, pues es de suponer que la desaparición total de parapetos y gran parte de los muros del almacén, fue producida por la intensidad de los impactos de bala que dejó en pie tan solo las banquetas fabricadas en mampostería. Esto se ve reflejado en el testimonio de los diarios y poemas que describen la presencia de tres embarcaciones inglesas disparando frente a la batería.
Asimismo se pudo establecer, a partir de la distribución de evidencias arqueológicas, la intensidad de ataque y defensa concentrada en los sectores sur y central. Este hecho muestra que el ángulo de tiro más adecuado por parte de los ingleses se encontraba ortogonal a la costa y a la batería. Igualmente sucede con el ángulo de tiro defensivo que se localiza en los parapetos 3, 4, 5 y 6 (Figura 12). Lo anterior se propone de acuerdo con la topografía de la línea costera ya que, del lado sur, la batería está protegida por la baja profundidad11 del suelo marino, lo que conlleva un riesgo para las embarcaciones que intentan acercarse. Lo anterior se deriva de evidencias muebles fragmentos férreos, balas completas de armas de largo y corto alcance, así como la mayor desintegración de las estructuras en unos sectores más que en otros.
El análisis de las evidencias tanto documentales como arqueológicas muestra la presencia de una confrontación bélica. Según los datos documentales, dicha batería fue abandonada luego del ataque inglés, lo cual permitió obtener un registro arqueológico de un evento preciso y particular. De alguna manera, facilitó el estudio arqueológico puesto que no se evidenció una ocupación posterior al ataque, contribuyendo así a abordar el estudio de la batería como un campo de batalla.
El estudio arqueológico de la guerra en esta batería permitió identificar evidencias importantes relacionadas con la defensa que no sólo se manifiestan por la existencia del inmueble. En efecto, la construcción militar utilizada para una guerra pasiva-preventiva, en este caso, arrojó datos relacionados con su actuación en una confrontación bélica. Es decir que la batería tuvo que usarse en un ejercicio de operaciones que implicó el intercambio de tiros de artillería, conllevando que “una defensa efectiva no sólo mantiene al enemigo alejado de manera pasiva, sino que permite a los defensores desarrollar maniobras activas agresivas” (Hill y Willeman 2002). Igualmente, se identificaron los rastros de una ofensiva a través de fragmentos de balas esparcidas tanto en el interior del fuerte como en la zona perimetral, mostrando la intensidad del ataque en ciertos sectores del sitio. En cuanto al análisis espacial de la batalla, se constató una superposición de las intensidades ofensiva y defensiva. Esto se refiere a que donde hubo mayor ataque, hubo mayor defensa y viceversa.
Vale la pena resaltar que para comprender un paisaje bélico es necesario integrar varios elementos tanto culturales como naturales. En ese sentido, el contexto terrestre (accidentes geográficos, modificaciones antrópicas al paisaje), el contexto de mar (rutas de navegación, profundidades, corrientes y oleajes), las fortificaciones y las embarcaciones configuran un paisaje bélico colonial. Para llegar a caracterizar dicho contexto, sería necesario ampliar la arqueología de la guerra en la batería de San Felipe al espacio marino. Sin duda alguna, un estudio subacuático permitiría trascender los límites de tierra-agua y nos llevaría a entender el principio de la guerra en ultramar.
A pesar de la ausencia del estudio arqueológico subacuático, se podría corroborar la existencia de tácticas ofensivas enemigas en tanto que se identifican las evidencias arqueológicas asociadas a la artillería naval utilizada –esquirlas, explosiones, incrustaciones de material ferroso y destrucción de parte de la estructura del fuerte. En este sentido, inclusive se podría afirmar la eficacia de la táctica ofensiva sobre el sitio: resultado de ello, la destrucción casi completa del área por los bombardeos realizados desde las embarcaciones enemigas. De igual manera, y tal vez uno de los aspectos que se consideran más interesantes, es la existencia de evidencias asociadas a la defensa del fuerte: restos de artillería almacenada y la utilización del fuerte a través de las distintas huellas de uso del inmueble (huellas en el piso producto del movimiento de las cureñas y producto del peso por almacenamiento de las balas).
De igual manera, no sólo las evidencias arqueológicas aportaron a la comprensión de dichas tácticas ofensivas y defensivas, también los documentos escritos (diarios y relaciones de artillería) y la cartografía que permitieron darle sentido a la cultura material identificada. En este sentido se abre un camino ambicioso, el de caracterizar un paisaje bélico a una escala mayor y que trasciende los límites de la zona de estudio del fuerte. Allí surgen evidencias adicionales tales como las intervenciones de los enemigos sobre el contexto costero (terrestre) a través de la construcción de baterías temporales, caminos y atajos, campamentos y zonas de almacenamiento de pertrechos y la consecuente respuesta de los defensores. Así, este estudio representa el inicio de dicho camino.
