El sitio arqueológico de la Aduana Taylor se encuentra localizado detrás de la Casa de Gobierno, formando parte del actual Museo de Casa Rosada (ex Museo del Bicentenario). Este contiene en su interior los restos estructurales de la Aduana que funcionó en Buenos Aires entre 1857 y 1894, la cual constituyó el primer edificio público de gran envergadura de toda la ciudad. Allí el trabajo arqueológico llevado a cabo entre los años 2009 y 2011, dentro de un Proyecto mayor de Puesta en Valor del sitio arqueológico, ha permitido recuperar evidencias de diferente tipo, tanto artefactuales como estructurales. El propósito de este trabajo es dar a conocer el análisis preliminar efectuado y los resultados alcanzados a partir del estudio de una muestra de lozas, proveniente del relleno que se impuso sobre los restos del edificio, una vez que éste fuese demolido, al final de su secuencia de ocupación.
The Customs Taylor archaeological site is localized behind of the current Government House as part of the Bicentennial Museum. It contains the remains of the customs of Buenos Aires which ran between 1855 and 1891/1894 and which was the first major public building throughout the city. There the archaeological work carried out between 2009 and 2011, within a larger project of enhancement, has recovered evidence of various kinds, both artefactual and structural. The purpose of this paper is to present the analysis performed and preliminary results obtained from the study of a sample of earthenware, from the fill that was imposed on the rest of the building at the end of its sequence of occupation.
O sítio arqueológico da Alfândega Taylor está localizado atrás da atual casa do governo como parte do Museu do Bicentenário. O museu contém dentro de si os restos do escritório em Buenos Aires entre 1855 e 1891/1894, que constitui o primeiro grande edifício público por toda a cidade. Lá, o trabalho arqueológico realizado entre 2009 e 2011 dentro de um projeto maior de valorização do sítio arqueológico, recuperou evidência de vários tipos, tanto artefactual e estrutural. O objetivo deste trabalho é apresentar a análise foi realizada e os resultados preliminares obtidos a partir do estudo de uma amostra de telhas, a partir do preenchimento que foi imposta ao resto do edifício no final de sua seqüência de ocupação.
Los materiales arqueológicos pertenecientes al período histórico, es decir al momento de interacción entre diferentes pueblos que se inició con la expansión europea (y posterior invasión, conquista y colonización) por el mundo (Subias et al. 2015), han sido ampliamente utilizados por los arqueólogos para una variedad de propósitos, desde datar el período de ocupación del sitio, pasando por comprender el rol jugado por sus ocupantes, hasta su empleo para intentar también dar cuenta de diferentes aspectos vinculados con la esferas socioeconómica, simbólica, política, etc (Majewski y O´Brien 1987:98). Más allá de estas grandes temáticas también han sido considerados para poder determinar y establecer dentro de dicho período, aspectos estilísticos y tecnológicos, con el propósito de conocer así el tipo de producción que se desarrollaba en esa época y que parte de ella llegaba a los diferentes lugares del mundo a través del comercio u otras actividades (Allen et al. 2013).
En relación con esto último, en este trabajo se describirá el análisis preliminar efectuado a una parte de las lozas recuperadas del sitio arqueológico de la Aduana Taylor, de la ciudad de Buenos Aires, cronológicamente perteneciente a dicho período. Las lozas que componen dicha muestra fueron halladas durante las tareas arqueológicas efectuadas entre el 2009 y 2011, en el marco de un proyecto mayor de Obra y Puesta en Valor del sitio arqueológico.
La Aduana Taylor estuvo en funcionamiento desde el año 1857 cuando termina su construcción hasta el año 1891 en donde una parte de las estructuras que componían su edificio fueran demolidas. A partir de entonces y hasta el año 1894 se fue imponiendo paulatinamente sobre sus restos un relleno antrópico para poder nivelar todo el espacio que ésta ocupaba. Dado que se poseen los datos cronológicos, históricos y documentales acerca del rango temporal de ocupación del sitio, el objetivo principal de este estudio preliminar será establecer las características que presentan los fragmentos de lozas hallados dentro de este relleno antrópico que se impuso sobre el sitio, al final de su secuencia de ocupación. Como objetivo secundario se plantea poder establecer si dichos fragmentos están presentes en todas las áreas trabajadas o si existe una depositación diferencial en cada una de ellas.
