Revista de Arqueología Histórica Argentina y Latinoamericana
Vol. 10, Núm. 1, enero - junio 2016. ISSN 2344-9918
Asociación de Arqueólogos Profesionales de la República Argentina
Artículos

ECONOMÍA Y SOCIEDAD EN UNA REDUCCIÓN INDÍGENA EN EL LITORAL DEL PARANÁ

ECONOMY AND SOCIETY AT AN INDIGENOUS REDUCTION IN PARANÁ RIVER´S LITORAL

ECONOMIA E SOCIEDADE EM UMA REDUÇÃO INDÍGENA NO LITORAL DO PARANÁ

Ana María Rocchietti
Nélida De Grandis
Departamento de Arqueología, Escuela de Antropología, Centro de Estudios de Arqueología Histórica, Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario
Cómo citar este artículo:
Rocchietti, A. M., & De Grandis, N. (2016). Economía y sociedad en una reducción indígena en el litoral del Paraná. Revista de Arqueología Histórica Argentina y Latinoamericana, 10(1), 91–117. Buenos Aires
RESUMEN:

La socio-arqueología de San Bartolomé de los Chaná, una reducción franciscana emplazada en tierras de una encomienda cuyo propietario era vecino de Santa Fe Viejo, sugiere un género de vida propio de los isleros del delta del río Coronda. Su cronología la ubica en el siglo XVIII temprano como parte del esfuerzo español por consolidar su dominio sobre las naciones que lo habitaban. Este trabajo ofrece una descripción de los materiales que había en su estratigrafía y en superficie, destacando la existencia de material lítico no frecuente en la región de la banda derecha del gran río, atribuyendo dos posibles causas para justificar su presencia: atesoramiento o residuos del ataque charrúa que aparentemente dio por destruida la misión.

Palabras clave:
San Bartolomé de los Chaná, socio-arqueología de indios reducidos, cultura material de piedra tallada
ABSTRACT:

Socio-archeology of San Bartolomé de los Chaná, a Franciscan mision, located in a “encomienda” whose owner was a resident of Santa Fe Viejo, suggests a peculiar way of life’ s isleros Coronda River Delta. His chronology locates it in the early eighteenth century as part of the Spanish effort to consolidate its domination over the nations that inhabited there. This paper provides a description of the materials it had in its stratigraphy and surface, highlighting the existence of rare lithic material in the region of the right side of the great river, attributing two possible causes to justify their presence: hoarding or residues of attack charrúa that apparently destroyed mision.

Keywords:
San Bartolomé de los Chaná, socio-archaeology of “reduced” indians, carved stone tools
RESUMO:

O sócio-arqueologia de San Bartolome de los Chaná, uma redução franciscana localizada em uma “encomienda”, cujo proprietário era um morador de Santa Fe Viejo, sugere um modo de vida peculiar para os isleros no Delta do Rio Coronda. Sua cronologia coloca-lo no início do século XVIII, como parte do esforço de espanhol para consolidar seu domínio sobre as nações que habitavam. Este artigo fornece uma descrição dos materiais que ele tinha em sua estratigrafia e superfície, destacando a existência de material lítico infreqüente na região do margem direita da grande rio, atribuindo duas causas possíveis para justificar a sua presença: entesouramento ou restos de ataque charrúa aparentemente que destruiu la missão.

Palavras-chave:
socio-arqueologia do indios reduzidos, San Bartolome de los Chaná, pedra esculpida

INTRODUCCIÓN

Uno de los temas de la socio-arqueología es describir las estructuras de los mundos sociales y sus mecanismos de reproducción y transformación (para la sociología, cf. Bourdieu y Wacquant 2005). Presentamos el caso de la reducción de San Bartolomé de los Chaná, uno de esos mundos. Su proceso social fue fallido porque se fundamentaba en un intento de sintetizar el estilo de desarrollo rural-católico (europeo) con el de los pequeños agregados sociales dispersos en las islas del Paraná, fuertemente adaptados al ambiente de agua, hecho que les otorgaba singularidad y resistencia ante los intentos de colonización que desplegó la invasión española en la región. Esa fue la razón de que la pequeña misión, en tiempos del Gobernador Hernando Arias de Saavedra, durara unos pocos años en su asentamiento en la desembocadura del arroyo Monje en el río Carcarañá. El depósito que documenta su existencia contiene cerámicas arqueológicas Goya Malabrigo, Guaraníes, elementos de origen europeo y un reducido conjunto de instrumentos líticos. La incorporación de éstos al sitio no nos ofrece dudas por su posición estratigráfica y por su integración a la distribución arqueológica en términos de vecindad artefactual. El mismo es muy reducido en especímenes pero, en compensación, muy formatizado, realizado en rocas obtenidas fuera del ámbito del asentamiento-quizá a gran distancia- y con técnicas afines con las que suelen estar diseñados útiles de caza habituales en sitios de la región pampeana. Estimamos que el caso demuestra que las adaptaciones de las poblaciones al medio son sumamente dinámicas y que estas gentes debieron intentar –con fines de subsistencia- una articulación de ambientes que los españoles aprovecharon para sostener emplazamientos de avanzada con la finalidad de anexar un territorio que no solamente les era ajeno sino hostil. También es posible que estos ítems ingresaran por otra causa que puede inferirse a partir de la información documental.

LA REDUCCIÓN

San Bartolomé de los Chaná fue una reducción franciscana ubicada en la desembocadura del arroyo Monje en el río Coronda, en plena área que los cronistas asignan a indígenas Chaná, en la jurisdicción del Departamento de San Jerónimo, Provincia de Santa Fe, a 100 km de Cayastá (Santa Fe La Vieja) y a 80 km de la ciudad de Rosario (Figura 1). Fue un minúsculo enclave en la cuenca del Plata, de vida transitoria pero, pese a ello, dejó una impronta en el suelo arqueológico santafesino. Se localiza en el sureste de la Provincia y del Departamento. El paraje se conoce con el nombre de La Boca1 y depende de la comuna de Monje de la que dista 10 kilómetros de camino de tierra mejorado. El uso del suelo local es agropecuario y es explotado por pequeños y medianos productores. En La Boca se realizan actividades náuticas y pesca deportiva; suele tener un número alto de visitantes que acampan y usan los asadores que instaló la comuna para su mayor comodidad.