1. Cabe señalar que la categoría de Mundo Moderno ha presentado diferentes acepciones en el marco de la historiografía moderna; en este sentido, mientras la Historia clásica señala el inicio de los Tiempos Modernos a partir de la toma de Constantinopla (1453) o desde el Descubrimiento del Nuevo Mundo (1492), otras corrientes señalan este inicio más tardíamente, tomando al Renacimiento como parte de la Edad Media. Para el caso de este trabajo, tomo el Mundo Moderno desde el concepto clásico, es decir, desde 1492 (Heers 1995:32-36).
2. Las fuentes bibliográficas y documentales fueron consultadas principalmente en la Biblioteca Luis Ángel Arango –BLAA–, Biblioteca Nacional, Archivo General de la Nación –AGN–, Archivo General de Indias –AGI–, Archivo Histórico Militar de Madrid –AHM–, Biblioteca Museo Naval de Madrid y Centro de documentación Museo Nacional de Arqueología Marítima en Cartagena.
3. Sutherland (2005) sugiere que para la arqueología de campos de batalla en épocas post medievales –época colonial–, la evidencia más contundente de una confrontación bélica consiste en balas o perdigones para mosquetes y pistolas, además de las balas de cañón. En todo caso, se asume que la presencia de un porcentaje alto de material ferroso en un sitio arqueológico puede ser un indicador de conflicto (Sutherland 2005).
4. Defensa en profundidad consistente en una cadena de puntos estratégicos de protección con el fin de que el enemigo no se encuentre una defensa lineal y de que, por el contrario, exista un sistema donde la estructura defensiva sea capaz de complementarse en una región al apoyarse una a otra, lo que da lugar al fortalecimiento de zonas de importancia –económica-política– dentro del territorio (Hill y Willeman 2002).
5. Una guerra preventiva es una guerra en la que se lucha por mantener el equilibrio, para detener lo que se considera que trastoca un reparto uniforme del poder y lo trasforma en una relación de dominio e inferioridad. Que los estados mantengan la debida vigilancia, que ninguno de sus vecinos crezca de modo que pueda volverse más capaz que antes de causarles algún daño incrementando su territorio, aprovechando las oportunidades del comercio… (Bacon [1612] 1985, citado en Walzer 2001:120).
6. Es una relación del ataque a Cartagena de Indias, tomada de las Naval and Military Memories of Great Britain from 1727 to 1783, escritas por Robert Beatson en Londres, en 1804, con traducción del contraalmirante D. Miguel Lobo.
7. Diario de lo acaecido en Cartagena de Indias desde el día 13 de marzo de 1741 hasta 20 de mayo del mismo año que remite don Blas de Lezo a Su Majestad.
8. Se trata de un Diario de lo ocurrido en la expugnación de los fuertes de Bocachica y en el sitio de Cartagena en 1741, formado con los pliegos remitidos a Su Majestad por el virrey de Santa Fe, D. Sebastián de Eslava, con D. Pedro de Mur, su ayudante general.
9. Pasta compacta y dura, sin desgrasante visible; paredes pulidas y con baño gris, que adquiere un color oscuro con la cocción. Las asas y hombros de las piezas pueden presentar elementos decorativos modelados, incisos o a manera de pellizcos. Tipo Greyware. Marcador cronológico segunda mitad del siglo XVIII. FLMNH, Colección digital. http://www.flmnhmvxcufl.edu/histarch/gallery_types/type_index_display.asp?type_name=GREYWARE.
10. La fuente es miembro de la familia Pardo “Remanga” y participó en la extracción del cañón.
11. La profundidad después de la línea costera hacia mar abierto varía en este litoral de tres a seis metros, tomando un corredor de aproximadamente 500 metros. Esta profundidad no es suficiente para el calado de una embarcación mayor. Se presume que las embarcaciones inglesas debieron estar a una distancia que varía entre 750 y 1.000 metros de la costa, donde se alcanza una profundidad de 20 a 30 m. Esta información es tomada del mapa batimétrico de Cartagena de Indias (CIOH 2004).
A Monika Therrien, Catalina García Ch, Tatiana Ome, Juan Pablo Cruz, la Familia Pardo Abiga (Q.E.P.D) y todos aquellos que contribuyeron al desarrollo de esta investigación. De igual manera, agradezo a la FIAN (Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales) del Banco de la República.
Archivo General de Indias (AGI). Sobre el estado de las fortificaciones en la plaza de Cartagena de Indias por Herrera y Sotomayor (1707). AGI Santa Fe 472.
Archivo General de la Nación (AGN). Diario y relación de todo lo ocurrido en la expugnación de los fuertes de Bocachica. AGN, sección República, Fondo Archivo Restrepo, Caja 1-47.
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