De esta manera, en este artículo primeramente se hará una breve caracterización de los principales aspectos del sitio arqueológico y su secuencia de ocupación, luego se hará referencia al trabajo arqueológico realizado dentro del proyecto mayor de Obra y Puesta en Valor de la Aduana Taylor y se presentará la evidencia que fuese recuperada mediante las acciones de excavación. Finalmente, se mencionará el estudio efectuado, especificando las variables consideradas, los resultados alcanzados hasta el momento y una evaluación de los datos obtenidos.
El sitio se encuentra localizado en lo que constituyó el núcleo poblacional inicial de la ciudad de Buenos Aires, en línea con la Plaza de Mayo, detrás de la Casa de Gobierno, donde se ubica el ex Museo del Bicentenario, hoy Museo de Casa Rosada (Denis 2013). La Aduana Taylor constituyó en la segunda mitad del siglo XIX el primer edificio público de gran envergadura de toda la ciudad. Formalmente en la documentación de la época es denominada Aduana Nueva en contraposición a la que entonces existía sobre la actual avenida Belgrano. Sin embargo, fue más conocida con el paso de los años por los habitantes de la ciudad como Aduana Taylor, en honor a su constructor el Ingeniero Inglés Edward Taylor. Una parte de esta Aduana Nueva se emplazó sobre la costa, por encima de un banco duro y resistente de tosca amarillo-rojiza, característica de la región pampeana, transformándose así, en la primera porción de tierra ganada al río de la ciudad (Casella de Calderón 1991). La otra parte de la construcción, de acuerdo al decreto del 26 de enero del año 1855 (CEDIAP Al01‐0015), se erigió en el lugar que ocupaba el Fuerte de Buenos Aires, para lo cual algunas partes de éste debieron ser destruidas en tanto que otras fueron reutilizadas, para uso de la Aduana y también de la Casa de Gobierno.
Estaba conformada por una serie de construcciones vinculadas entre sí: un patio de maniobras (de cien metros de largo por aproximadamente veinte metros de ancho), un corredor de galería (paralelo al patio en toda su extensión), una construcción semicircular de tres pisos de altura (destinada al depósito de mercaderías) y un muelle de madera curvo, que se adentraba 300 m en el río de la Plata en busca de aguas más profundas (Instituto de Arte Americano 1965; Casella de Calderón 1991; Guillermo 2010, 2011, 2013, 2016). El depósito de forma semicircular, también llamado usualmente hemiciclo, constituyó la principal estructura proyectada por el ingeniero Taylor. Estaba destinado a guardar las mercaderías que entraban y salían de la ciudad. Su fachada curva se proyectaba sobre el río, mientras que su cara recta se alineaba con el patio de maniobras, el cual era utilizado para la carga y descarga de bienes. Ésta última estructura, construida sobre el foso del viejo Fuerte (Schere, 2008), tenía una forma rectangular con un piso enlozado de piedra labrada, dado que se encontraba expuesto a las condiciones ambientales imperantes (Guillermo 2016).
El acceso al edificio se realizaba de diversas maneras: por medio de dos escaleras que vinculaban a la vía pública con el corredor de galería, donde funcionaba la parte administrativa, o mediante dos túneles, uno de ellos curvo, localizados a ambos extremos del patio de maniobras (Guillermo 2012; 2013).