Figura 1. Ubicación de San Bartolomé de los Chaná (La Boca)
Figura 1. Ubicación de San Bartolomé de los Chaná (La Boca)

En relación con la arqueología de sitios coloniales tempranos, los registros son escasos: San Salvador o Puerto de las Naos, en el Uruguay (López Mazz et al. 2014) y Fuerte Sancti Spiritus (Cocco et al. 2011). La arqueología de la reducción de Baradero (Tapia 2002; Kozameh et al. 2015) ofrece un material comparativo porque pertenece a la misma serie de asentamientos evangelizadores que San Bartolomé.

El río Coronda se forma por la confluencia del río Salado y el riacho Santa Fe e integra el sistema hídrico del río Paraná. La Provincia de Santa Fe participa de una llanura que posee tres ambientes: Chaco (al norte), Pampa (al sur y oeste) y la transición entre ambas (en el centro). El Departamento de San Jerónimo es un llano de muy escasa pendiente. Frente a La Boca se tiende el delta del Paraná; una enmarañada geografía de islas, brazos subsidiarios del Coronda y bañados. Las islas están cubiertas por un bosque nativo residual y por pastizales que han atraído una ganadería vacuna de engorde. Ésta siempre ha sido un factor de destrucción de sitios arqueológicos en la región pero mucho mayor es el efecto de la acción del agua. El sitio La Boca, expresión arqueológica de la reducción, está fuertemente disminuido por la erosión lateral del veloz y caudaloso Coronda.

San Bartolomé de los Chaná fue una reducción de “indios isleros”, recostada sobre la orilla derecha del río, en medio de un monte hoy desaparecido. Tuvo una duración relativamente efímera entre 1615 y 1621 puesto que fracasó como experimento político de “vida en policía de los indios”, es decir, de dominación y destrucción de su cultura. Sin embargo queda de ella un registro arqueológico apreciable del que procuraremos dar una idea.

En su planta incluyó iglesia de tapia y viviendas de paja y barro para los aborígenes y cobijó y apropió el trabajo de los indígenas Chaná y Guaraní (probablemente el de algodón ya que hemos encontrado torteros fabricados sobre barro local y sobre mayólica) y los sometió a servidumbre y peonaje en la cría y arriaje de ganado. San Bartolomé de los Chaná no formó un verdadero poblado ya que los indios escapaban a las islas porque estaban acostumbrados a vivir en libertad y porque los diezmaban las enfermedades.

LAS FUNDACIONES

En el siglo XVII los españoles de la Asunción comenzaron a desarrollar una intensa política de ocupación de tierras al sur. En consecuencia, fundaron Santa Fe La Vieja, y desarrollaron chacras, vaquerías y reducciones en sus vecindades. Una de las instalaciones destinada a reducción de indios fue San Bartolomé de los Chaná, que tenía la finalidad de alojar a los Chaná de las islas cumpliendo la realización de la “vida en policía de los naturales”. Los franciscanos fueron los primeros religiosos en llegar a Santa Fe y en participar activamente en “pacificar la tierra”. La tarea de expandir las reducciones fue acometida, como obra de gobierno, por Hernando Arias de Saavedra (Hernandarias) a partir de 1615. San Bartolomé2, se instaló en 1615/1616 despareciendo más tarde, probablemente hacia 1622, por una epidemia y por la fuga de los indígenas hacia sus islas (Rocchietti y De Grandis 2016).

Los españoles y criollos llevaban consigo a miembros de las tribus guaraní como parte de su servicio y como fuerza de choque, así es que ellos estaban presentes en número apreciable en la reducción. La visita del Gobernador Diego de Góngora empadronó un total de 321 personas distribuidas en 133 indios, 86 indias y 102 muchachos (Góngora 1622 en Cervera 1979).

En 1646 ya estaba definitivamente abandonada porque –poco después, en 1650- Diego Tomás de Santuchos, al reclamar sus derechos sobre esos predios consigna que había sólo seis indios de tasa. Como era habitual durante la Conquista, la reducción fue responsabilidad de un encomendero santafesino, don Pedro Gómez, vecino de Santa Fe, Viejo.

Los franciscanos -en este caso pudo ser un solo misionero de presencia discontinua- desde los primeros tiempos, trataron que las reducciones se convirtieran en unidades económicas autoabastecidas y con posibilidad de obtener excedente para la comercialización, aunque esto no siempre se lograba. La actividad de caza, pesca y ganadería de vacas se complementaba con la producción de textiles que, para la región, era el “lienzo”, un tejido que servía de moneda comercial y poseía un valor de equivalencia para los intercambios de los productos de la tierra. Debe tenerse en cuenta que el Río de la Plata era totalmente periférico en la América del Sur en general y en el Imperio español en particular.

En San Bartolomé se debieron haber compartido los nuevos criterios de explotación económica europea con el patrón de subsistencia indígena: pesca, caza, recolección y agricultura de baja escala (Loponte 2008, Sánchez et al 2013).Toda su vida se vio envuelta en este nuevo orden. La sociedad nativa acusó muy pronto el impacto y resultado de ello fue la desaparición de estas sociedades en un lapso muy corto de tiempo. El paraje de San Bartolomé se despobló a casi treinta años de fundada, sobreviviendo tan solo seis o siete indígenas que aún servían en encomienda. En la documentación disponible existen algunos datos que dan un poco más de precisión a la existencia de la reducción.

En primer lugar, se reconoce su zona como habitada por indios Chaná. Ellos parecen haber participado de la ideología totémica del trópico sudamericano que se expresó en bellos modelados de animales para ornato de sus vasijas cerámica. Ellos son encontrados en numerosos sitios e integran una formación arqueológica con amplia distribución de depósitos Goya-Malabrigo (Serrano 1972, Ceruti 2003, Ceruti y González 2007, Politis y Bonomo 2015).

Pero Pedro Gómez era encomendero en primera vida cuando en 1616 registró su marca de herrar; los indios que se le adjudicaron habían sido antes de Luis del Barro. Los chaná eran la población predominante en San Bartolomé. Su hijo Luis, también recibió encomienda en segunda vida y por pobreza no pudo mantenerlos reducidos y fueron cedidos al capitán Diego Torres de Santuchos. Los bienes de Gómez fueron rematados en 1645 después de una –¿infructuosa?- incursión el valle Calchaquí (Calvo 1999: 230-233).

Zapata Gollán (1989) ofrece algunas precisiones sobre la ubicación de San Bartolomé apoyándose en Manuel Cervera y en sus referencias al explorador Lope de Souza, un portugués que incursionó en las aguas del Paraná en tiempo de Sebastián Gaboto. De acuerdo con él, entre Barrancas y Puerto Gaboto se extendían tierras de chanáes con lo que se deduce de las escrituras del período colonial temprano. Añade que en 1656 San Bartolomé ya no existía según consta en un pedido de tierras para estancias por parte de un tal Martín de Vera, de tierras ubicadas entre el Carcarañal [Carcarañá] y el “Paraná Grande” por la cañada de San Lorenzo. En un petitorio del 5 de agosto de 1678, el Procurador declara que la reducción –pero no sabe si es San Bartolomé u otra- ha sido destruida por los charrúas. Volveremos sobre la cuestión de los ataques charrúas.

Antes habrían ocurrido otros acontecimientos. El Gobernador Góngora –antes mencionado- realizó su visita y el Cabildo de Santa Fe decidió el 6 de septiembre de 1621 salir a recibirlo por dos de sus miembros, en balsa y aviados en la reducción de los chaná.

Al año siguiente, hubo una petición al Cabildo para hacer vaquerías en la zona de los chaná a favor del señor Juan Contreras Cepeda (por el Teniente Gobernador de Santa Fe, capitán Sebastián de Orduña). En ella se hace referencia a las tierras vacas y baldías. En su informe Góngora especifica que mandó volver a los indios a la reducción y que lo iba a confirmar a su vuelta del viaje por el territorio bajo su gobierno. En las islas recogió indios y los llevó al paraje de San Bartolomé donde encontró a otra gente que había sido recogida por los dos caciques étnicos. En su descripción, la gente vivía en “ranchos de esteras” o “toldos” en tierra y en canoas. También informa que los pobladores chaná le informaron que eran bautizados y que no eran “infieles y desnudos” y que algunos de ellos tenían bueyes, caballos y canoas. También informa sobre una iglesia de tapia, madera y paja (Góngora en Cervera 1979).

En 1648, de acuerdo con una presentación del Procurador General de Santa Fe, Don Antonio Vera y Mujica, el 19 de septiembre, ante el Gobernador Don Francisco de Lariz, dice que los indios de la nación chaná están en las islas aledañas a la reducción y que es necesario volverlos a ella ya que estaba despoblada.

Según referencias de habitantes residenciales de La Boca actuales, el paraje y las islas fueron parte de una estancia conocida con el nombre de Alzugaray, desde mediados del siglo XIX.

En definitiva, lo que se puede esperar en el registro arqueológico de la Boca es la manifestación material del asentamiento reduccional (San Bartolomé reduccional) y episodios de abandono y final así como de su asimilación posterior a estancia.

No obstante, su perfil estratigráfico y el contenido de su depósito incluyen el balneario cuyas actividades han dejado una marca muy intensa en el sitio. La perturbación antrópica ha sido desde hace mucho tiempo muy invasiva. En tres dimensiones: el tránsito y uso del área de sitio para asar, pescar y habitar; la erosión lateral de la geoforma que contiene los materiales arqueológicos (por el lado del Monje y por el lado del Coronda) y, finalmente la urbanización.

EL SITIO

La geoforma es un albardón de forma trapezoidal (Figura 2), el cual resultó del corte de la terraza aluvial por la deriva del arroyo Monje que describe en el lugar un paleocauce –cuya designación local es “cañadita”que se aprecia como rasgo de terreno por el lateral norte del sitio y que es visible como rasgo de terreno encenagado y transformado en playa artificial de arena. La Boca posee un amplio frente hacia el Coronda y atrae público para las actividades deportivas y de turismo que se desarrollan allí. Sobre el albardón crecen árboles nativos y exóticos. Los ombúes – a los que la voz popular les asigna el carácter supersticioso de señalar entierros en el paraje- formaban un monte histórico, prácticamente desaparecido. En la costa, hacia el norte, en barranca de tierra firme y en otros albardones de extensión limitada, existen otros sitios arqueológicos de correlación dudosa con San Bartolomé Reduccional. En los yacimientos de las islas –unos 30- sucede otro tanto. En consecuencia San Bartolomé Reduccional es un registro único, con documentación asociada –escasaque permite inferir algunas dimensiones de cómo se vivió allí (Areces et al. 1993; Rocchietti y De Grandis 2016).

Las principales metas del trabajo arqueológico en La Boca ha sido la formación del sitio, las transformaciones naturales, espaciales y antrópicas de su registro; la relación entre el espacio natural y el espacio social y las características específicas de la ocupación humana; las distribuciones arqueológicas y sus formas geométricas en el depósito; las estratigrafías geológicas, edáficas, faunísticas y arqueológicas.

Podemos considerar que su cronología básica es la siguiente (Zapata Gollán 1945; Labougle 1971; Cervera 1979; Calvo 1992, 1999; Areces 2014; Salinas 2015):

Inicio hacia 1616, esto se sabe por una carta al Rey de Hernandarias del 25 de mayo relacionada con la fundación de misiones o reducciones de indios.