Tal cual se mencionó anteriormente, en 1891 la Aduana dejó de funcionar, comenzando su demolición. Se derribaron entonces los dos pisos superiores del depósito semicircular, manteniéndose tanto la estructura de la planta baja del mismo, como el patio de maniobras y el corredor de galería, sobre los cuales se les depositó un relleno antrópico que en algunos sectores llegó a alcanzar entre los seis metros y medio y los siete metros de profundidad, y cuya finalidad fue poder llegar así al nivel de la calle. El relleno y la nivelación de ese espacio se completaron en el año 1894, iniciándose allí a partir de ese momento la construcción del actual parque Colón, diseñado por el Arquitecto Carlos L. Thays, mediante la ordenanza Nº 27.549 (Thays 1892 en Casella Calderón 1991) e inaugurado como paseo en octubre del año 1904 (Casella de Calderón 1991).
Posteriormente, entre los años 1938 y 1985 dicho espacio fue objeto de una serie de intervenciones, tanto fortuitas como planificadas, de diferentes magnitudes e intensidades, aunque ninguna de ellas incluyó entre sus tareas la ejecución de un estudio llevado a cabo por arqueólogos (Guillermo 2012).
En el año 2009 comienza a efectuarse en el sitio el proyecto denominado Obra y Puesta en Valor de la Aduana Taylor, impulsado desde el Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios, junto con la Secretaria de Obras Públicas, la Subsecretaria de Obras Públicas y la Dirección Nacional de Arquitectura y ejecutado por la UTE Dycasa S.A. – Isolux Ingeniería S.A. La diferencia entre este nuevo proyecto y los trabajos efectuados con anterioridad consistió básicamente en los objetivos perseguidos (recuperar los restos arqueológicos aún presentes en el sitio y efectuar su Puesta en Valor) y en la construcción en el sitio del actual Museo de Casa Rosada (ex Museo del Bicentenario), el cual permitió la inserción de dicho espacio de la Aduana Taylor nuevamente en la dinámica de la ciudad. Esta intervención además de contar entre sus acciones con la realización de un estudio arqueológico sistemático de características integrales, ausente en las otras intervenciones, constituyó un proyecto multidisciplinario que apuntó a recuperar los diversos componentes (pisos, columnas, arcadas, etc) de las estructuras que conformaron el sitio (patio de maniobras, corredor de galería, túneles de acceso, etc), con el propósito de ponerlo en valor para el disfrute y acceso de toda la comunidad.
El trabajo arqueológico en el sitio se desarrolló también entre los años 2009 y 2011, en el marco del proyecto mayor anteriormente mencionado. La intervención arqueológica llevada a cabo, antes y durante las actividades de la obra de construcción, consistió en una propuesta integral, con carácter de rescate, que abarcó toda la superficie del patio de maniobras, el corredor de galería, una franja aproximada de cinco metros de ancho hacia el lado este del patio de maniobras y los espacios próximos a éstas en los lados: norte y sur (Guillermo, 2013).
Las tareas arqueológicas fueron realizadas bajo la dirección de la autora conjuntamente con un equipo de 13 personas, conformado por graduados y estudiantes avanzados de la carrera de Antropología con orientación arqueológica de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, y profesionales vinculados a la Conservación, la Arquitectura y la Ingeniería en sistemas. Dichas tareas apuntaron a poder determinar y establecer a partir de la evidencia arqueológica hallada, la secuencia de ocupación que tuvo el sitio a lo largo del tiempo (Guillermo 2013).
Tal como se mencionó anteriormente, el edificio de la Aduana estaba compuesto por distintas estructuras (patio de maniobras, corredor de galería, depósito y muelle) que durante el tiempo en que estuvo en funcionamiento conformaron una sola unidad indivisible. Sin embargo, para poder planificar y realizar el trabajo de excavación arqueológica y el posterior análisis y procesamiento de datos, operativamente fue conveniente mantener esta división interna según estas distintas estructuras. Esto permitió no solo ordenar el trabajo, sino también, establecer una forma pautada de identificación de las distintas localizaciones en donde se hallaron y recuperaron restos arqueológicos. En función de esto, fueron denominadas de la siguiente manera: el corredor de galería, el patio de maniobras (considerado como espacio central de intervención), el área hacia el lado este del mismo y las áreas del lado norte y del lado sur (Figura1).