En 1621 se empadronan 50 personas; conviven dos caciques (uno chaná – timbú y otro guaraní). El cacique chaná tenía a su cargo 18 personas y el guaraní 32. Convivían y no se menciona mestizaje interétnico3.

Queda vacante en 1646 y aparecen los nombres de Francisco de Lencina y de Juan Paz.

En 1650 ocurre la visita de Garabito de León, quedan sólo 6 indios de tasa y Diego Tomás de Santuchos exige por sus derechos sobre esta tierra.

En 1682 se produce la visita de José de Herrera y Sotomayor.

En 1688 se presenta Tomás de Santuchos quien quizá hereda a Isabel Arias Montiel – Juan de Aguilera restando 9 indígenas.

Por tanto, la secuencia de la formación socio-arqueológica parece haber sido: 1. Instalación como encomienda, 2. Visitas y reunificación, 3. Despoblamiento. En el transcurso existen reclamos por derecho de posesión en el esquema de adjudicación sucesorio propio del sistema colonial español. de propiedad de tierras. Estratigráficamente, el contenido del depósito arqueológico se halla en un humus potente (0.50/0.60 metros de espesor) en el que se distribuye en forma de “nube” bastante homogénea (Figura 3), una parte del material aflora entre los asadores (aunque hoy prácticamente ya ha sido empobrecido) o yace en superficie en un área de aproximadamente media hectárea. De acuerdo con las referencias locales de que disponemos el albardón ha sido erosionado por la margen del Coronda en unos 50 metros. Una parte del material, proveniente de la barranca, yacía en época de bajante en la playa loéssica.

Figura 2. Modelo de terreno La Boca
Figura 2. Modelo de terreno La Boca
Figura 3. Estratigrafía La Boca
Figura 3. Estratigrafía La Boca

Arqueología de La Boca

El Inventario de materiales arqueológicos prueba la convivencia española/chaná/guaraní.

Las evidencias que ofrece el registro muestran el predominio de cerámicas étnicas con presencia subordinada de lítico, cuentas venecianas y objetos de vidrio y de metal español (Figuras 4, 5 y 6). Este contexto es el que se habremos de discutir. Puede estimarse que la fabricación de las cerámicas exhibe lo más típico de su definición bibliográfica antecedente: cerámicas Goya-Malabrigo (Chaná), cerámicas guaraníes y cerámicas españolas. Obviamente las primeras fueron manufacturadas in situ –con lo cual ya puede definirse una parte de la estructura productiva en el sitio y las lozas fueron a parar al depósito como parte del comercio de ultramar o-más seguramente- por portación personal del sacerdote. La presencia de cuentas de vidrio se vincula a un proceso más complejo en el que hubo mezcla de atracción para sedentarizar a los indios y evitar que escaparan y, asimismo, como instrumento de seducción religiosa. En relación con objetos del culto cristiano no hay recolección de evidencias materiales como así tampoco de constructivos eclesiales ni de viviendas indígenas. Probablemente la naturaleza endeble de sus materiales impidió su conservación y los factores de alteración del balneario jugaron un papel fundamental en la dispersión, disolución y destrucción del depósito reduccional.

La estructura del yacimiento es singular si se compara la geoforma con las de los yacimientos locales. El material parental fueron los sedimentos eólicos cuaternarios, un loess pampeano rico en materiales meteorizados y materiales de origen volcánico lo cual favorece –por los nutrientes- la formación de horizontes profundos, bien estructurados y con fuerte contraste entre el suelo y la columna loéssica. El material arqueológico aparece bien incrustado en ese suelo molisólico.

La reducción estaba enclavada frente al Delta Superior, en un ambiente pampeano-deltaico de humedal con fuerte tapiz vegetal (por el funcionamiento típico de los humedales que consisten en una intensa captura de CO2 para transformarlo en biomasa). Las tierras tienen buena aptitud agrícola-ganadera; las islas tienen pasturas que se aprovechan para el engorde vacuno.

Figura 4. Materiales cerámicos. La Boca
Figura 4. Materiales cerámicos. La Boca
Figura 5. Materiales líticos. La Boca
Figura 5. Materiales líticos. La Boca
Figura 6. Cuenta de vidrio. Chevron. La Boca
Figura 6. Cuenta de vidrio. Chevron. La Boca

El sitio se excavó posicionalmente en secciones libres de actividad de balneario y se pudo acceder a pocas propiedades privadas para obtener estratigrafías que pudieran ofrecer vestigios de la iglesia de tapia o elementos residenciales más amplios y explícitos. La posición de los elementos arqueológicos resultó plana, con predominante orientación este-oeste y formando una dispersión exenta de discontinuidades.

Usamos como cuerpo teórico el derivado del concepto unidad de tierras, sensu Sánchez (2009). El mismo designa un sistema de tierras donde la naturaleza de los constituyentes y factores promotores de la dinámica del terreno constituida por formaciones edáficas superficiales típicas de la llanura pampeana, energía radiante, vegetación, animales, regímenes térmicos y de humedad) condicionan relaciones y procesos físicos, químicos y biológicos propios de la extensión de tierras en la que se manifiesta esa entidad; es decir, que poseen especificidad eco-geográfica (Sánchez 2009: 31). El sistema de tierras obviamente determinó en profundidad el género de vida islero. Se trata de tierras de inundación de alta energía hídrica y de alto porcentaje de formación de suelos orgánicos debido a los procesos de descomposición a que están sometidos los restos vegetales y animales. Pensamos que esta circunstancia (muy probable) acentúa tanto la insularidad de los asentamientos como la insularidad material de los registros arqueológicos.

Nuestra perspectiva apunta a estimar que la Formación Arqueológica Goya-Malabrigo está constituida por depósitos del Holoceno tardío y que tiene por referencia prehistórica comunidades agrícolas de baja intensidad. Podría expresar a los Chaná pero también a otras agrupaciones o naciones de indios isleros en el Paraná.