El corredor de galería es el área que contiene en su extremo sur un sector que formaba parte del antiguo Fuerte de Buenos Aires y que luego fuese incorporado y reutilizado por la construcción de la Aduana.
Se realizaron en el sitio excavaciones de sondeos, cuadrículas y trincheras de diferentes dimensiones y profundidades variables, de acuerdo al área que iba a ser trabajada. Estas acciones permitieron poder obtener evidencia tanto de tipo estructural como artefactual, alcanzando en este último caso un total de 28.929 fragmentos y objetos. Como puede observarse en el cuadro de la figura 2, los tipos de materiales recuperados fueron diversos, siendo agrupados dentro de grandes categorías analíticas tales como: vidrio, lozas, óseo, materiales de construcción, mayólicas, porcelana, lítico, otros e indeterminados (Tabla 1). Cronológicamente se ubican entre los siglos XVI y XX, siendo los hallazgos pertenecientes al siglo XIX los que poseen la mayor representación (Guillermo 2013, 2016).
Estratigráficamente se pudo establecer que en el patio de maniobras los niveles ubicados entre los 0,15 m y 0,60 m / 0.70 m por debajo del piso de época reciente (mitad de la década del 80´del siglo pasado) son los que presentaron la más alta potencialidad de restos arqueológicos, adjudicables cronológicamente entre mediados y fines del siglo XIX. Por encima de estos 0,15 m se observó la presencia de restos de cronología más reciente (siglo XX) posiblemente resultado de las acciones llevadas a cabo para colocar el piso moderno (bases y contrapiso).
Las lozas dentro del total de la evidencia recuperada conforman el 11.87 % , constituyendo uno de los tipos de materiales que mayor frecuencia presenta, conjuntamente con los vidrios (25,11 %), el metal (11,63 %), el óseo (16,22 %), el lítico (10,33 %) y los materiales de construcción (15,65 %) (Tabla 1).
Lo más destacable del conjunto de lozas halladas es la ausencia total de piezas enteras y la presencia de una alta fragmentación. Esto último, sin embargo, no resultó ser un impedimento para poder distinguir y diferenciar los rasgos tecnológicos presentes en los fragmentos y las características de su decoración o la falta de esta (Guillermo 2014).
La muestra analizada la conforman hasta el momento, un total de 634 fragmentos, es decir el 18,45 % del total recuperado de este tipo de material. Todos los fragmentos provienen del relleno antrópico que se impuso sobre el sitio en el momento posterior a la demolición del edificio de la Aduana, entre los años 1891 y 1894. Este relleno no constituyó un evento único efectuado en un solo momento temporal, puntual, sino que fue efectuado de manera paulatina a lo largo de casi cuatro años de depositación, para poder alcanzar la total nivelación del espacio, en relación con las actuales avenidas que se encuentran a ambos lados del sitio (avenidas Paseo Colón y Leandro N. Alem).
Las categorías consideradas están en relación con la identificación de tipos tecnológicos, y decorativos que permitan caracterizar básicamente a la composición de la muestra.