Las condiciones iníciales, es decir, aquellas de acuerdo con las cuales un suelo arqueológico se emplaza y evoluciona- han sido las siguientes:

Ambiente de alta energía hídrica.

Hidroperíodo muy variante pero generalmente de crecientes entre septiembre y marzo.

Terrenos planos o convexos con abundante vegetación como cobertura.

Estratigrafías confusas por aportes laterales bajo flujos de agua lentos y de erosión predominantemente hídrica.

Escasa visibilidad del material arqueológico con excepción en las bajantes.

Empobrecimiento de los depósitos arqueológicos por migración de materiales hacia otros puntos del río por arrastre correntoso.

Procesos mecánicos de movimiento de los materiales sea por deslizamiento gravitatorio, sea por sea por flujos de vaivén por oleaje.

La Formación Goya Malabrigo responde a procesos de asentamiento humano en el Corredor Paranaense (con eje norte – sur predominante); habitat cuya característica principal es haber sido atractor y fijador de un poblamiento auto-contenido (por su carácter insular). Los indios isleros fueron habitantes de un vasto humedal, con albardones costeros en un ambiente cuyo evento-acontecimiento principal era y es la inundación Los albardones son, pues, geoformas hidrogeológicas singulares y le dan especificidad a la región demarcando un verdadero sistema de tierras. La expresión Chaná en San Bartolomé reduccional es el constituyente cerámico Goya Malabrigo (Rocchietti y De Grandis 2016).

La Formación Arqueológica Guaraní está representada, asimismo, por sus cerámicas pintadas y corrugadas aun cuando es posible que en otros lugares su expresión en terreno sea mucho más diversificada. Es también posible que sus cerámicas se sobrevaloren en los diagnósticos por su carácter identificatorio de máxima seguridad. ¿Por qué aparecen en el registro de La Boca? No fue una integración ni voluntaria ni histórica (es decir un hábitat de convivencia con los chaná) sino un arbitrio del colonialismo. En el perfil estratigráfico aparecen en unidad en el depósito. Puede considerarse una evidencia arqueológica de cohabitación forzada (no debe olvidarse el carácter guerrero, aldeano y antropofágico de los guaraníes). En un caso u otro, todos eran gentes de adaptación a los humedales isleros. La encomienda los ubicó sobre un albardón subsidiario de la tierra firme del Coronda pero los hábitos de vida permanecieron.

Todavía no se sabe cuál fue la economía chaná. La guaraní fue agrícola. Los asentamientos españoles con indios los obligaban a cultivar. Es lógico que San Bartolomé reduccional intentara ser un asentamiento de indios vaqueros y labradores cristianos, o al menos bautizados.

En síntesis, este punto geográfico se abre al ambiente aluvial del Paraná inferior; es un paisaje controlado por el agua donde la formación de los depósitos depende, fundamentalmente, de las corrientes de flujo rápido y de la inundación transitoria o permanente, en una alternancia de estabilidad y movimiento, que es característica de un contexto de alta energía. El agua hegemoniza los ciclos diarios y estacionales de la vida, está en los bordes de la tierra habitable y frecuentemente inunda; el agua es la vía para comunicarse con otras gentes; el agua modela los hábitos y confiere paciencia ante las pasiones de los hombres y las turbulencias de las crecientes. El agua rige, en esta parte de la tierra, la sociología del hábitat de los humanos, de los animales y de las plantas.

La expresión del proceso espacial de las sociedades isleras, en esta latitud, tiene como base documental una formación arqueológica una unidad arqueo-litoestratigráfica característica, que posee muy baja fracción de materiales de dieta y está hegemonizada por tiestos cerámicos de fábrica gruesa y fina, muchos decorados con pintura o grabados, de espesores relativamente desarrollados y, sobre todo, con presencia de adornos de bulto, modelados icónicos de animales de río con significado cultural. Ceruti (1992, 2000) la describe como una manifestación cultural con economía fundamentalmente cazador-pescadora complementada con recolección, con énfasis en uno u otro recurso según el lugar y las circunstancias, pero siempre con una alta adecuación al medio ambiente imperante en las islas y costas bajas, del que no se apartó sino en contadas oportunidades. Nosotras estimamos que esa economía pudo estar complementada con cultivos a la luz de los avances de investigación en relación con la población del delta del Paraná y su género de vida (Bonomo et al. 2008, 2011).

El registro de San Bartolomé de los chaná (La Boca)

La Boca se desarrolló sobre el trasfondo de la cultura material de los indios isleños, expresada en la región por la FGA Goya-Malabrigo, la cual se desarrolla en la mayor parte del depósito. En segundo lugar, se plantea el problema de la invasión europea y la anexión de estos indios como fuerza laboral cautiva y como pacientes de un experimento de cambio social (Rocchietti y De Grandis 1996, 2011).

El material está enterrado en la primera unidad litoestratigráfica del perfil, aunque en varios sectores la erosión y el pisoteo lo han dejado en superficie4, cuando hay bajante y se forma una pequeña playa el agua lo deja esparcido entre el barro y la resaca. Las viviendas permanentes, las casas de veraneo y la torre de agua están construidas sobre lo que fue el espacio de la reducción y los asadores de cemento se distribuyen regularmente por la única parte que actualmente goza de visibilidad. El sitio está perturbado con intensidad hasta aproximadamente los 0.15 m de profundidad en la cúspide del albardón pero más abajo el daño se aminora.

La ergología de este sitio comprende cerámica Goya-Malabrigo, cerámica Guaraní, cuentas venecianas, una tacha española de metal, el tubo de un candelabro de iglesia, torteros lisos y decorados, mayólica Sevilla Azul sobre Azul y Talavera de la Reina, cerámica vidriada, vidrios correspondientes a botellas del siglo XVII-XVIII y algunos materiales líticos en cuarcita y calcedonia.