Como referencia se tomó el esquema teórico postulado por Majewski (2011), el cual subdivide a la cerámica del período histórico de acuerdo a su grado de vitrificación en: no vítreos (dentro del cual se ubicarían los tipos de loza conocidos como creamware, pearlware y whiteware), semivítreos y vítreos (tales como el gres y la porcelana). En concordancia con este esquema, el estudio preliminar efectuado se centró, en esta instancia, solo en los materiales no vítreos. Dentro de éstos, los fragmentos analizados fueron adjudicados a alguno de los tres tipos principales de lozas, comúnmente utilizados en arqueología histórica: creamware, pearlware, y whiteware (Schávelzon 2001, Thierren et al. 2002, Allen et al. 2013, Henriquez Urzúa et al. 2013, entre otros) en función de la coloración general que presentaba su esmalte (López Villa 2009; Felton 2013), la cual fue determinada mediante la observación óptica por medio de una lupa binocular de aumento de 20x. La coloración del esmalte está en relación y es resultado de distintos aspectos vinculados con el proceso de manufactura del objeto (combinaciones y proporción de sus componentes, formas de aplicación, etc) que va generando pequeñas diferencias en cada uno de ellos (López Villa 2009), produciendo así una leve variabilidad dentro de un mismo tipo tecnológico. Por esta razón, la utilización de estas categorías principales sin una división interna de las mismas, tiende a homogeneizar la variabilidad que la muestra pueda contener al ser estas muy estáticas y generales (Miller 1980; Majewski et al. 1987; Majewski 2011; Allen et al. 2013; Guillermo 2016). Si bien se es consciente de ello, se considera que para un abordaje inicial como es en este caso, su uso pude ser aun altamente viable como una primera aproximación, fundamentalmente porque el objetivo principal es caracterizar de manera general la muestra de lozas recuperadas. Los estudios posteriores serán los que permitirán identificar y establecer dicha variabilidad dentro de estos tipos generales, para lo cual se efectuarán análisis más precisos y detallados de cada uno de los fragmentos considerados, lo cual, por el momento, excede el propósito de este análisis preliminar.
De este modo, las lozas fueron, de acuerdo a sus características tecnológicas, agrupadas según su pertenencia a alguno de los principales tipos tecnológicos antes mencionados. A esta clasificación se agregó además una categoría de indeterminados, para aquellos fragmentos en los que, por su alto grado de fragmentación o por estar afectados por procesos depositacionales y/o postdepositacionales, no fuese posible reconocer y determinar con claridad algunos de sus rasgos tecnológicos.
También se consideraron los rasgos decorativos presentes, para lo cual se efectuó primeramente un registro de su presencia o ausencia en cada uno de los fragmentos estudiados. Luego dentro de los que poseían decoración y de acuerdo al tipo de técnica con la cual habían sido realizadas, se los dividió en: pintados a mano, impresos por transferencia, esponjeados y modelados, agregando también la categoría de indeterminados para aquellos que no pudiesen ser adjudicados a ninguna de ellas. Se llevó a cabo además la identificación y el registro de la parte de la pieza a la que perteneció el fragmento, tomando en cuenta si estos correspondían a un borde, una base o a un cuerpo y si estas tenían decoración o no, para poder aportar así información un poco más específica sobre la cantidad de fragmentos decorados presentes en la muestra.
Luego se procedió a analizar los datos obtenidos de acuerdo al área de la cual provenía cada fragmento. El propósito con ello fue poner en evidencia posibles tendencias internas en cuanto a la presencia de lozas en cada una de las mismas. Dado que el relleno que se impuso sobre los restos demolidos, tal como se mencionó anteriormente, no fue resultado de un evento único, sino que se fue realizando a lo largo de casi cuatro años, es esperable que en relación con las lozas su composición no haya sido internamente homogénea, así como tampoco su distribución. Se considera que a priori es imposible establecer que la presencia de lozas haya sido uniforme en todos los espacios que fueron rellenados. Es por esta razón que se propone vincular los datos obtenidos con la localización de donde cada uno de los fragmentos fue recuperado.
A partir del análisis efectuado se pudo observar a nivel general que la mayor representación corresponde al tipo de loza pearlware (n: 334), con una frecuencia porcentual de 58.68 %, seguido por el tipo de loza creamware (n: 118) con el 18.61 %, y correspondiendo la frecuencia porcentual más baja (3.78 %) al tipo de loza Whiteware con un n: 29. En tanto que para la categoría de indeterminado, la misma tuvo una frecuencia de n: 158, es decir que representó el 24.92 % del total analizado (Figura 2, 3 y 4).
En cuanto a los rasgos decorativos, las frecuencias entre los fragmentos sin decoración y aquellos que si la presentan son bastantes similares, registrándose para el primer grupo un n: 273 (el 43.06 %) y para el segundo grupo un n: 361 (el 56.94 %).
Con respecto a las técnicas utilizadas para la elaboración de los mismos, la mayor frecuencia corresponde a los que fueron pintados a mano con un n: 171, es decir el 26.98 % de los fragmentos decorados. El 14.82 % corresponde a la decoración impresa por transferencia con un n: 94, le sigue el esponjeado con el 6.15 % (n: 39), y finalmente con una mínima diferencia en los valores de sus frecuencias porcentuales se encuentran los indeterminados con el 4.73 % (n: 30) y el modelado con el 4.26 % (n: 27).
En relación a las partes de las piezas representadas, la mayor frecuencia corresponde a los cuerpos de las mismas (n: 331), luego a los bordes (n: 218) y finalmente en menor cantidad a las bases (n: 89).
Dentro de los bordes, el 73.39 % (n: 160) presentan decoración mientras que el 26.20 % no están decorados (Figura 3).
Finalmente, toda la información obtenida fue analizada en relación con las áreas trabajadas arqueológicamente. De esta manera, se pudo observar que los tres tipos principales de lozas considerados solo están presentes en el patio de maniobras, en el área norte y en la franja del lado este.
En el caso de los indeterminados éstos varían sus frecuencias en cada una de ellas, presentando los mayores porcentajes también entre los fragmentos recuperados de las tres áreas antes mencionadas.
Con respecto a la decoración, en todas las áreas consideradas se mantiene una relación casi proporcional entre fragmentos con decoración y sin ella, no habiendo un predominio significativo y marcado de una sobre otra. En este sentido se puede observar (ver Tabla 3) que las mayores frecuencias se encuentran presentes en el patio de maniobras (n: 153) y en el área norte (n: 181).
Las diferentes técnicas de elaboración de la decoración identificadas en los fragmentos recuperados se encuentran también presentes en casi la totalidad de las áreas consideradas. La mayor frecuencia porcentual corresponde a la técnica de pintado a mano (47,37 %), dentro de ésta la frecuencia más alta se ubica en el patio de maniobras (21.88 %) y en el área norte (14,40 %). Lo mismo ocurre en relación a la impresión por transferencia (Tabla 4).
En cuanto a las partes de la pieza, los datos de cada una de las distintas áreas, evidencian una mayor frecuencia de fragmentos pertenecientes al cuerpo de la pieza, seguido por los bordes y finalmente la base, tal cual sucede también a nivel general del sitio (Figura 5).
El análisis efectuado permitió determinar y establecer las principales características generales de la muestra de lozas recuperadas del sitio de la Aduana Taylor, de acuerdo a las variables consideradas: tipos tecnológicos, técnicas de decoración y partes representadas.
De acuerdo a ello, la misma está conformada por lozas de tipo pearlware, creamware y en una menor proporción whiteware, presentando además un alto porcentaje de fragmentos indeterminados. El elevado porcentaje de esta última categoría sería consecuencia, por un lado, de la alta fragmentación que presenta la evidencia en general y por otro lado, en menor medida, de la acción de procesos que alteraron la superficie y/o pasta de algunos de los restos, impidiendo de esta manera, que muchos de ellos puedan ser determinados y adjudicados claramente a los tipos tecnológicos antes mencionados.
En el área norte, donde se observa una alta frecuencia de la categoría de indeterminados (34.20%) pudo establecerse allí la presencia de procesos depositacionales y postdepositacionales, a partir de la identificación en el momento de la excavación, de un contexto de sedimentación de origen cloacal de donde fue extraída la evidencia. Esto habría producido la alteración y cambios en el esmalte y en la pasta de los mismos, impidiendo así poder observar sus rasgos tecnológicos.
La baja frecuencia dentro de la muestra del tipo whiteware se considera que posiblemente responda a que, dado su rango cronológico general establecido entre principios y mediados del siglo XIX y el siglo XX (Schávelzon 2001; Henriquez Urzúa et al. 2013) sería esperable su presencia mezclada en la evidencia recuperada con los otros dos tipos (Schávelzon 2001) ya que en la zona del río de la Plata, tal cual menciona Schávelzon (2001:195) existió una superposición de uso en el tiempo de los tres tipos tecnológicos considerados. Posiblemente como aún no eran tan frecuentes en el uso cotidiano de la población de la ciudad, su descarte pudo ser también menor, dada la prolongada vida útil que este material suele presentar en general.