Las características de producción de la cerámica son las siguientes: se verifican dos técnicas de fabricación de los recipientes de alfarería: los levantados por técnica de rodete y los confeccionados a partir de una masa de arcilla; éstos últimos representan tan sólo el 0.02 % del total; existe cerámica lisa y decorada. En el conjunto de los tiestos decorados, las técnicas son la pintura (pintura roja, en la superficie interna o externa o en ambas, pintura rojo-blanco aplicada sobre la pasta natural, con diseños geométricos ejecutados con líneas gruesas), la incisión con diseño geométrico, las impresiones con red, con cordeles y con cestería, el corrugado, el ungiculado y el cepillado, los modelados de cabecitas de animales y de apéndices caudales. La cerámica lisa es de factura fina y gruesa, con fractura irregular y baja temperatura de cocción.

Hay un número elevado de asas de las que son frecuentes en la cerámica Goya-Malabrigo, torteros y dos, un número, si bien pequeño, significativo de discos de cerámica cuya función es posible que corresponda a las fichas de juego.

Las cuentas vítreas, de probable origen veneciano, suman diecinueve. Son pequeñas cuentas azuladas, verdosas y transparentes cuyo uso como bien de cambio con los indígenas es conocido en el Río de la Plata.

Se encontró, asimismo, una pieza metálica, tacha o tachón de cabeza de aleación de cobre, en bronce, fundida alrededor de un vástago ferroso, con forma de estrella de cuatro puntas y vástago (desaparecido, rectangular) Pifferetti, quien realiza el diagnóstico, la encuentra contemporánea del último período de Santa Fe La Vieja (segunda mitad del siglo XVII) (Pifferetti 2000). El inventario del material europeo incluye fragmentos de tinajas locales, mayólica Sevilla Azul sobre Azul (fragmentos del mismo plato) anterior a 1630, Sevilla Azul sobre Azul (de variedad poco frecuente, gruesa), cerámica roja con vidriado verde externo, posible fragmento de Talavera Azul sobre Blanco (1600-1650), mayólica Ichtuknee (1600-1650), Micácea Naranja (ca. 1600) con decoración en bajorrelieve y manufacturada con torno, un fragmento Triana, un y loza blanca del siglo XIX. Según Schávelzon –que realizó el diagnóstico- los 41 fragmentos analizados muestran una cronología claramente centrada en el siglo XVII temprano aunque con la presencia de al menos tres fragmentos de lozas blancas recientes (pos 1850). Entre ambos extremos hay un fragmento de un lebrillo Triana Blanco que fue habitual entre 1750 y 1850. La cerámica mestiza comprende el grupo más grande (31.70% del total) (Schávelzon 1998).

El sitio rindió también treinta y cuatro fragmentos de vidrios de botellas que pertenecen a por lo menos dos botellas sopladas de base cuadrada, de color verde. Se trata de botellas españolas, coloniales, fechadas entre fines del siglo XVII y principios del XVIII (Frazzi 2000).

El material lítico

El inventario de cultura material incluye una bola de boleadora de forma irregular, con surco bien marcado, fabricada en cuarcita, dos fragmentos de molino remontables, de cuarcita, un probable sobador de cuero de arenisca silicificada, dos lascas de cuarcita (Frittegotto 2000) dos puntas de proyectil, un raspador, dos núcleos de ópalo procedentes de rodados de río y una mano de mortero. Este conjunto lítico no tiene parecido en los contextos de la zona prospectados por nosotras. En la tabla1 se lista los materiales que hallamos en el lugar.

Tabla 1. Inventario de cultura material hallados en San Bartolomé reduccional
Tabla 1. Inventario de cultura material hallados en San Bartolomé reduccional

DISCUSIÓN DEL CONTEXTO

En principio, las mayólicas y las cuentas europeas son tempranas y aportan coherencia cronológica al depósito (primer tercio del siglo XVII).

El material está fragmentado pero en muy buen estado de conservación. Fue hallado en excavación posicional, salvo algunos fragmentos que se recolectaron en la costa (cuando el río estaba en bajante) y sobre el paleo-cauce que actualmente se lo conoce con el nombre de La Cañadita. Los ejemplares son:

Mayólica Sevilla Azul sobre Azul (pre 1630)
Mayólica Ichtuknee (1600-1650)
Mayólica Panamá Polícromo
Micácea Naranja (cerca 1600)
Botijas ( o tinajas)
Lebrillo Verde
Triana Blanca finales del siglo XVIII
Loza blanca del siglo XIX

En general el material se acerca a la primera mitad del siglo XVII y algunos ejemplares son post 1800.Las cerámicas indígenas ofrecen identidad a la población reducida, por lo menos en el actual estado de la investigación científica de la cuenca.

El material lítico no es novedoso pero sí muy poco frecuente en el área y expande la descripción de la economía islera. El equipo describe una tipología de escasa diversidad funcional (Tabla 2).

Los materiales líticos en perfil proceden o de excavación en el albardón o de la barranca en el lateral del río Coronda a profundidades entre 0.16 m y 0.30 m, es decir, de la plenitud del depósito y en matriz sedimentaria no alterada.

Los instrumentos obtenidos por pulido (mano de mortero, bola de arrojar y alisador) divergen en cuanto a la actividad que sugieren: molienda, producción cerámica nativa y caza. La mano y el alisador fueron obtenidos a partir de guijarros de grava. La bola implicó la obtención de una materia prima no local, un bloque de considerable tamaño a partir del cual realizar el trabajo.

Los raspadores tienen una morfología divergente (desde un pequeño y delicado instrumento hasta uno masivo realizado sobre un núcleo de tamaño considerable en el cual se tomó una de las aristas para retocarlo en raspador). Las puntas de proyectil son muy pequeñas y clonadas, de base recta, y obtenidas sobre unas láminas de cuarzo transparente. La lasca con retoque podría ser asimilada a raspador.