Otra de las características que presenta la muestra analizada es que está compuesta tanto por fragmentos de loza con decoración como sin ella, sin haber un predominio significativo de alguno de los dos. En relación con esto, dentro de los que si están decorados la mayor parte se encuentran pintados a mano e impresos por transferencia.
De acuerdo a los datos obtenidos en cada una de las áreas trabajadas arqueológicamente y de un análisis evaluativo de ellas en cuanto a la representación porcentual de las variables consideradas, se pudo observar la ausencia de un comportamiento diferencial de depositación entre las distintas áreas consideradas. Los resultados ponen de relieve primeramente que el relleno antrópico impuesto sobre todo el espacio que conformaba el edificio de la Aduana, implementado para alcanzar la posterior nivelación del sitio hasta las avenidas laterales, estaba compuesto, entre otros materiales, por fragmentos de lozas y que dichos fragmentos se encuentran presentes en todas las áreas consideradas. Dado que no fue un evento único en un mismo momento cronológico, sino efectuado a lo largo de cuatro años de depositación, lo esperable, tal cual fuese mencionado, hubiese sido que el relleno no tuviese una distribución y composición homogénea en relación con los fragmentos de lozas, sino que fluctuara y/o existiese una distribución por concentraciones y ausencia de evidencia. Los datos, sin embargo, permitieron demostrar que el tipo de depositación realizada no fue determinante y que a pesar de ello la distribución de los fragmentos es porcentualmente similar en todas las áreas trabajadas.
Los resultados obtenidos hasta el momento en esta investigación, si bien son aún un tanto iniciales y reducidos en cuanto a la cantidad de fragmentos que fueron analizados de la totalidad de la evidencia arqueológica recuperada del sitio, permitió empezar a delinear y obtener información acerca de la composición interna del relleno antrópico que se impuso sobre los restos demolidos de la Aduana Taylor.
Se inició el análisis teniendo en cuenta no presuponer que la muestra considerada iba a comportarse como era esperable para restos provenientes de un sitio urbano de finales del siglo XIX, con presencia de fragmentos de lozas de los principales tipos tecnológicos. Si bien durante las tareas de excavación y de registro de los restos arqueológicos hallados se conocía previamente que el relleno se componía de lozas, el propósito de este análisis inicial era conocer qué clase de loza formaba parte de él y como era su distribución en todas las áreas consideradas.
Si bien esto parece ser algo obvio, se decidió empezar por resolver preguntas básicas para luego continuar con la búsqueda de respuestas a interrogantes más complejos.
Trabajar con una muestra de lozas proveniente de un relleno de gran extensión y profundidad como el que se ubica en este sitio, tiene ciertas limitaciones y también algunas particularidades. Por un lado, la evidencia contenida en él no está relacionada directamente con las actividades que se desarrollaron en las distintas áreas del edificio, cuando este funcionaba como aduana. Por otro lado, no puede conocerse particularmente la procedencia específica de la evidencia que conforma el relleno. Sin embargo, puede brindar información a nivel de tendencias generales y de la variabilidad presente en ellos.
A futuro se proyecta continuar analizando los fragmentos hasta completar la totalidad de lozas recuperadas durante el trabajo arqueológico. Se prevé asimismo incrementar las variables consideradas con el propósito de profundizar, por ejemplo, el estudio de los rasgos decorativos que en este artículo solo fue arribado de manera muy general. Se considera que esta información conjuntamente con un estudio de las diferentes características internas de los tipos tecnológicos considerados permitirá superar la aparente homogenización dentro de estos grandes grupos tipológicos y aproximarnos así a una mayor comprensión de la evidencia arqueológica recuperada.
A la Dra. Diana Rolandi, Directora del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano del Ministerio de Cultura de la Nación. Al Dr. Aníbal Gil y a la Dra. Teresita Majewski por brindarme el acceso a su bibliografía y clases.
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