Tabla 2. Material Lítico de La Boca
Tabla 2. Material Lítico de La Boca

Los núcleos con marca de fuego pudieron ser utilizados finalmente como piedras de fogón originalmente o por turistas sin conciencia de lo que tenían en sus manos. Es indeterminable.

No está representada la cadena operativa que produjo los artefactos ni tampoco los desechos habituales que produce el trabajo de talla. En ningún caso, en el área de sitio, hubo ocasión de hallar esquirlas o lascas de descarte o de uso sin trabajo adicional. Se trata, pues, de ejemplares de conservación dado lo difícil de obtener la materia prima ya que no hay graveras locales, su utilización hasta el punto de agotamiento y la nula presencia en los sitios investigados por nosotros. Su ubicación en la estructura de sitio los vincula claramente a las cerámicas indígenas y europeas. Se los puede estimar, entonces, como unificados con el depósito.

Los raspadores de calcedonia y ópalo conservan parte de su corteza por lo cual se puede inferir el carácter de rodados de la materia prima inicial.

Su incorporación al depósito no nos ofrece dudas por su posición estratigráfica y por su integración a la distribución arqueológica en términos de vecindad artefactual.

Los sitios arqueológicos “isleros”

Un modelo sirve para organizar las variables de investigación y, en el caso de un modelo discreto de sitio para las islas del bajo Paraná, tiene que procurar abarcar todas las relaciones a que está integrada la unidad funcional excavada pero, en el caso de La Boca, es necesario tener en cuenta la interacción entre los documentos y la materialidad arqueológica.

La dimensión documental expresa aspectos sociales y políticos e ilumina el proceso específico de San Bartolomé de los Chaná. En este sentido podemos distinguir entre la documentación inmediatamente asociada y la documentación mediatamente asociada. La primera está integrada por las piezas heurísticas que nombran o se refieren específicamente a San Bartolomé, la segunda por un indeterminado (y seguramente heterogéneo) universo de documentos que va desde las fundaciones de ciudades en la región geopolítica de la Cuenca del Plata (para el caso la más importante, la de la Asunción) hasta la historia del catolicismo, la historia europea, la historia americana, la ciencia y la tecnología del siglo, etc.

Distinguir entre ambos conjuntos implica tomar en cuenta la posibilidad de un encadenamiento de evidencias, presunciones e inferencias muy amplio para explicar la base arqueológica. A su vez, ésta requiere un tratamiento específico que comprende –en términos generales- su descripción, diagnóstico e inserción dentro de un modelo de sitio.

La interacción entre documentos y registro arqueológico configura una situación compleja, dirigida a la comprensión del proceso que se verificó en la costa del río Coronda, como parte de una política para asegurar el espacio español en esta remota región americana.

El modelo arqueológico reúne una serie de ejes analíticos que tienen por finalidad poner a la luz la interrelación de factores que actúan en su materialidad.

¿Cómo ingresaron los distintos elementos al registro de La Boca? Por distintas vías que expresan un dilatado y complejo proceso social que en términos generales es descripto como Entrada a la Tierra. Los ítems Goya-Malabrigo (cerámicos) deben expresar a la gente afincada por largo tiempo en este sector del Coronda, los ítems Guaraní - en cambiointroducen una problemática más amplia: los Guaraníes fueron parte de la población aborigen trasladada, ya sea como prisionera o como suministradora de trabajadores. Según Carrara y De Grandis (1995: 46), los acompañantes de Garay serían los primeros en entrar al área y, aquí manifiestan el proceso de sometimiento producido -anterior y extensoen la Asunción y en Santa Fe Viejo.

Los torteros de cerámica debieron ingresar como parte del proyecto de producción textil asociado a la Reducción; las cuentas vítreas integrando un sistema de intercambio no simétrico de bienes; las lozas prolongando -en América- la calidad de vida europea y compensando el extrañamiento que el invasor debía vivir -seguramente- en el paisaje islero. Los materiales líticos que hemos mencionado (que incluyen raspador, lascas y punta de proyectil) brindarían documento sobre los intercambios locales y autóctonos que incorporaban, territorialmente, a las islas con las lejanas sierras pampeanas.

Por último, La Boca incluye materiales de urbanización actual (plásticos, huesos, monedas argentinas de 1950, ladrillo y metal) mientras que el material de resaca (al pie de la barranca que da al río) es exclusivamente cerámico. La distribución tiene mayor expresión terrestre que subacuática (a no ser por la resaca que deja la bajante) y una importante densidad tanto superficial como enterrada. Los elementos de perturbación no impiden reconocer en este yacimiento un modelo de sitio histórico para el período de la ocupación territorial europea con apropiación de la fuerza de trabajo, a la vez que definen una situación de depósito arqueológico en la costa paranaense, cuya antigua esfera territorial y alimentaria re-actualizan la incidencia profunda del ambiente islero.

Modelo económico y el equipo lítico

Es prácticamente seguro que el sacerdote o el encomendero gobernaran la actividad económica de San Bartolomé reduccional. También es muy posible que –de acuerdo al sistema colonial- procuraran que fuera homogéneo y coherente (si no unitario) con la labor misional. Es probable que se tratara de conformar una comunidad laboriosa y consolidada aunque distara de serlo porque los indios se iban. Como se hizo en otros lugares, se debe haber tratado de aprovechar el conocimiento que los indios tenían sobre esa geografía –su sistema de tierras- y el trabajo para el que estaban capacitados. El culto moral de los labradores debe haber sido un motivo para inclinarlos hacia la agricultura. No debe olvidarse que el paradigma educativo de la época fue el de la comunidad de gentiles convertidos.

La estratigrafía de San Bartolomé no tiene huesos ni vértebras o espinas de pescado. No quiere decir que los habitantes no se alimentaran de esos animales sino que posiblemente a los descartes los hayan echado al agua o los hayan quemado para producir fuegos. Lo cierto es que no están. El material obtenido debe corresponder a objetos compartidos y a objetos personales del sacerdote y de los indios.

Consideramos el equipo lítico dentro del componente residencial del sitio. La mayoría de los artefactos provienen de una gran modificación de la materia prima y con una intervención mínima sobre la materia prima. Su complejidad es difícil de evaluar porque el sitio ha sido empobrecido por recolecciones anónimas. No obstante señalamos la alta estandarización de los artefactos.

El sitio está ubicado en un área de alta oferta de recursos alimentarios, no obstante las ausencias materiales son tan elocuentes como las presencias. Las reducciones procuraban no alterar el género de vida de los indígenas pero sí inducirlos al sedentarismo agrícola.

El modelo económico básico inferible a partir de los elementos líticos establece 1.adquisición de materia prima, 2. manufactura de artefactos, 3. uso en contexto residencial. No obstante, en un ambiente sin piedras habría que pensar más allá de un modelo logístico, residencial, tecnómico y energético la posibilidad de un atesoramiento (ritual, por el valor de los materiales líticos o prágmático dada las distancias a las fuentes de materia prima que ubicamos en el río Uruguay) o, en cambio, como la presencia azarosa de gente extraña tal como lo sugiere el verdadero final de la reducción: un ataque charrúa, gentes de la banda opuesta del Paraná y dueños de habilidades para la manufactura lítica. No obstante, también cabe la posibilidad que señalan Bonomo y Blasi (2010) y Loponte (2008) de que existieran redes de intercambio hacia el occidente de la cuenca, con otras poblaciones de las Sierras Centrales.

Son artefactos terminados, sin reciclamiento, en materias primas valiosas por textura, brillo y color, pudo haber sido importada la materia prima o directamente el artefacto, son artefactos especializados. Las rocas deben provenir del río Uruguay porque se trata de rocas sedimentarias silicificadas propias de esa cuenca y de rocas ígneas que pueden provenir en las graveras formadas desde la Sierra Geral.

Las cerámicas arqueológicas

Las cerámicas europeas: expresadas por fragmentos muy pequeños y por torteros de loza. Indica el escaso número de recipientes que debió estar radicado en San Bartolomé. Se lo puede suponer en posesión por el sacerdote y como un atesoramiento de objetos traídos desde muy lejos como ajuar personal. La conversión de algunos fragmentos en peso para hilar indica su valor y la necesidad de aplicar los remanentes de utensilios apreciados, además de la actividad laboral. No se sabe de dónde habría de proceder la fibra de tejido, si fue algodón, lana u otro material local.

Las cerámicas Indígenas dominantes corresponden a Goya Malabrigo: predomina en el material ofrecido por la excavación. La cerámica puede preceder a la elección española para la reducción. La porción inferior del depósito podría expresar esta situación (campamento indígena antiguo aprovechado para colocar pobladores en policía).

La cerámica Guaraní: se encuentra presente con importantes evidencias de su tecnología en la manufactura y en la decoración. O los guaraníes fueron traídos desde Santa Fe Viejo con la intención de controlar a los chaná o convivieron espontáneamente. Esto último es poco probable dado que los guaraníes eran lo suficientemente temibles como para tenerlos de compañeros de asentamiento. La cerámica de este pueblo casi no está representada en otros sitios de islas que hemos estudiado.

CONCLUSIONES

¿Los contextos deben ser leídos o interpretados de manera literal?

San Bartolomé de los Chaná (La Boca) fue parte de un proceso espacial de sociedades isleras que, en distintos momentos, desarrollaron vínculos específicos con el paisaje de agua. Entre ellos se encuentran su esfera alimentaria, su esfera territorial y sus intercambios materiales en la escala de una remota población en la zona menos transitada por el Imperio español.

La situación de los materiales fue heterogénea porque se hallaban en superficie, aflorantes y enterrados en la primera unidad del perfil, por lo tanto, no podría hacerse una interpretación literal de su correspondencia con el asentamiento franciscano. No hemos encontrado los muros de su iglesia aunque tenemos referencias orales de su intersección con los sedimentos del albardón cuando se hicieron algunas casas. No obstante, sus cerámicas europeas en connivencia con las indígenas otorgan al registro certeza sobre la reducción.

La acumulación de cerámicas indica un ajuar doméstico (el cual está infra representado porque pudo estar constituido por recipientes de madera y enseres de fibras) y no una economía de intercambios, sostenida en el autoabastecimiento probablemente agrícola y pescador. La disciplina de la reducción no se refleja en el registro pero sí su escala económica comunitaria.

El equipo lítico configura un conjunto disonante en las estratigrafías locales y estimula interrogantes sobre su entrada a la estratigrafía. Nos inclinamos por el testimonio de una conducta de resguardo de útiles necesarios pero escasos.

Las reducciones fueron experimentos y experiencias singulares. Es posible que sus registros aludan fundamentalmente a una supervivencia pragmática pero habría que tener en cuenta la convergencia irracional entre lo religioso y lo ancestral. El conjunto lítico podría ser una sede de ella pero también podría expresar el final de guerra intertribal de San Bartolomé.

NOTAS

1. Relación de lo hecho por el Gobernador DD de Góngora en Visita General que hizo de la Provincia del Río de la Plata. 3 de marzo de 1520. Archivo General de Indias. Audiencia de Charcas. Repositorio del Museo Etnográfico. Santa Fe. Met C 14.

2. Boca es un topónimo muy frecuente en la región. Se aplica a grandes y pequeñas (boquita) desembocaduras de un arroyo en un río o en otro arroyo.

3. Al mismo tiempo se disponía la fundación de San Miguel de los Calchines, San Lorenzo de los Mocoretás y San Bartolomé de los Chaná en la Provincia de Santa Fe.

4. La descripción detallada se hizo en otra publicación (Rocchietti y De Grandis 1996: 332-336).

AGRADECIMIENTOS

A la Dra. Diana Rolandi, Directora del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano del Ministerio de Cultura de la Nación. Al Dr. Aníbal Gil y a la Dra. Teresita Majewski por brindarme el acceso a su bibliografía y clases.

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